Julio no terminó, pero ya se sabe que estará signado por la aceleración inflacionaria, a pesar de la extensión de la pandemia. Las razones hay que buscarlas, en parte, por el descongelamiento de los precios de los alimentos habilitado por el Gobierno, pero también por alzas en aquellos productos y rubros que no están bajo la regulación oficial.
De acuerdo a la medición "online" que la consultora Seido realiza sobre los precios que se ofrecen en las góndolas de los supermercados, la suba fue de 1,1% la semana pasada, contra el 0,2% de la semana previa.
Con esta suba, la inflación acumulada en julio se acerca al 1,3 por ciento.
La variación en Alimentos y Bebidas fue de 1,3% la semana pasada, contra un alza de apenas 0,1% de la semana anterior.
Un punto importante de la actual dinámica: "La inflación subyacente semanal también se aceleró (1%, semana contra semana, frente a +0.1% semanal anterior). Mientras tanto, la inflación subyacente mensual promedio se mantuvo estable en 1.9%.
La suba de precios recrudeció las tensiones dentro de la cadena comercial
Algo de eso tiene que ver con las renovadas presiones inflacionarias en el canal mayorista. Los precios mayoristas subieron 3,7% en junio respecto de mayo, por encima de la inflación, que había arrojado 2,2 por ciento. De hecho, una fuerte suba de los valores mayoristas podría luego trasladarse a las góndolas de supermercados.
En cuanto a los precios mayoristas, la variación de junio se explica como consecuencia de la suba de 3,8% en "productos nacionales" y 2,6% en "importados".
Se trata de la misma dinámica que están viendo las consultoras: que aún con un dólar "cuidado", sin sobresaltos, los precios de los productos "no dolarizados" registran incrementos por encima de los "dolarizados".
Sin embargo, nadie parece muy convencido de que la situación sea sostenible. No por casualidad, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) marca que la expectativa es que el año termine con una inflación de 40%.
De hecho, ya hay advertencias en el sentido de que junio podría ser el último mes de baja inflación porque el mes próximo ya se empezaría a notar las tensiones de una economía con inconsistencias.
Por caso, un informe de la administradora de inversiones SBS prevé que en julio y agosto ya se volverá a niveles de entre 3% y 3,5%, mientras que a partir de septiembre se ingresaría en una fase de aceleración, con subas de precios en torno de 5% anual.
También la consultora Economía & Regiones advierte que "habrá que esperar más devaluación y mayor aceleración inflacionaria en los próximos nueve meses".
Por su parte, Fausto Spotorno, economista jefe del estudio Ferreres, calificó la situación actual como de "falsa estabilidad" y también prevé que en el correr del segundo semestre los problemas macro pasarán factura.
Desde la consultora Eco Go, la explicación reside en "controles de precios, tarifas congeladas, una puja distributiva anestesiada y una demanda de dinero que se sostuvo durante junio producto de las restricciones y la escasa movilidad de la cuarentena".
Claudio Zlotnik