Daniel Bilotta

Javier Milei procuró atenuar las especulaciones que él mismo alimentó este lunes al adelantar en una entrevista radial alguno de los nombres que podrían ocupar lugares en su futura administración. Horas después hizo difundir un comunicado en el que advirtió que no efectuaría anuncios de esa índole hasta el 10 de diciembre. Probablemente ese mensaje contradictorio sea el resultado de lo que un dirigente opositor calificó como “el esfuerzo para evitar que la anarquía avance sobre la libertad.” 

Javier Milei apeló a la lectura de la Torá para aplacar el insomnio que le provocó el debate presidencial. El candidato de la Libertad Avanza procura relajarse con ejercicios de meditación sobre el libro de la religión judía. Está convencido que alcanzó lo que se propuso esa noche. Demostrar que no pierde fácilmente el equilibrio emocional. Una meta modesta en la que no pudo asistirlo su equipo más íntimo, concentrado hasta horas antes en otra instancia que le preocupa y mucho. La fiscalización de la segunda vuelta. Sobre todo en el conurbano. 

Sergio Massa precisa que los intendentes del conurbano repitan un resultado similar al de las elecciones de 2019 en las que Alberto Fernández obtuvo una ventaja definitiva sobre Mauricio Macri con los dos millones de votos aportados por esa región. Allí y en el NOA es donde aspira a recolectar los necesarios para imponerse a Javier Milei en segunda vuelta. Es decir, acercarse a los 12 millones que obtuvo Fernández para ser electo presidente. A Massa le faltaron cerca de 500 mil para llegar a los diez millones en primera vuelta. 

Lomas de Zamora vuelve a ser un nudo esencial en la trama del poder. Un espacio que ocupó desde la recuperación de la democracia hasta 2003. Martin Insaurralde es el punto de inflexión entre este y aquel ciclo de esplendor que Eduardo Duhalde coronó con su ascenso a la presidencia con el respaldo de los intendentes del conurbano y la resistencia inicial de los gobernadores peronistas. La situación patrimonial puesta al descubierto por un viaje de placer privó al exjefe de Gabinete de Kicillof de recorrer una trayectoria rutilante similar desde la intendencia. Un lugar que ahora corre el riesgo de perder. 

Martín Insaurralde y Cristina establecieron una relación simbiótica a través de Máximo. A medida que la vicepresidenta y el jefe de La Cámpora se conurbanizaron, el intendente de Lomas de Zamora se asimiló al kirchnerismo. Una metamorfosis expresada con nitidez por la compra de empresas que se le atribuye para garantizarse una continuidad de poder. La designación del intendente de Lomas de Zamora como jefe de Gabinete que Cristina le impuso a Axel Kicillof fue la cumbre en la que esa transformación recíproca se convirtió en una sociedad que incluyó la llegada previa de Máximo a la presidencia del PJ bonaerense. 

Martín Insaurralde es la primera víctima de la descomposición política que la incertidumbre electoral provoca en Unión por la Patria. Un Estado que inutilizó todos los ardides de los que se valió el exjefe de Gabinete bonaerense para construir un elaborado bajo perfil con el que ocultó un estilo de vida incompatible con sus responsabilidades de funcionario, pero que lo caracterizó desde su aparición en la vida pública. La llamativa caída de ese sofisticado cerco es lo que permitió sorprenderlo literalmente al desnudo con Sofía Clerici a bordo de un yate en la costa de Marbella. 

Máximo Kirchner le está exigiendo a Axel Kicillof que se mimetice con Sergio Massa y reparta dinero para garantizar el triunfo de Unión por la Patria en la provincia de Buenos Aires. El gobernador resiste esa idea. Especula que para ganar necesita atraer a quienes optaron en las PASO por Carolina Piparo o Néstor Grindetti. Segmentos del electorado a los que difícilmente persuada con incentivos de ese tipo. Esa es la discusión abierta por la metáfora a la que apeló Kicillof para promover un relato que supere al kirchnerismo: la necesidad de componer una nueva canción. 

