Carlos Mira
El presidente del BID, Claver Carone, escribió para The Wall Street Journal el real ambiente con que Silvina Batakis fue recibida en Washington: “antes de venir a pedir ayuda, la Argentina debe ayudarse a sí misma”.
En 2020 el dólar blue pasó de costar $80 a principios de año a $ 190 hacia diciembre. Y nadie viajó. Cómo hará el presidente Fernández para conciliar ese dato de la realidad con su afirmación de que el dólar en la calle aumenta por los que se van de viaje, es todo un misterio.
¿Es importante para la sociedad o, en este caso, para un periodista, darle entidad a lo que diga un personaje completamente marginal como Juan Grabois?
La UIF se presentó a los alegatos del caso vialidad que tiene como imputada a la vicepresidente de la nación en carácter de jefa de una banda criminal dedicada a la comisión de delitos de defraudación pública, para pedir su absolución.
En el Instituto Patria tienen bastante decidida la opción electoral que más posibilidades les da de ganar en 2023: Braden o Perón.
Mientras el presidente se encuentra asistiendo en calidad de invitado a la Cumbre del G7, la Argentina sigue deslizándose por un precipicio cuyo piso no se ve y cuyo final se ignora.
El mismísimo Simón Bolívar, quien, interpretado antojadizamente por un delirante venezolano, inspiró el llamado socialismo del siglo XXI, hace más de 200 años aseguraba que lo mejor que podía hacerse en América Latina era emigrar, porque cualquier intento honesto que quisiera emprenderse allí se asimilaba mucho a arar en el mar. América Latina (aunque él hablaba de “América”) era, para Bolívar, ingobernable porque irremediablemente caería en manos de multitudes desenfrenadas que darían paso a tiranuelos devorados por crímenes y extinguidos por su ferocidad.
El presidente Fernández está ingresando en un círculo peligroso como es el que supone haber perdido el sentido de las proporciones.
No solamente los ojos guardan secretos, como en la película de Ricardo Darín. Muchas veces las palabras también los encierran.
Las noticias y los comentarios van detrás de la renuncia de un funcionario oscuro, inútil, inservible, ignorante de la materia que se supone conoce que, obviamente, fracasó en su gestión.
El fiscal Fernando Domínguez, que interviene en el caso mediáticamente conocido como “Olivosgate”, aceptó la oferta del presidente de pagar 1.6 millones de pesos y la de su pareja de pagar 1.4 millones, para cerrar definitivamente la causa abierta como consecuencia de la violación de la estricta cuarentena que el mismo presidente había establecido y con la cual había hecho alarde de guapo de pulpería, amenazando con meter presa a la gente que no la acatara.
Tanto el presidente como el ministro Guzmán, siempre sin dar nombres, le respondieron a Cristina Fernández de Kirchner en esta noria sinfín del peronismo peleando contra sí mismo y llevando al país de rehén en esa lucha muchas veces asesina.
A veces la aparición de ciertos personajes permite sacar conclusiones e inferir algunas imágenes de lo que es la realidad de la coalición de gobierno.
Uno podría decir que ya vio todo en la Argentina. En especial si se trata de prácticas para destruir el país. Pero lo que ha hecho la Municipalidad de Morón -a cargo del kirchnerista Lucas Ghi- ya puede anotarse directamente entre las acciones de perversión pública hechas a la luz del día y utilizando los recursos del Estado que fondean los contribuyentes, más aberrantes de la historia reciente.
Cristina Fernández de Kirchner se viene afianzando como una violadora sistemática del orden institucional.
Ayer el ministro de desarrollo social Juan Zabaleta anunció un aumento del 50% de la llamada “tarjeta alimentar” llevando el beneficio a $9000.
Justamente ayer especulábamos con la pregunta sobre si el peronismo podrá decapitar a su “conductor(a)” que, claramente, parece haber secuestrado ese movimiento para su sola finalidad personal de no ir presa.
