Jueves, 26 Septiembre 2019 21:00

Se busca un plan económico para el futuro inmediato - Por Fausto Spotorno

Escrito por Fausto Spotorno

La situación de la economía argentina es muy delicada. La actividad económica volvió a un proceso de recesión en el tercer trimestre, la inflación se aceleró y si bien el resultado fiscal primario del Estado ha mejorado, este no tiene los recursos ni el financiamiento como para pagar la totalidad del gasto primario y hacer frente a los servicios de la deuda.

 

El limbo político en el que estamos impide tomar decisiones profundas y tampoco permite que se formen expectativas positivas acerca del futuro de la economía. Cualquiera sea el próximo gobierno deberá actuar rápido y presentar un programa macroeconómico integral que genere previsibilidad sobre el futuro inmediato y que muestre un camino de salida para la crisis de confianza que enfrenta la economía argentina.

Un programa económico que haga frente a esta situación deberá incluir al menos cuatro aspectos fundamentales: la cuestión de la deuda, la debilidad de la moneda, la cuestión fiscal y la falta de crecimiento económico. Hoy estos puntos son los que generan mayor desconfianza y esto se refleja en la baja credibilidad que tienen todos los títulos financieros y monetarios que fueron emitidos por el Estado Nacional o el Banco Central.

Los bonos del Gobierno muestran un riesgo país por encima de los 2500 puntos básicos, las letras de corto plazo del Tesoro ya han sido reestructuradas, el Peso, que es nuestra moneda y es un pasivo del Banco Central, pierde valor al ritmo de la inflación, como consecuencia de la caída de la demanda de dinero y el resto de los pasivos monetarios (Leliq, pases) también generan dudas y por ello pagan tasas de interés de algo más de 80%.

Todo ello se debe a que resulta difícil entender como nuestro gobierno y el Banco Central enfrentarán las obligaciones que tienen. Por eso el mercado ya se descuenta una reestructuración de la deuda e incluso el Gobierno presentó un proyecto de ley para "reperfilar" los pasivos. Pero para que algo así sea exitoso se necesita un proceso rápido y negociado con los acreedores.

Si bien el Banco Central puede hacer frente a sus pasivos remunerados, la consecuencia de ello sería una explosión inflacionaria. En efecto, la deuda de la entidad monetaria es en pesos y, por ello, el banco siempre puede pagarlo emitiendo moneda. Naturalmente, eso implicaría un salto inflacionario. En el actual ambiente de desconfianza y de malas perspectivas la deuda del BCRA representa una promesa de emisión monetaria.

Como consecuencia, el valor de la moneda tiende a bajar, de la misma manera que caería el precio de cualquier bien si se prevé una sobre abundancia de este. Ahora bien, dado que el peso es la unidad de cuenta en Argentina, cuando cae el valor de la moneda, en realidad lo que observamos es una suba en el precio de todos los bienes.

En cualquier programa económico que se presente en el futuro el aspecto de la negociación de la deuda y el del saneamiento del balance del Banco Central deben estar presentes. Pero si bien son condiciones necesarias, no son suficientes. El déficit fiscal también debe ser reducido, de otra manera no serían creíbles ni las negociaciones con los acreedores, ni la moneda, porque el gobierno seguiría en la necesidad de endeudarse o emitir dinero para financiar el déficit del Estado.

El último eje que debe tener un programa económico es el del crecimiento económico. Éste no lo genera el Estado, sino el sector privado que hoy está ahogado por la presión tributaria, las regulaciones estatales y también por la falta de acceso al crédito.

Si bien la actividad económica ha empeorado en los últimos dos años, lo cierto es que la economía argentina no crece desde 2011, lo que indica no sólo una dificultad para crecer en el corto plazo, sino también en el largo y por ello, la creación de empleos es tan baja.

No sólo no resulta un buen negocio invertir en nuestro país, sino que tampoco están los recursos para hacerlo. Por ello es necesario liberar recursos del sector privado, que hoy se está llevando el Estado ya sea via una carga regulatoria elevadísima, vía impuestos, vía costos financieros (anticipos de impuestos, retenciones, percepciones) u otras. Este punto también debe ser tratado por un futuro programa económico.

Todo esto debe ser parte de un programa integral que permita a los ciudadanos, las empresas, los inversores y los acreedores, formar expectativas hacia el futuro. Debe ser integral porque ello evita que se compliquen algunas cosas, que algunos objetivos choquen entre sí y además ayuda a coordinar expectativas, ayuda a que la sociedad entienda por qué debe pagar ciertos costos y qué beneficios tendrá en el futuro, lo que sumado a un programa económico creíble podría ayudar a recrear la confianza.


Fausto Spotorno

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