Sergio Massa supervisa en persona la fiscalización paralela a la de Unión por la Patria que está montando en la provincia de Buenos Aires para las elecciones del 22 de octubre. El ministro de Economía necesita evitar que su candidatura a presidente vuelva a ser víctima de un corte de boleta. Una maniobra, sospecha, en la que están detrás los intendentes peronistas, particularmente los del conurbano. Los resultados en esa región parecerían darle la razón. 

Nada es más contagioso que un proceso de liberación. La frase con la que Giselle Hallimi resumió el proceso que precedió a ley del aborto en Francia cobra en la actualidad un significado mucho más universal que 50 años atrás. Contribuye a describir con eficacia el urgente deseo de un nuevo orden que las ciudadanías imponen con su voto, pero sin reparar demasiado en las consecuencias. Una renovada reacción cíclica al aparente ritmo exasperante de la democracia para abordar y, sobre todo, resolver problemas concretos. 

Javier Milei no aparenta ser el agente de cambio capaz de reconfigurar el sistema político. Probablemente tampoco se lo haya propuesto. Pero su victoria en las PASO confirmaría la inutilidad de ese orden para resolver problemas estructurales de los que terminó siendo parte activa. Una crisis que adquiere en la ola de saqueos otra dimensión expresiva. Particularmente en el conurbano. Parece no haber dudas de la participación en ellos de una inquietante mano de obra cuyos servicios requerirían dirigentes y punteros. Especialmente en campañas de agitación basadas en las supuestas consecuencias de un cambio. 

Sergio Massa agradeció a Gustavo Menéndez los magros 31 puntos obtenidos en las PASO para ser reelecto como intendente en Merlo. Muy lejos de los 66 logrados en las del 2019. Pero también por debajo del promedio del 41 por ciento que mantendrá en vilo hasta el 22 de octubre a Mario Ishii (José C. Paz), Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) y Mariano Cascallares (Almirante Brown), por citar solo algunos casos a modo de ejemplo. 

La muerte de Morena Domínguez en Lanús forzó a suspender los actos de cierre de campaña previstos por el oficialismo y la oposición. Un gesto que alcanzó al conversatorio con Sergio Massa en el teatro Argentino y que los intendentes peronistas del conurbano juzgaban como una excentricidad incomprensible de Antoni Gutiérrez Rubí. Pero el crimen que le costó la vida a la menor asaltada por motochorros camino al colegio también volvió a poner en debate el rol del Poder Judicial frente al delito. 

Sergio Massa consiguió que Julio Zamora no pueda tenerlo de candidato presidencial en la lista con la que competirá en las PASO contra Malena Galmarini para definir quién será candidato a intendente en Tigre por Unión por la Patria (UP). Una decisión inédita que la Justicia Electoral avaló a pedido de Massa y que, en los hechos, equivaldría a consentir un corte de boleta en su contra para privilegiar que su esposa enfrente a Zamora en aparentes mejores condiciones de éxito.

Tigre está anticipando el futuro de Unión por la Patria. La disputa que Sergio Massa libra con Julio Zamora por el gobierno municipal a través de Malena Galmarini insinúa otra por el liderazgo del oficialismo que el ministro de Economía pretende dar después de las elecciones presidenciales. Una secuencia en la que antes precisa un resultado en las PASO que le permita mantener la expectativa sobre su candidatura. Para eso debería obtener al menos el segundo lugar. Algo que por ahora no tendría garantizado. Zamora adquiere un rol central gracias a esa incertidumbre. 

Sergio Massa intentó aprovechar la huelga de colectivos para modificar el imaginario que lo asocia estrechamente al capitalismo de amigos, un antecedente circunstancial con el que intentó cautivar al electorado más fiel al oficialismo. En apariencias, reacio a su candidatura presidencial, si se toma como medida el nivel de adhesión que obtendría la de Juan Grabois en ese universo.

Quienes acuden a la cábala para interpretar los supuestos grandes hitos en la historia del kirchnerismo tendrán en la reconciliación de Sergio Massa y Daniel Scioli otro motivo para renovar la fe en esa creencia. Podrían argüir que nacieron predestinados a un hermanamiento superior con el que nada se interpondría. Ni siquiera el dinero robado de la vivienda que Malena Galmarini y Massa compartían en Tigre. El hecho ocurrió días antes de las elecciones de 2013, donde el Frente Renovador debutó con una victoria sobre el Frente para la Victoria. 

