Hablemos de Historia


La tentación del "antisistema" y los miedos que ya tenían los atenienses en tiempos de Aristóteles y continuamos padeciendo, veinticinco siglos más tarde.

Napoleón sostenía que era inmoral endeudarse como nación porque eso hipotecaba el futuro de las siguientes generaciones. Para evitar ese endeudamiento en el que Francia había caído después de la Revolución, Napoleón apeló a las conquistas y rapiñas de los países vecinos. Y los franceses arrasaron con todo a su paso: España, Italia, los principados alemanes… a nada le hacía asco con tal de evitar endeudarse. Muy por el contrario, la Francia de Napoleón era opulenta, opulencia que los franceses extrañaron después de la abdicación del emperador. Periódicamente, arrastraban al país galo de revolución en revolución hasta que Napoleón III trató de reeditar los éxitos de su tío, pero con poca suerte.

Cuando los argentinos nos referimos a la Revolución francesa solemos aludir a la que asoló a Francia en 1789, el primer gran movimiento antimonárquico –hecha la excepción del régimen de Cromwell que terminó con la muerte de Carlos I de Inglaterra–. Sin embargo, la de 1789 no fue la única que quebró bruscamente el orden institucional en el país galo –famoso por la violencia de sus manifestaciones populares que llegan a nuestros días. Basta escuchar La Marsellesa que insta a “que la sangre de los impuros riegue nuestros campos”, para entender, en parte, esta vehemencia.

Una vez más, el general es noticia gracias al movimiento revisionista retrogrado y panfletario que aprovecha el complicado panorama político para distraer la atención del debate, el cual, más que un cambio de ideas parece ser un diálogo entre sordos, típico de extremistas doctrinarios y/o fundamentalistas.

Como fecha patria, el 25 de mayo tiene mejor prensa que el 9 de julio, a pesar de ser la gesta de mayo una declaración ambigua que escondía sus ánimos emancipadores tras la máscara de Fernando VII. De hecho, hasta 1815 la bandera española ondeó sobre el fuerte de Buenos Aires.

Eve of destruction, era una frase creada por Bob Dylan para su inmortal balada Blowin' in the Wind (Soplando en el viento).

George Orwell (1903-1950) se equivocó, no en sus conceptos sino en el tiempo, 1984 llegó 20 años más tarde. Ahora tenemos un Gran Hermano que te sigue por tu celular, te dice cuántos kilómetros caminaste este mes, que tiendas y restaurantes visitaste y te persigue con tus compras (si fuese tan inteligente el programa, te avisaría antes de realizar la compra y no ofertarte lo mismo una vez que lo compraste).

Günter Schabowski, el hombre que no supo explicar una medida y generó, anticipadamente, un quiebre en la historia universal.

Ante el completo fracaso del ejército patrio en esa batalla por la independencia chilena, Las Heras rescató a 3500 hombres y ordenó la retirada; todo era desconcierto y no se sabía si O’Higgins había huido. Sin embargo, San Martín demostró su fortaleza y volvió a la carga, días más tarde.

No lo digo yo, ni lo ha dicho Alejandro Borensztein, lo dijo Napoleón que del tema sabía tanto que invadió Rusia en invierno… Algunos pensadores como Charles Simic (1938-2023) llegaron a decir que la estupidez a veces se convierte en la mayor fuerza que mueve la historia (la guerra, señores, es una trágica estupidez).

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