Una catarata generalizada de informaciones SUBJETIVAS sobre la realidad – y por ende falsas en sustancia-, agobia hoy día al hombre del común por la variedad con que llegan a los portales, presentando la misma mediante centenares de maneras diferentes, al punto que provocan la tentación de taparse la cabeza con una frazada para salir de ellas a como dé lugar.
La falsía informativa ha terminado perforando así el standard riguroso que requiere el respeto a la verdad “verdadera”, para convertirse en una caricatura alimentada por ciertos sectores de opinión interesados en presentarla de modo tal que sirva para “orientar a la opinión pública” (sic) en un sentido considerado razonable A SU CRITERIO.
Quienes lo hacen, parecen ignorar que la democracia no puede subsistir sino a través de dicha verdad y que las “interpretaciones” de la misma no deberían ser propaladas jamás como noticias fidedignas.
Puede observarse así con estupor el criterio de muchos profesionales de los servicios de información que suelen convertir los medios en los que escriben en verdaderos “espacios ideológicos alternativos” pretendiendo contribuir, supuestamente, al “esclarecimiento popular” (¿).
Ha crecido de tal modo lo que el filósofo francés Jean Revel denomina “OLLA PODRIDA DE IDEAS PRECONCEBIDAS” (sic), que reparte la distribución de su contenido para “propiciar el mantenimiento de una información plural”, olvidando (¿ex profeso?), que DICHA INFORMACIÓN NO DEBE SER JAMÁS PLURAL, SINO FIDEDIGNA, PARA QUE TODO LO QUE LA MISMA GENERE, SEA TOMADO SOLAMENTE COMO UNA OPINIÓN PARCIAL.
Quien afirma que esa información “dirigida” trata de preservar la independencia del poder político, olvida que ese es el trabajo que compete al ciudadano luego de haber tomado conocimiento de lo ocurrido con sujeción estricta a la verdad.
“Una redacción debe defender su independencia ante el poder político y ante los accionistas”, señala Revel, “pero no para hacer cualquier uso de ella”.
Cuando algún sector del periodismo trata de disimular la intencionalidad con que transmite las noticias, basándose en el principio de respeto a la libertad de prensa, no debiera confundir a quien recibe en realidad SU OPINIÓN sobre acontecimientos ocurridos, porque la verdadera información consiste en sujetarse a los hechos sin acotaciones personales de ninguna naturaleza.
Lo otro, pertenece al campo de la opinión. Válida, pero opinión al fin.
La grieta de la que todo el mundo habla -señalada como culpable de todos nuestros males-, ha llegado a ser tal, en gran medida, por la confusión que siembran quienes han contribuido a mezclar informaciones con opiniones, afectando severamente la calidad e imparcialidad de las noticias al distorsionar caprichosamente LA RIGUROSIDAD DE LOS HECHOS.
“¿Qué derecho moral conservan algunos periodistas para reprochar a los políticos su falta de honestidad”, añade Revel, “si ellos mismos se entregan a la misma amputación en sentido inverso?”
Ello ocurre por una NECESIDAD DE CREER de muchos individuos que, es más fuerte que el DESEO DE SABER, tratando de soslayar la verdad, lo que los lleva a escoger instintivamente los hechos más favorables a sus convicciones personales y rechazar los otros, para acentuar de tal modo una tendencia generalizada a desinformar intencionadamente.
A buen entendedor, pocas palabras.
Carlos Berro Madero
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