Pese al desengaño con el resultado de la gestión económica, el instinto de supervivencia del oficialismo hace que se mantenga intacto el deseo de ser atraído otra vez por el embrujo ilusionista de Sergio Massa. Entre sus dirigentes se repite como un rezo la expresión “algo se le va a ocurrir”, para justificar la confianza literalmente ciega en que consiga con su candidatura presidencial lo que no está asegurado: disputar una eventual segunda vuelta. Pero sostener la fe en esa salvación electoral implica incurrir en algunas omisiones sobre los aparentes síntomas de debilidad de ese proyecto. 

Pese al desengaño con el resultado de la gestión económica, el instinto de supervivencia del oficialismo hace que se mantenga intacto el deseo de ser atraído otra vez por el embrujo ilusionista de Sergio Massa. Entre sus dirigentes se repite como un rezo la expresión “algo se le va a ocurrir”, para justificar la confianza literalmente ciega en que consiga con su candidatura presidencial lo que no está asegurado: disputar una eventual segunda vuelta. Pero sostener la fe en esa salvación electoral implica incurrir en algunas omisiones sobre los aparentes síntomas de debilidad de ese proyecto. 

Cristina está aplicando un programa de ajuste selectivo. El acta constitutiva de “Unión por la Patria” (UP) intima a Victoria Tolosa Paz y Daniel Scioli a no competir en las PASO de ese frente. Una posición defendida por los intendentes del conurbano que reclaman una lista única por temor a que la disputa electoral dificulte la probabilidad de ingresar a una segunda vuelta que el oficialismo no tiene asegurado. Sobre esa debacle se monta el desafío de Tolosa Paz y Scioli a Máximo Kirchner en la provincia de Buenos Aires. 

Patricia Bullrich es un tema de conversación recurrente entre los intendentes del conurbano, sin distinción de fuerzas políticas. Infundado o no, el temor a que arrase en las PASO de Juntos inquieta a ese núcleo de dirigentes. Julio Garro y Segundo Cernadas cavilaron hasta el cierre de alianzas sobre los efectos que podría tener ese resultado en su futuro político. Bullrich les había propuesto no competir contra ellos con un candidato propio en La Plata y en Tigre si previamente adherían a su candidatura presidencial.

Néstor Grindetti envió el martes pasado un sugestivo mensaje de audio a un reducido grupo de colaboradores. “No rompamos nada. Lo nuestro es la unidad. Si quieren, que lo hagan ellos”. Horas después quedó confirmado el bloqueo del Pro a José Luis Espert para competir en las PASO de Juntos sin acuerdo previo del jefe del gobierno porteño y Patricia Bullrich, sus candidatos presidenciales. La asamblea partidaria facultó a Eduardo Macchiavelli y Federico Angelini a tomar esa decisión siempre y cuando puedan ponerse de acuerdo. 

Cristina le puso un obstáculo en apariencias insalvable a la pretensión de Axel Kicillof. Imponer su reelección al aparato político que controlan La Cámpora y los intendentes del conurbano e inserto en su gestión después de las PASO de 2021. Al confirmar que no se postulará a ningún cargo, la vicepresidenta anuló el argumento principal para resistirse a ocupar la candidatura presidencial con la que vienen presionándolo desde el sector que lideran Máximo Kirchner y Martín Insaurralde. Esta semana volvió a quedar al desnudo el aislamiento político al que está sometido el gobernador. 

Axel Kicillof transita horas decisivas. Este mes quedaría resuelto si Cristina lo habilita a competir por su reelección o lo señala para hacerlo por la presidencia. La incertidumbre que rodea a esta disyuntiva crucial quedó reflejada en la jura de cadetes de la escuela de policía Juan Vucetich, que encabezó el 4 de mayo en Vicente López. Solo lo acompañaron dos de los 19 ministros de su numeroso gabinete. Más que la ausencia de los ligados a La Cámpora y los intendentes del conurbano sorprendió la de los identificados exclusivamente con el gobernador. 