El gobierno parece haber ingresado en un terreno de misticismo respeto de su visión de la inflación. Ya huérfano de toda excusa que lo exculpe como el único responsable de lo que ocurre con los precios, ha echado mano del diablo para intentar explicarlo.
Martín Tetaz hizo cincuenta preguntas muy concretas. No importa que el impertinente burro que preside la comisión de presupuesto y hacienda de la Cámara de Diputados, el comunista Carlos Heller, no haya dejado que todas se conocieran en el momento. Las que se escucharon son suficientes.
El presidente de Ucrania apareció en la pantalla del Parlamento Europeo y el recinto se transformó en una explosión de aplausos. Incluso no sería raro que Ucrania se transforme en un miembro pleno de la Unión Europea en un trámite express basado en la clara señal de oposición a la dictadura y a la servidumbre que quiere dar Europa en este momento.
Lo que está sucediendo en Corrientes -más allá de que no está claro si todos los incendios han sido naturales, más después de haber escuchado a Hebe (que parece no haber escuchado a su líder, Cristina Kirchner “recomendar” que se practique el amor porque el “odio hace mal y envejece” [sic]) exigiendo a voz en cuello que se quemen “los campos de los ricos”- es de una dimensión tan espeluznante que algunas conductas del gobierno no terminan de entenderse.
Hace unos días Jorge Lanata contó el caso de un señor que le envió un email relatándole a su vez lo que le estaba pasando en su plantación de limones.
Cuenta la historia que, en un colegio de Inglaterra, William Webb Ellis, cansado ya de perder en los partidos de fútbol, tomó la pelota con la mano y la llevó hasta la meta contraria en abierta contradicción a las reglas del juego. Su objetivo de triunfar en el fútbol no tuvo éxito, pero, sin saberlo dio origen a otro deporte, el rugby.
La convocatoria de organizaciones sociales, sindicatos, La Cámpora, el peronismo, y partidos de izquierda, finalmente tendrá lugar hoy con motivo de los dichos del presidente en su visita a EEUU, en el sentido de que su gobierno se prestará para que la Argentina sea la puerta de entrada de los Estados Unidos en América Latina.
La renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de diputados del FdT tiene un significado que excede el mero hecho de que ese diputado no será más el jefe de un sector en el Congreso.
En una semana clave para las negociaciones con el Fondo Monetario, en la previa al vencimiento de enero, el presidente Alberto Fernández se refirió a la cuestión y volvió a marcar que Argentina persigue un acuerdo que no condicione el crecimiento. Expresó que en el pago de la deuda que contrajo el gobierno de Mauricio Macri debe contemplarse el “derecho a crecer como nosotros queremos crecer”. Y agregó que “cuando los ajustes llegaron nuestro pueblo padeció”.
El gestor de los toqueteos llegó a Washington para una visita oficial de dos días que incluirá una reunión con el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, tercera en la línea de sucesión y una de las figuras más influyentes del Partido Demócrata. La visita buscará aceitar la relación bilateral en medio de la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en la cual la Casa Blanca juega un papel decisivo.
Voy a ser directo para que, desde el principio, quede claro lo que quiero transmitir. Y para hacerlo no tengo mejor herramienta que transcribir un párrafo de la obra que quizás haya sido -al mismo tiempo- el más importante tratado de filosofía social y de sociología política de la historia humana y la obra menos referida y consultada por el mainstream de los think tanks, de los analistas y de los filósofos políticos actuales.
El ministro de economía Martín Guzmán convocó ayer a una parodia para comunicar el no-acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Pocas veces un gobierno comunica un mensaje sin contenido. Pero en el peronismo todo se vuelve realidad.
Faltaba algo. Hace rato que notaba que faltaba algo. Y de repente me di cuenta.
No es ninguna novedad, pero vale la pena recordarlo: el gobierno peronista está en guerra. Está en guerra contra un sistema de vida y contra la gente que lo encarna.
Gabriel Boric, el nuevo presidente electo de Chile, ha dicho que él y su fuerza “son la nueva izquierda de Chile que se nutre en su propia historia y en el peronismo argentino”.
