Hace unas horas, los argentinos asistimos a un regreso como el del tiempo cíclico de Pitágoras con el que juega Borges en su famoso poema. Esta vez no fueron los astros, pero sí algunos hombres y mujeres: los kirchneristas. Los que lo son y los que lo fueron antes. Se unieron para una foto sepia, que nos empuja al pasado. Allí estaban el Jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, Sergio Massa; el ministro de Economía y el titular del ANSES de esa gestión, Axel Kicillof y Diego Bossio, respectivamente; el gobernador kirchnerista de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá; la ministra de Trabajo del kirchnerismo, Graciela Caamaño, entre otros.
¿Qué los unía? Un proyecto relativo al impuesto a las ganancias que, según los más prestigiosos tributaristas, no es otra cosa que un mamarracho. ¿El objeto? Sembrar de demagogia el Congreso e intentar obstruir el despegue de la economía, aumentando el gasto irresponsablemente y desfinanciando las arcas públicas. ¿Los perjudicados? Todos los argentinos, en especial los más necesitados, a los que afecta particularmente la inflación y la falta de creación de puestos de trabajo genuinos.
Los mismos que durante 12 años no quisieron tocar nada del impuesto a las ganancias ahora suben alegremente el mínimo no imponible, inflan las deducciones y pretender compensar el desaguisado con la creación de nuevos impuestos. Los expertos observan, en especial, a los que gravan la llamada “renta financiera”, lo que suena muy simpático pero conspira contra la consolidación de un sistema bancario que esté en condiciones de otorgar créditos y, además, se contradice con los objetivos del blanqueo, el que de esta forma se torna menos atractivo.
Falta el Senado. Veremos si los senadores apoyan un proyecto que les resta recursos a sus provincias, dado que el impuesto a las ganancias es coparticipable. Y si lo hacen, siempre está disponible el veto, que es una atribución constitucional del presidente de la Nación.
Lo que queda claro es que la “oposición constructiva y responsable” que declamaba Sergio Massa se sacó la careta. Como tarde o temprano debía ocurrir, Massa ha vuelto a ser Massa. Es bueno que todos nos notifiquemos, para que a nadie le vendan gato por liebre.
Cambiemos no tiene mayoría en ninguna de las Cámaras, pero se destaca nítidamente de la vieja politiquería tan bien reflejada en esa foto. Habla con la verdad, es responsable, apunta al futuro. En 2017 deberemos definir si queremos afianzar ese rumbo. Para hacerlo, hay que clarificar las opciones. El acuerdo de Massa y Máximo Kirchner ha contribuido de modo significativo a despejar cualquier duda.
Dr. Jorge R. Enríquez
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