Julio Alak celebró la disminución de la tasa de homicidio en 2022 reflejada en el informe anual de la Procuración General bonaerense. Sin resultados de gestión para exhibir en campaña, el ministro de Justicia decidió festejar los obtenidos por Julio Conte Grand, el jefe de los fiscales al que el gobierno de Axel Kicillof quiso someter a juicio político para proteger a Pablo Moyano, investigado por integrar una supuesta asociación ilícita con barras del club Independiente. 

Sergio Massa logró convertirse en el funcionario más gravitante del oficialismo. Pero esa fortaleza está condicionada severamente por la debilidad del Gobierno. Su plan de ser el único candidato a presidente del Frente de Todos se desarrolla en esta situación contradictoria y depende de la habilidad para sortear obstáculos sin las facilidades que halló para forzar la renuncia de Alberto Fernández a la reelección. Una posibilidad en la que nunca creyeron quienes todavía responden al Presidente. 

A los comisarios de la Policía Bonaerense les preocupa la fuga de detenidos en las comisarías. Su prioridad es evitarlas por el temor a que una de ellas deje trunca su carrera. Los presos de las comisarías de Villa Celina y González Catán se amotinaron casi en simultáneo al asesinato del chofer Daniel Barrientos. Pedían lo que obtuvieron: ser trasladados a los penales. Los policías no podrían hallar mejor solidaridad. 

El intendente Fernando Espinoza teme que el escenario político del 2015 en la provincia de Buenos Aires vaya a recrearse este año en La Matanza. Sobre todo si la Iglesia activa su participación en la campaña electoral y si no puede disolver las tensiones que mantiene con La Cámpora y el Movimiento Evita. Dos corrientes internas del Frente de Todos que amenazan desafiarlo en las PASO y comprometer su reelección si no alcanzan antes un acuerdo que repare los que habría incumplido en los comicios de 2021. 

Jorge Ferraresi llegó a Edesur con una misión difícil. Lograr que los electores del conurbano perciban antes de las PASO una mejora en el servicio capaz de revertir el malhumor con el gobierno por su interrupción en medio de la histórica ola de calor. Un malestar extensivo a AySA, forzada a suspender el envío de agua potable por su red por los cortes de luz que impidieron bombearla. Debería conseguir para eso que la firma ejecute un plan de inversión inmediato y sin esperar por los efectos de los ajustes de tarifas previstos para abril y junio. 

Claudio Scapolan está provocando aglutinamientos y disidencias inesperadas en el Frente de Todos. Un proceso que tal vez se aprecie con mayor nitidez a partir del 28 de marzo, cuando comience el juicio político al fiscal de San Isidro que ocupó en Tigre la unidad a cargo de investigar delitos complejos y al crimen organizado. También es probable que desde entonces se puedan distinguir con claridad entre las fricciones derivadas de este reacomodamiento de intereses y las que está generando otro: la pelea por definir quién será candidato a senador nacional que libran Sergio Massa y Martín Insaurralde. 

La apatía electoral pasó de ser una señal inquietante a convertirse en un riesgo estructural para el sistema democrático. El grado de desinterés por la política que expresa la ciudadanía es tal que los no identificados con alguna fuerza ni saben a quién votar representan a casi la mitad del electorado. Esa abrumadora mayoría que no parece dispuesta a creer en lo que se le propone, es la conclusión de los sondeos realizados en febrero que circulan en Juntos y el Frente de Todos. Ese dato está condicionando su oferta electoral. 

Luis Silvio Carzoglio podría dejar de ser el juez de Garantías Nº 1 de Lanús y Avellaneda a partir de la semana que viene. Cobró notoriedad con ese cargo cuando se negó a firmar la orden para detener a Pablo Moyano en la causa en la que se lo investiga por supuesta asociación ilícita con barras del club Independiente. Carzoglio se aferró a ese hecho para sostener una falacia: que le pidieron juicios políticos por no detener a Moyano y que la forma en que procedió en ese caso le valió los tres pedidos de juicio político en su contra que podrían derivar en su destitución. 

La desorientación frente a la crisis económica provoca la inversión de los polos en el campo magnético del oficialismo. Un efecto inesperado de la gestión de Sergio Massa en el Ministerio de Economía.