Tienen una idea fija. O, mejor dicho, dos: la de eximir de responsabilidad criminal a Cristina Fernández y la de hacer todo el estropicio institucional necesario para lograr ese fin.
Todo el mundo conoce la tendencia a la camorreada que tiene el peronismo.
Dos hechos aparentemente desconectados permiten descifrar en qué tipo de país viven los argentinos.
Hace poco menos de un año una de las referentes económicas que más representan el pensamiento (si es que tiene alguno que no sea el de causar daño) de Cristina Fernández, Fernanda Vallejos, escribió un tweet diciendo que la Argentina tenía una desgracia, una maldición, que consistía en que nuestro mayor rubro de exportación eran alimentos.
Naturalmente, la reacción de todo el pueblo sensato que escuchó al presidente pedir a los gritos que mañana miércoles se saliera a “festejar el triunfo” en Plaza de Mayo, fue tomar ese divague en broma.
El presidente declaró la exclusión nacional de Córdoba.
Una de las principales funciones de un presidente es la representación del país. Es, en alguna medida, SER el país en el exterior.
Lo que está ocurriendo en el sur argentino y, fundamentalmente, la actitud mostrada por el gobierno nacional frente a ese avance terrorista es francamente inusitado.
La nueva mofa del peronismo kirchnerista a todo el pueblo argentino acaba de materializarse con el formato de un spot de campaña política.
La renuncia de Elena Highton de Nolasco a la Corte Suprema de Justicia introduce un factor adicional a la particular inestabilidad que caracteriza este momento de la Argentina que transcurre entre las elecciones PASO, que el gobierno perdió estrepitosamente, y las elecciones de medio término del 14 de noviembre.
Resulta obvio que en el Frente de Todes se respira un aire de desesperación. Han advertido que el terremoto de Olivos ha producido unas réplicas fortísimas en la sociedad y que la imagen del gobierno y la intención de voto a sus candidatos están en serio peligro.
La recopilación de frases dichas ayer por distintos funcionarios del gobierno o allegados a ellos plantea seriamente la capacidad de asombro de los argentinos y también, por qué no, el límite de su propia tolerancia.
El principal spot de campaña del Frente de Todes da vergüenza. En consonancia con todo lo que hacen, uno no puede sentir otra cosa que repugnancia al verlo. La pregunta que surge de inmediato es ¿cómo puede ser que se atrevan? Pero se atreven. Y a ese atrevimiento, que muchas veces no se controvierte, se debe su avance.
“Una sociedad que priorice
la igualdad por sobre la libertad
no obtendrá ninguna de las dos cosas.
Una sociedad que priorice la
libertad por sobre la igualdad,
obtendrá un alto grado de ambas”.
- Milton Friedman
La señora Florencia Peña dijo ayer que había sufrido un colapso y que no había podido hacer su programa de TV a raíz de los dichos que en redes sociales se habían manifestado contra ella como consecuencia de haberse conocido que, en plena cuarentena, se movía libremente para visitar al presidente en Olivos, mientras miles de familias veían “colapsar” a sus negocios, a sus empresas o a sus propios familiares, muertos sin despedida.
Ninguna cantidad de
evidencia logrará
convencer a un idiota.
- Mark Twain
El ministro de salud de la provincia de Buenos Aires, el comunista Daniel Gollán, afirmó que iban a lanzar un nuevo plan “Qunita”.
En plena campaña preelectoral, en donde se están decidiendo las listas de candidatos a ocupar cargos que diseñarán por nosotros el destino que tendrá la Argentina, uno percibe, quizás más que nunca, cómo la corporación política ha plasmado un esquema para imponerse sobre la sociedad común, para que solo ellos sean los beneficiarios de privilegios intolerables y para que el ciudadano común se convierta en una especie de robot, metedor de papeletas llenas de nombre s que no conoce en una caja, para que esos nombres se repartan toda la riqueza y accedan a las fuentes del robo.