Martes, 18 Abril 2017 21:00

Un escenario político de imposibilidad manifiesta

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La palabra “imposibilidad” en el ámbito de la ética política, suele ser definido por un escenario donde irrumpe en forma inesperada una exclusión producida por la repugnancia instintiva de mucha gente a aceptar el quebrantamiento de la moral y las buenas costumbres por parte de quienes gobiernan.

 

La historia está llena de ejemplos al respecto.

En efecto, no hay asunto que se relacione directa o indirectamente con asuntos de corrupción “física”, que no terminen provocando un rechazo visceral de la ciudadanía, porque se interpone al curso ordinario de una vida moralmente sana.

Esto está ínsito en la naturaleza del ser humano.

Desde este punto de vista, el futuro político de Cristina Fernández –al menos en  la extensión que ella pretende-, ESTÁ AGOTADO, porque consiguió sembrar con sus tropelías “financieras” convicciones negativas sin retorno en el espíritu de mucha gente.

Dice Jaime Balmes al respecto: “hay imposibles de los cuales no puede decirse que lo sean de imposibilidad absoluta ni natural y, no obstante, vivimos con tal certeza de que no se realizarán, que no nos la infunde la imposibilidad natural, y poco le falta para producirnos EL MISMO EFECTO QUE LA ABSOLUTA, en donde ninguna causa intuimos que se puede producir y de suyo es imposible que acontezca”.

En el ambiente político de estos días se visualiza con bastante claridad el peso específico de ciertas repugnancias instintivas respecto de algunos hechos ocurridos durante los años de rapiña kirchnerista, que están provocando una creciente y aguda repulsa colectiva de cara al futuro inmediato.

Las encuestas comienzan a retratarlo con creciente nitidez.

Este estado de cosas, neutraliza cualquier argumento que se intente sembrar sobre eventuales “transformaciones” que se producirían con el regreso de quienes probaron durante una década que les importaban poco y nada las “apariencias” al tiempo de consumar sus saqueos.

Muchos pobres, que hasta hoy habían mantenido una reverencia casi mística hacia la “buenaventura K”, comienzan a dudar sobre la veracidad -a tenor de las probanzas jurídicas que comienzan a ser “vox populi”-, de los cuentos chinos  que les vendieron.

Una gran mayoría de ellos, que creyeron, quizá honradamente, estar guiados  por líderes excepcionales, comienzan a convencerse que los mismos resultaron ser al fin y al cabo unos vulgares ladrones de guante blanco.

“Cuando la naturaleza”, arguye Balmes, “habla en el fondo de nuestra alma con voz clara y tono decisivo, ES NECEDAD EL NO ESCUCHARLA. Sólo algunos  hombres dejan de recordar que no hay filosofía de vida que excuse LA FALTA  DE SENTIDO COMÚN”.

El cúmulo de pruebas acumuladas respecto de los desvíos inmorales de los Kirchner, convierten pues a Cristina en una mala opción y la sociedad ha comenzado a mutar sus preferencias.

La guardia pretoriana de la ex Presidente encuentra por lo tanto grandes obstáculos cuando pretende licuar la sorpresa que embarga a quienes la abandonan poco a poco frente a evidencias verificadas que indican que la otrora “reina imperial” no tiene cómo justificar el origen de su colosal fortuna.

Los testimonios recogidos en la justicia respecto del origen de un patrimonio nacido al calor de una corrupción desvergonzada, shockean hoy a sus ex partidarios de buena fe, que se preguntan cuáles fueron las verdaderas intenciones de un matrimonio muy ambicioso y sin escrúpulos, al comprobarse que el dinero acumulado supera cualquier ecuación matemática que se corresponda con dos personas que vivieron durante veinte o más años de los ingresos del Estado.

¿Cuáles son las noticias de su propio feudo en Santa Cruz? ¿No es una provincia que se encuentra quebrada como nos ha dicho la “hermana” Alicia? ¿A quién culpar? ¿A los vientos inclementes del sur? ¿Qué está haciendo hoy el gobierno patagónico para mantenerse “en acción”? ¿Aumentar los sueldos de la gobernadora y sus ministros por decreto, continuando con la depredación de las arcas públicas de sus antecesores?

El kirchnerismo comienza a ser impugnado hasta por aquellos que intentaron sostener una ilusión mágica sobre sus dones para la política, porque la mancha de sus embustes es tan espesa que no consiente ningún disfraz. Está claro que Santa Cruz -la “nave insignia K”-, está quebrada, porque la saqueó una banda  de salteadores con una prolijidad que espanta al más incauto.

Por todo ello, cuando la gente hace cálculos sobre lo que ocurrirá eventualmente en las elecciones de octubre próximo, podemos asegurar que ellas no constituirán un obstáculo para la consolidación de Cambiemos, en tanto y cuanto el gobierno continúe por la senda trazada y ejecutada hasta hoy.

¿Y Cristina entonces, nos preguntan algunos? Les respondemos parodiando el título de una novela de Osvaldo Soriano: “una sombra ya pronto será”.

Carlos Berro Madero

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