Miguel Ángel Rouco

En los principales escritorios kirchneristas se encendieron las alarmas. No les preocupa ni la pandemia, ni la inflación, ni el desempleo, ni la inseguridad.

 

En los principales escritorios kirchneristas se encendieron las alarmas. No les preocupa ni la pandemia, ni la inflación, ni el desempleo, ni la inseguridad.

Nada parece indicar que durante el primer semestre del año pueda haber cambios en el escenario económico local. Ni aún con un aluvión de dólares que pueda mejorar la posición de las reservas internacionales y que pueda anestesiar el tipo de cambio. Por el contrario, se prevé que el Banco Central deba acelerar el ritmo de devaluación toda vez que no quiera convalidar una mayor inflación en dólares.

A poco de comenzado 2021, los desaciertos de la Casa Rosada vuelven con mayor potencia y las marchas y contramarchas, evidencian el tono de desequilibrio de quienes están al frente de la gestión. Los recientes aumentos en las tarifas de la medicina prepaga y su anulación ponen de manifiesto la falta de coordinación de la política económica y el desconocimiento de la estructura de la salud en el país.

La recuperación requiere más acción política para fomentar la creación de empleo formal 

Si el gobierno considera, tal como lo hizo la vicepresidenta, que el principal problema que tiene la Argentina es el dólar, el país está en serios problemas.

El Banco Central y el Ministerio de Economía siguen sin ponerse de acuerdo cómo van a llevar adelante el manejo de la política cambiaria y en conexión directa la política monetaria. El debate es profundo y pone al desnudo la orfandad de un plan económico integral que le permita al gobierno de Los Fernández salir del callejón sin salida en que metió al país con la cuarenterna.

Tras el ultimátum al gobierno de los principales grupos de acreedores para cerrar la negociación con la Argentina, se dieron a conocer tres noticias que abogan un proceso de peligro sobre la economía nacional. El primer elemento es el deterioro de los términos de intercambio que deja al país con una disposición de divisas muy reducido.

Repasemos los hechos. Los Fernández presentan una propuesta de deuda y dice que no puede pagar más. Los acreedores devuelven una contrapropuesta y el gobierno la rechaza. En el medio, Fernández dice que no tiene plan a uno de los medios más leídos por los acreedores y agrega que es esta propuesta o nada. La cuerda se tensa.

Nada es lo que parece. Mientras la renegociación de la deuda permanece empantanada por diferencias legales, la economía se hunde indefectiblemente debido al salvavidas de plomo que significaron los confinamientos de la prolongada cuarentena.

La brusca caída de la recaudación tributaria en junio pone en evidencia el severo daño económico que produjo la extensa cuarentena sobre el aparato productivo del país. Si bien es cierto que creció 20% nominalmente, la caída en términos reales llega al 22%, cuando se despeja el efecto de la inflación.

 

El gobierno nacional trabaja activamente en la preparación de un plan económico para el día después de la pandemia, un escenario que no se sabe cuándo va a ocurrir. Es curioso, pero si se desconoce el momento, ¿cómo se va a elaborar un plan sin saber cuál será la situación, al momento de que finalice la pandemia?

 

Todos los caminos conducen a un aumento de los pasivos de todos los agentes económicos, a menos que el gobierno pueda atacar con celeridad, la formidable expansión de los agregados monetarios de los últimos meses.

 

El gobierno se va enfrentando con la crisis sanitaria una vez que se desató un nuevo fenómeno. La falta de una visión integral de la economía lleva a que esta pandemia y sus consecuencias sean seguidas por la administración de los Fernández a la zaga, y nunca puedan anticiparse.

 

La administración de los Fernández continúa con su política vacía de contenido y no vacila en abrir nuevos frentes tanto internos como externos.

 

Los desistimientos de Adrián Cosentino y de Daniel Marx para asesorar en el manejo de un eventual canje de deuda ponen al desnudo la falta de estrategia que tiene el gobierno argentino frente a los acreedores externos.

 

El congelamiento de las tarifas del transporte en el área metropolitana y el mantenimiento de los subsidios es la rúbrica de una serie de decisiones que encierran transferencias cruzadas y una devaluación encubierta.

 

Si la administración de “Los Fernández” quiere encontrar el sendero de la estabilidad económica, deberán dar prioridad a la solución del default que tendrá que enfrentar en los primeros meses de gobierno.

 

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