Marcos Buscaglia

La aceleración de la inflación por encima del 100% tiene consecuencias muy importantes en muchas dimensiones 

Quienes asuman la conducción del país en diciembre de este año deberán enfrentar grandes costos políticos y sociales que el organismo internacional, que juega una vez más a favor del peronismo, le permitió evitar a Alberto Fernández 

El lunes 16 de enero prometía ser un día tranquilo en el mercado argentino, dado el feriado de Martin Luther King en Estados Unidos y que muchos participantes locales estaban de vacaciones. Sin embargo, al promediar la tarde era evidente que para los mercados era un día fuera de lo común. En los chats de traders, los que operaban se preguntaban qué pasaba

Los políticos son como los activos financieros: valen por el valor descontado de sus servicios electorales futuros”, me explicó una vez un reconocido analista político. Los movimientos que estamos viendo en el peronismo en días recientes bien le hacen justicia a esta frase. Tras anunciar Cristina Kirchner que no competirá en las elecciones de 2023 su valor para el peronismo está en baja, y se desató en la coalición gobernante una importante discusión por la sucesión. 

Los traders suelen decir que es más importante la fortuna que la pericia, pero en la política ocurre lo contrario 

Quienes escucharon en vivo al secretario de Política Económica Gabriel Rubinstein en su presentación en el Instituto Argentino de Ejecutivos en Finanzas (IAEF) días atrás no dudaron de que estaban frente a un “sincericidio”. Tan cándido fue el economista que muchos pensaron que sería el preludio a su renuncia. 

Durante la reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI), que se llevó a cabo en Washington la semana del 10 de octubre, un inversor y amigo estadounidense que conoce mucho a la Argentina me dijo que nuestro problema de cara al futuro es que “el Peronismo es malo gobernando, pero es mucho peor como oposición”. Como si estuviese reafirmándolo pocos días después, en el acto del día de la lealtad, el sindicalista Pablo Moyano le avisó a la oposición que “van a tener cada quilombo”, si intentan una reforma laboral en caso de ganar las elecciones de 2023. 

La Argentina se enfrenta a una crisis económica, social y política de proporciones colosales. Nuestro producto bruto interno per cápita es un 10% inferior al de 2011; la economía se contrajo en 6 de los últimos 11 años; la inflación promedio de los últimos 10 años fue de 37% y se encamina a superar el 100% en breve; el sector privado creó unos paupérrimos 688.000 empleos en 10 años, de los cuales solo 67.000 fueron en relación de dependencia, y, en el mismo período, el sector público creó 759.000 empleos. 

Winston Churchill decía que “los estadounidenses siempre harán lo correcto, solo después de haber probado todo lo demás.” Los argentinos estamos esperando a ver si el kirchnerismo, luego de 182 meses gobernando la Argentina, habiéndose rifado las reservas internacionales, los ahorros de las AFJP, la inversión energética y de otros sectores de los 90, habiendo subido escandalosamente el endeudamiento, y con la inflación encaminándose a un nivel anual de tres dígitos, termina por fin imitando a los norteamericanos y hace lo correcto. 

La política económica del kirchnerismo ya dio sobradas muestras de estar en una etapa terminada pese a que persisten los esfuerzos oficiales para evitar lo inevitable: una devaluación y un ajuste fiscal. 

La coalición oficialista se fue resquebrajando a medida que perdió popularidad, que cayó en gran parte por el impacto de la elevada inflación 

En su visita a Rusia del 3 de febrero de este año, el presidente Alberto Fernández le dijo a su par ruso Vladimir Putin: “Tenemos que ver la manera de que Argentina se convierta de algún modo en una puerta de entrada para América Latina”. 

A pocos kilómetros de haber partido de vuelta desde Bariloche hacia Buenos Aires, vimos cómo una nube de polvo envolvió el costado de uno de los lagos que componen una cadena de importantes represas hidroeléctricas, incluyendo El Chocón. El nivel de los lagos está bajo y eso deja a la intemperie tierra que está usualmente debajo del agua. “Es la crisis climática” dijo inmediatamente mi hija mayor, dedicada a temas de sustentabilidad. “El costo de producir electricidad va a subir”, no sé si pensé o dije yo. Deformaciones profesionales. 

Ya no queda ninguna duda. El Fondo Monetario Internacional (FMI) es peronista. El Gobierno acusa al organismo de haberle dado un préstamo político al gobierno de Mauricio Macri. Dijo que el préstamo fue “destinado a respaldar las posibilidades electorales de la administración en ejercicio.” Pero ese salvavidas, si existió, fue un salvavidas de plomo. 

La presentación del ministro de Economía, Martín Guzmán, sobre el estado de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) hecha el 5 de enero, encendió las alarmas del mercado. Si bien se sospechaba que el acuerdo con el organismo estaba lejos, la exposición y la discusión posterior con los gobernadores del oficialismo pusieron de manifiesto que la distancia entre las partes es gigante. Los bonos del Gobierno, que ya venían castigados, se desplomaron al día siguiente. 

El documento emitido por el staff del Fondo Monetario Internacional (FMI) el 10 de diciembre dejó en claro que el principal escollo para un acuerdo con la Argentina es conceptual. Los pedidos del FMI apuntan contra la línea de juego del modelo populista implementado por el kirchnerismo.