Alberto Fernández está consiguiendo lo que se propuso. Ganar tiempo para llegar al final de su gobierno sin que sea intervenido por Cristina y tener un rol relevante en la definición de candidaturas en el Frente de Todos. La vicepresidenta contribuyó involuntariamente al éxito de este programa con su renunciamiento a postularse. Desde entonces el kirchnerismo quedó relativizado como factor de poder. Es probable que el Presidente haya dado otro paso para cumplir esa meta con la mesa reunida anoche en la sede del PJ. 

Alberto Fernández se propone terminar con el personalismo en el Frente de Todos. Es decir, con el método que utilizó Cristina para elegirlo como candidato a presidente sin consultar a nadie. El supuesto ciclo virtuoso que pondría fin a ese vicio se iniciaría con las PASO en las que él mismo no descarta competir por su reelección. O impulsar a alguien que lo suceda si eso no fuese posible. Cualquiera de esas opciones demostraría que el mal que pretende extirpar goza de buena salud. 

A Cristina la inquieta que Alberto Fernández pueda hallar en la inflación un resquicio para su reelección. O, más bien, en la emisión monetaria, una de sus causas. Si se confirman los pronósticos de recesión que proyectan consultoras internacionales, ese flujo sería imprescindible para garantizar el financiamiento de las cajas del Estado en un año electoral y en medio del ajuste que ejecuta Sergio Massa. El temor a que el control de ese atributo sea una importante herramienta de poder es exacerbado por su entorno.

Cristina le devolvió algo de la alegría perdida el 7 de diciembre al núcleo más fiel de sus dirigentes. Veinte días después de anunciar que no sería candidata dejó abierta la posibilidad de revisar esa decisión si el 24 de marzo logra convocar a una movilización de envergadura. Es como interpretó ese grupo su mensaje en Avellaneda, donde calificó de proscripción y no de renunciamiento al anuncio efectuado la tarde que fue condenada por la causa Vialidad. Por las dudas, aseguró que nada en ella es fruto de la improvisación.

El clima de marcada indiferencia a cualquier propuesta política que caracterizó a la concentración para saludar al campeón mundial de fútbol encontró la mejor justificación a esa reacción en el comportamiento del oficialismo. Su capacidad de acción en el gobierno aparece limitada por la impugnación que practican entre sí las facciones del Frente de Todos que se disputan las candidaturas a presidente y gobernador en la provincia de Buenos Aires. Un proceso al que no escaparían sectores de la oposición. 

Axel Kicillof está confiado en obtener la candidatura a gobernador en las PASO. Se lo había adelantado a Francisco “Paco” Durañona antes que Cristina anunciara que no será candidata en 2023. El senador provincial insiste con definir en primarias las postulaciones a los principales cargos ejecutivos para que el Frente de Todos recupere el volumen electoral perdido en 2021 con relación al 2019. Dos millones y medio de votos. Más de la mitad en la provincia de Buenos Aires. Ese debate recobró vigencia la semana pasada. 

Cristina parece hacer aprestos para liderar al kirchnerismo en la oposición. Si se confirma el renunciamiento a cualquier candidatura en 2023, eludiría quedar asociada a una eventual derrota electoral del Frente de Todos. E, incluso, llegaría en mejores condiciones para postularse a senadora nacional en 2025. Los largos tiempos judiciales contribuirían a que no quede firme antes de esa fecha la sentencia por la condena que le dictó el TOF N°2 pero cuyos fundamentos se darán a conocer recién en marzo. El momento desde el que podrá apelar. 

Sergio Berni insiste en que el fracaso del combate contra el delito es responsabilidad de la Justicia, una interpretación que redime a Axel Kicillof, pero que también revela su predisposición a omitir lo que no puede desconocer: los jueces no determinan la política criminal, lo hace el gobernador a través de su Ministerio de Justicia, la cartera conducida por Julio Alak, el único mencionado para sustituir a Berni en todas las versiones que circulan y que, tal vez por eso, se le atribuyen al propio Alak. Por supuesto, el ministro desmiente toda esa malicia. 

