Lunes, 29 Abril 2019 21:00

Hablar “por boca de ganso” y el “Riesgo País”

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Nuestra sociedad no parece “decodificar” correctamente algunos acontecimientos que están sucediendo en estos días, sobre los que muchos opinan “por boca de ganso”, repitiendo algo que oyeron no saben bien dónde y de quién, cuya capacidad de información y sabiduría jamás analizan, poseídos por el miedo de que algo irreparable pueda ocurrir en sus vidas ante la contienda electoral que se avecina; como si la misma fuera un símil del escenario previo al hundimiento del Titanic.

 

Este “crescendo” ha llegado a límites extremos que nos están llevando a un verdadero “dead end”, cuyo guión y financiamiento está encabezado claramente por miembros del “establishment” y el kirchnerismo, que no parecen haberle perdonado al Ing. Macri que los haya dejado librados a su suerte en las causas judiciales en trámite que los incriminan.

Ortega y Gasset solía describir a la civilización y la república como entes que no se sostienen por sí mismos porque son artificio, decía, y requieren un “artesano” para poder aprovecharse de los beneficios que ellas proporcionan.

A la vista de lo que ocurre hoy, podemos asegurar que nos están haciendo falta con urgencia algunos “artesanos” del pensamiento que nos alejen de la selva vocinglera en la que se han “plantado” juicios de valor sobre una realidad que intenta “pegarle” a nuestra falta de firmeza en materia de convicciones personales.

Vemos aumentar así el diapasón de un lenguaje apocalíptico de referentes e “informadores” que nos empujan a inmolarnos en el hogar ardiente de consignas indescifrables, lo cual nos hace pensar QUE CADA VEZ ES MENOR EL NÚMERO DE PERSONAS CUYA MENTE ESTÉ A LA ALTURA NECESARIA PARA SOLUCIONAR LOS PROBLEMAS QUE DEBEMOS RESOLVER PARA SEGUIR SIENDO PARTE DE LA “CIVILIZACIÓN” QUE DESCRIBÍA ORTEGA, sumergidos, como estamos, en la oscuridad, sin ver remedio para nuestras penurias en gobiernos presididos por Macri, Cristina, Lavagna o, ni siquiera –discúlpesenos el lunfardismo-, Mongo Aurelio.

Dicen algunos economistas –entre otras cosas-, que nuestros problemas nacen en el excesivo gasto público y la enormidad de la plantilla de empleados estatales, provinciales y municipales entre otros males a la vez que resulta imposible sostener los impuestos distorsivos que nos agobian, señalando con insistencia unánime que solo un plan de reformas estructurales pondría las finanzas públicas en caja nuevamente.

Está muy bien. Concordamos. En realidad, es lo que trató de hacer Cambiemos en los últimos tres años luego de destapar horrorizado la olla K, tropezando con un optimismo cuasi adolescente y haciendo malabares para neutralizar a una oposición variopinta liderada por el peronismo, que buscó erosionar desde el vamos la confianza popular en el gobierno.

En ese escenario, ¿hubiera sido posible –por dar un solo ejemplo-, echar a la calle “de una” al supuesto excedente de trabajadores del Estado sin provocar una hecatombe social sin precedentes?

Causa estupor que algunos de quienes lo admiten hoy sean los mismos que contribuyeron a “inflar” dicho Estado hasta llegar a las proporciones elefantiásicas actuales, rodeándose de amanuenses que les hicieran un “aguante” para robar a cuatro manos, como se ha comprobado.

Ante un panorama semejante, cuando alguien intenta convencernos de lo que manifiesta saber con una precisión sospechosa, sería bueno que recordásemos los dichos del filósofo catalán Jaime Balmes al respecto de cuestiones semejantes: “ciertos hombres poseen cualidades tan a propósito para deslumbrar, para presentar los objetos desde el punto de vista que les conviene o les preocupa, que no es raro ver a la experiencia, al buen juicio, al tino, no poder contestar a una nube de argumentos especiosos otra cosa que: ESTO NO IRÁ BIEN; ESTOS RACIOCINIOS NO SON CONCLUYENTES; AQUÍ HAY ILUSIÓN Y EL TIEMPO LO PONDRÁ EN EVIDENCIA”.

En este escenario confuso, ha reaparecido simultáneamente el “cuco” del índice denominado “riesgo país” de los mercados llamados “emergentes” o, técnicamente, EMBI (Emerging Markets Bonds Index), elaborado y suministrado por el J.P. Morgan, una institución que representa –bueno es recordarlo-, la quintaesencia de la especulación financiera internacional.

Este índice es blandido como “raison d´état” por quienes parecen haberse complotado entre nosotros para derribar al actual gobierno antes del final de su mandato.

Su difusión, sugiriendo en qué mercados convendría “salir”, “entrar” y/o justipreciar la ayuda financiera en un momento determinado, suele provocar el aislamiento de quienes son castigados por supuestos comportamientos erráticos en materia económica, moviéndolos muchas veces a bajar los brazos y comportarse de acuerdo con los pronósticos, para constituirse finalmente en profecías autocumplidas.

El hombre del común, sintiéndose incapaz de escapar a un destino trágico, se entrega así a la desesperanza, situación de la que sacan rápido partido muchos oportunistas.

Nuestra opinión: estamos convencidos que el drama actual está basado fundamentalmente en la falta de confianza al gobierno, que pretenden insuflar a como dé lugar quienes perciben que la sociedad comienza a juzgarlos por primera vez en años por sus corruptelas precedentes, sin que nadie mueva un dedo desde el poder para interferir con la justicia.

Por todo lo expuesto, volvemos a recordar una vez más las palabras del célebre héroe francés de la Primera Guerra, el Mariscal Foch, quien decía: “es preferible pecar por ejecutivo que por ineficaz, porque es en el balance de los errores y los aciertos que se juzga el valor de una gestión, Y NO EN LA FALTA DE ERRORES DE QUIEN NO FUE CAPAZ DE TENER ACIERTOS”.

A buen entendedor, pocas palabras.

Carlos Berro Madero  
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