"La imaginación al poder", "prohibido, prohibir", "rompamos los viejos engranajes”, “seamos realistas, pidamos lo imposible"; fueron algunas emblemáticas frases, que en forma de grafitis y pancartas aparecieron por doquier en los barrios parisinos y en el centro de la ciudad. Tras semanas de refriegas y disturbios en las calles y en las universidades, la central obrera y los sindicatos se solidarizaron con la romántica y juvenil protesta, decretándola huelga general y paralizando totalmente el país por una semana.
El viejo presidente, héroe de la resistencia, en la Francia ocupada por los Nazis, el general Charles De Gaulle, se sintió obligado a disolver la Asamblea Nacional y convocar a elecciones que, aunque por estrecho margen ganara, no pudo mantenerse en el poder, debiendo dimitir en Abril de 1969.
Un mes más tarde a la dimisión del Presidente de Francia, en el extremo sur del continente Americano, en la docta ciudad de Córdoba, comenzó un levantamiento civil organizado por el Sindicato de Luz y Fuerza y Smata y liderados por Agustín Tosco, Atilio López y Elpidio Torres, resolviendo el paro general de actividades recibiendo el apoyo y solidaridad de la Federación Universitaria Argentina (FUA) y los Centros de Estudiantes de la Universidad de Córdoba, que en el barrio clínicas, las asambleas proclamaban el repudio a la dictadura del General Onganía, que hubo asaltado el poder el 28 de junio de 1966, despojando del mismo al presidente Arturo Illia de La Unión Cívica Radical, que aún tenía un extendido reconocimiento en la provincia.
Asimismo se recordaba "La Represión de la Noche de los Bastones Largos", cuando fueran reprimidos brutalmente científicos, profesores y estudiantes y la consecuente intervención a las Universidades Nacionales, que los estudiantes Reformistas de la FUA, jamás aceptó, creciendo la indignación de una Juventud decidida, reformista y comprometida que luchó en contra de las gravísimas restricciones a la libertad de cátedra, la autonomía y el cogobierno de claustros, tal como lo había proclamado la Reforma Universitaria de 1918.
Onganía y su autodenominada "Revolución Argentina", había anunciado que duraría no menos de 20 años en el poder, pero los anhelos del onganiato, se vio frustrado por esta rebelión obrero-estudiantil de Córdoba, que en dos días logró desacreditar al presidente de facto, quien perdió credibilidad entre sus camaradas de armas y la imagen omnipotente del dictador comenzó a erosionarse rápidamente. Once meses más tarde del primer mártir -el joven militante de la Unión Cívica Radical, Máximo Mena, estudiante de Ingeniería y obrero de la IKA-Renault asesinado por las fuerzas de la represión, el 29 de mayo de 1969-, Onganía renunció, siendo reemplazado por el ignoto General Roberto Marcelo Levingston.
La confluencia entre obreros y estudiantes con la solidaridad de los vecinos de la ciudad de Córdoba, hicieron posible un gran alzamiento popular, que fuera bautizado como el Cordobazo, donde decenas de miles de ciudadanos, vencieron el miedo y en dos jornadas memorables de protesta erigiendo barricadas y fogatas, para protegerse de los gases lacrimógenos, lograron replegar a la policía. La dictadura recurrió al III Cuerpo de Ejército, se decretó el toque de queda, asesinando a 28 militantes y cientos de heridos fueron atendidos en el hospital de Clínicas.
Se allanaron las pensiones Universitarias y los sindicatos, fueron detenidos 400 personas y un Consejo de guerra comenzó a dictar las primeras sentencias punitorias. La revuelta popular fue sofocada, sin embargo el Cordobazo adquirió proporciones míticas, se lo comparó al Mayo del 68 francés y ha quedado para la historia como la lucha de un pueblo en busca de una dignidad cívica que los liberase de las ataduras de una Dictadura Militar retardataria, violenta y represora que no entendió nunca que se venían tiempos de cambio, donde la juventud con su insumisa postura sería protagonista.
Cierro los ojos un instante, imagino aquellas jornadas de lucha y un susurro me invade el alma, escucho "aquí están, estos son los brazos de Pampillón" entremezclado con una melodía que no es otra que obla-di obla-da, lifes goes on bra la-la how. The live goes on! de los Beatles. La apertura democrática, sin proscripciones ni condicionamientos, empezó a vislumbrarse en el horizonte, los jóvenes estudiantes universitarios y obreros de Córdoba, con extrema valentía, ¡habían vencido!, plasmando su libertaria utopía, aunque ellos, todavía no lo sabían.
Jorge Ferronato
Historiador
Director del Ciclo Básico Común UBA