Hablemos de Historia


La República Argentina fue declarada como tal el 8 de octubre de 1860. La batalla de Cepeda y el posterior Pacto de Flores había hecho entrar en razones a los porteños. Nuevas discrepancias surgieron y una vez más chocaron el ejército federal con el de Buenos Aires y sus aliados en tierra de Pavón.

Argentina, ¿cultiva una melancolía tanguera o solo sabe expresarse con el fervor de un fanático?

En el Museo del Prado se puede ver un óleo sobre tabla de 48 x 35 cm, atribuido al pintor neerlandés Jerónimo Bosch, más conocido como El Bosco.

¿Alguien escuchó hablar de salud a un político argentino? Más allá de las buenas intenciones y alguna idea de vouchers y la intermediación parasitaria, la salud de los argentinos parece “marchar sobre ruedas”. ¿Alguien tiró una idea concreta, factible? ¿Alguien hizo proyecciones de muertes, enfermedades de trasmisión sexual, de drogadicción y alcoholismo? ¿Qué hacer? 

La tentación del "antisistema" y los miedos que ya tenían los atenienses en tiempos de Aristóteles y continuamos padeciendo, veinticinco siglos más tarde.

Napoleón sostenía que era inmoral endeudarse como nación porque eso hipotecaba el futuro de las siguientes generaciones. Para evitar ese endeudamiento en el que Francia había caído después de la Revolución, Napoleón apeló a las conquistas y rapiñas de los países vecinos. Y los franceses arrasaron con todo a su paso: España, Italia, los principados alemanes… a nada le hacía asco con tal de evitar endeudarse. Muy por el contrario, la Francia de Napoleón era opulenta, opulencia que los franceses extrañaron después de la abdicación del emperador. Periódicamente, arrastraban al país galo de revolución en revolución hasta que Napoleón III trató de reeditar los éxitos de su tío, pero con poca suerte.

Cuando los argentinos nos referimos a la Revolución francesa solemos aludir a la que asoló a Francia en 1789, el primer gran movimiento antimonárquico –hecha la excepción del régimen de Cromwell que terminó con la muerte de Carlos I de Inglaterra–. Sin embargo, la de 1789 no fue la única que quebró bruscamente el orden institucional en el país galo –famoso por la violencia de sus manifestaciones populares que llegan a nuestros días. Basta escuchar La Marsellesa que insta a “que la sangre de los impuros riegue nuestros campos”, para entender, en parte, esta vehemencia.

Una vez más, el general es noticia gracias al movimiento revisionista retrogrado y panfletario que aprovecha el complicado panorama político para distraer la atención del debate, el cual, más que un cambio de ideas parece ser un diálogo entre sordos, típico de extremistas doctrinarios y/o fundamentalistas.

Como fecha patria, el 25 de mayo tiene mejor prensa que el 9 de julio, a pesar de ser la gesta de mayo una declaración ambigua que escondía sus ánimos emancipadores tras la máscara de Fernando VII. De hecho, hasta 1815 la bandera española ondeó sobre el fuerte de Buenos Aires.

Eve of destruction, era una frase creada por Bob Dylan para su inmortal balada Blowin' in the Wind (Soplando en el viento).

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