Chile y Perú tienen en estos momentos en juego las bases mismas de los sistemas económicos y políticos que han mantenido durante décadas. El ciudadano medio, sin embargo, difícilmente se haya visto afectado por estos peligros en el manejo de su economía cotidiana. Acá, sin embargo, las cosas son distintas.

El Gobierno maximiza el uso de los DEG, pero no hay milagro que lo salve de las consecuencias económicas de imprimir tanto dinero

A menos de tres años de haber asumido la presidencia de Venezuela y con el petróleo, casi la única exportación del país caribeño, experimentando caídas de precio de un 25% interanual, el gobierno de Hugo Chávez enfrentaba serios problemas económicos. Las reservas internacionales estaban cayendo rápidamente y los precios de los bonos presagiaban un default.

En spot de campaña, el Gobierno se jacta de pisar las tarifas; debería aclarar que los subsidios se pagan con más inflación, que afecta a los segmentos más pobres de la población

Contrariamente a lo que nos enseñaron en la escuela, para el momento en el que Cristóbal Colón convenció a la Reina Isabel la Católica de financiar su viaje a Asia navegando hacia occidente, la idea de que la tierra era una esfera ya estaba muy arraigada desde hacía varios siglos en Europa. El objetivo del marino Genovés nunca fue demostrar que la tierra era redonda, sino acceder a las tierras productoras de especias por otra ruta que la tradicional. También, ayudar a lanzar una cruzada que permitiera reconquistar Jerusalén. De hecho, llevaba a bordo un intérprete del idioma árabe.

Cuando aterricé en Santiago de Chile a mediados de 2013 me di cuenta instantáneamente de que, parafraseando a Mario Vargas Llosa, el país transandino se había "jodido". Chile enfrentaba elecciones presidenciales en noviembre de ese año. La expresidenta Michelle Bachelet era la candidata favorita, representando a la coalición de centroizquierda, a la que esta vez se había sumado el partido Comunista.

Aunque parezca equivocado, el título de esta nota es correcto. Y se refiere a uno de los principales problemas que tiene que resolver la coalición gobernante en este año que recién comienza. Ese problema es el de manejo de expectativas en un año electoral. Un desafío que, como veremos, es parecido al de la cuadratura del círculo.

Todas las decisiones políticas y económicas en el año 2021 estarán marcadas por la necesidad de la coalición gobernante de salir airosa de la elección legislativa de octubre. Este condicionamiento afectará decisiones tanto en materia cambiaria como en materia de tarifas de servicios públicos, entre otras.

El jueves 10 se cumple un año de gestión del nuevo gobierno. Una gestión marcada por fuertes errores macroeconómicos, microeconómicos, y también por los costos de la pandemia y por los errores en su manejo sanitario y económico. Los números de la economía en 2020 muestran claramente el impacto de este descalabro combinado. Pero los costos más importantes todavía están por verse.

La aprobación del mal llamado "aporte solidario de las grandes fortunas" por parte del Congreso sería la última de las acciones y medidas implementadas recientemente que están espantando al capital de la Argentina. Y, al espantar al capital, hundirán a los trabajadores que no puedan emigrar en una pobreza aun mayor de la que viven ahora.

La brecha entre el dólar oficial y los mercados paralelos, como el contado con liqui (CCL) y el informal o blue, se achicó fuertemente en los últimos días.

La devaluación del peso en el mercado oficial de cambios es casi inevitable. Está claro que el Gobierno hará todo lo posible por posponerla para después de las elecciones de octubre de 2021, pero el hecho de que la mayoría de los argentinos la vea como inevitable hará más difícil retrasarla. Veamos por qué es difícil impedirla, qué instrumentos tiene el equipo económico para intentar diferirla, y qué resultados tendrá.

El "enfoque de almacenero" de la política económica actual está llevando a la Argentina a una catástrofe. Según esta forma de ver la economía, el problema que tiene nuestro país -único en el mundo que experimenta este raro fenómeno- es la falta de dólares; como solución, entonces, restringen cada vez más el acceso a personas y empresas a la compra de divisas en el mercado oficial. En el almacén este enfoque funciona; en la economía de un país, no. Porque no tiene en cuenta sus consecuencias sobre la confianza y la inversión.

La Argentina se encuentra, nuevamente, sumergida en una pugna entre dos cosmovisiones opuestas sobre la democracia, los derechos individuales, el respeto a la propiedad privada, el sistema económico y el régimen federal.

Donald Rumsfeld, el polémico secretario de Defensa de George W. Bush, dijo una vez que existen cosas que sabemos que sabemos, cosas que sabemos que no sabemos y cosas que no sabemos que no sabemos. El dicho podría aplicar perfectamente al mundo posCovid-19. Es mucho más lo que no sabemos que lo que sabemos.

 

El modelo económico del Gobierno declara que intenta sortear lo que algunos llaman la "restricción externa" y que procura aumentar fuertemente las exportaciones.

 

A más de un mes del inicio del nuevo gobierno, todavía no queda claro cuál es el programa económico y, dentro de lo poco que se puede vislumbrar, cuáles serán los motores de la economía en los próximos años. La falta de definiciones, en el contexto de una encrucijada en la cual el tiempo juega en contra, representa un desafío importante para la economía en 2020.

 

El plan económico presentado por el Gobierno incluye aspectos positivos y negativos, aunque estos últimos prevalecen ampliamente, ya que ataca una vez más a la creación de empleo, al ahorro, a las exportaciones, a la estabilidad de las reglas de juego y al sentido de justicia.

 

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