Carlos Cisneros propuso esta semana que Juan Manzur y Sergio Massa compartan fórmula presidencial. Aunque aclaró la intrascendencia del orden que tengan, resulta obvio que al diputado por Tucumán le interesa que la encabece su jefe político: el gobernador. Esa expresión de deseo es una señal de amistad a Cristina. Marca una diplomática distancia con Alberto Fernández. Cisneros lo defendió de los ataques que recibe en el oficialismo, pero omitió citarlo entre los posibles candidatos. El jefe del Gabinete y los gobernadores no tienen dudas. Será difícil serlo sin el aval de Cristina. 

Mauricio Macri les agradeció a los fiscales su presencia y los instó a cuidar los votos de Juntos en las elecciones. Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli lo escucharon, igual que el resto de los asistentes a la jornada de capacitación que tuvo lugar el fin de semana pasado en Ituzaingó.

Andrés “el Cuervo” Larroque está afianzándose como maestro de ceremonias de Cristina. Expresa lo que ella piensa sobre asuntos en los que pronunciarse podría traerle inconvenientes. Sobre todo, por el complejo panorama electoral del conurbano.

Avanza Libertad y el Frente de Todos parecen intercambiar creencias. La decisión de Javier Milei de no dar quorum para suprimir las PASO lo transforma en el inesperado defensor de uno de los derechos ampliados que creó el oficialismo, pero que ahora se propone derogar con el argumento formal de reducir el gasto público. Hay algo más en este comportamiento que una aparente paradoja disparatada. Desnuda el temor de los dirigentes a ser abandonados por sus votantes más fieles si quedan asociados al gobierno, en un clima electoral de marcado rechazo a sus acciones. 

Resulta comprensible el enojo de Cristina por el alza del 13,8 % en la medicina prepaga. Coincide con la de 30 puntos en la factura de energía eléctrica que pagarán este mes los usuarios residenciales. El efecto palpable de la primera quita de subsidios al consumo; habrá otras dos consecutivas en noviembre (30%) y diciembre (40%). Una medida que impactará sobre el 36 por ciento de los usuarios del conurbano. La zona donde residen sus electores más fieles. 

Axel Kicillof podría establecer el colmo de un economista. No tener un contador que le firme el balance. Requisito indispensable para que el Tribunal de Cuentas presidido por su ex secretario Legal y Técnico, Federico Thea, le apruebe el presupuesto ejecutado este año. Un trámite de cierta rutina que debería completar la Contaduría General, pero cuya gestión está puesta en dudas por la tensión entre el gobernador y la Legislatura. Sobre todo desde que amenaza extenderse al oficialismo lo que hasta ahora caracterizaba la relación con Juntos

Alberto Fernández auxilió inesperadamente a Sergio Berni. El cambio de gabinete forzó al kirchnerismo a desistir del repudio al ministro de Seguridad por el operativo policial del partido suspendido entre Gimnasia y Boca. Axel Kicillof debería agradecerle.

Facundo Manes cumplió una regla que parecen respetar quienes fueron o aspiran ser candidatos por Juntos en la provincia de Buenos Aires, pero cuya vida cotidiana transcurre lejos de allí: omitir cualquier referencia embarazosa al estado de sus servicios de Justicia y de seguridad. Algo extraño para quienes están lanzados de forma prematura al proselitismo.

Axel Kicillof mantiene en estado de crispación al peronismo bonaerense. Los intendentes del conurbano se sienten excluidos del ciclo de cierta bonanza económica que goza la provincia. Los recursos que dependen de la recaudación propia y representan la mitad de sus ingresos experimentaron en el primer trimestre una mejora real de 10 puntos, éxito que tendría al gobernador como beneficiario exclusivo gracias al ministro de Economía, Pablo López, encargado de ejecutar la política de goteo de fondos que esteriliza las posiciones que los jefes comunales ganaron en el gobierno bonaerense. 

Sergio Massa tuvo esta semana la noticia que esperaba desde que asumió en el Ministerio de Economía. El milagro prometido comenzaría a insinuarse con la recuperación de su imagen en la opinión pública. En dos sondeos del gobierno porteño, aparece como el dirigente más valorado del Frente de Todos. Solo lo superan Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Javier Milei. Tres opositores. Un aparente cambio de expectativa en el gobierno que Juntos relativiza. No bastaría para modificar el escenario electoral que prevé favorable. 

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