Lunes, 01 Julio 2019 21:00

La mentalidad de cabotaje del kirchnerismo

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No hay que ser demasiado instruido para advertir que el movimiento que intenta volver al poder con la Faraona Kirchner a la cabeza de una turbamulta revolucionaria sin remedio sigue sosteniendo como siempre los principios básicos de su política de cabotaje: el encierro fronteras adentro, mirando de reojo, con recelo, al resto del mundo. Nada ajeno al vientre en llamas de sus cuadros “militantes”, resulta del agrado de quienes hoy luchan para “enamorar” a los votantes de Cambiemos eventualmente desencantados.

 

Los discursos de Alberto F. (el supuesto “bueno y moderado” chirolita de Cristina) y el imberbe hijo de la “abogada exitosa”, que solo demuestra capacidad para organizar una tribu de salvajes incivilizados a quienes “ninguna pilcha ajena” les queda bien -como decía aquel borracho del cuento de Napoleón y Gardel-, lo dicen todo.

Criticar el acuerdo logrado entre el Mercosur y la Unión Europea (mérito indiscutible de Cambiemos), que obligará posiblemente a nuestros futuros gobiernos a dejar de tocar la “mandolina” para convertirnos en un país exportador EN SERIO en los renglones en los que hemos sido bendecidos por la naturaleza, permitirán abandonar eventualmente el sistema de “dádivas” otorgadas a quienes desearon mantener siempre sus empresas en rubros sin competitividad internacional alguna.

Esos rubros prototípicos de la Argentina “flor de ceibo” que fomentó el General Perón, y que, desde entonces, luchan por la supervivencia, arrimándose al gobierno de turno (generalmente peronista), para obtener algún “subsidio” (eufemismo de “ventajita”), que les permita mantener estructuras obsoletas, para sostener el estilo de vida de dirigentes que pilotean autos de “alta gama”, viajan por el mundo alojándose en hoteles cinco estrellas y viven en grandes mansiones de origen injustificable.

Como será el cinismo de los K al respecto, que fueron ellos mismos quienes hicieron una exhibición obscena de lujos y frivolidades gracias a sus políticas orientadas a “vivir con lo nuestro” (¡pobre Aldo Ferrer!), durante una década signada por carteras Luis Vuitton, automóviles BMW y aviones que llevaban y traían de y hacia el sur patagónico diarios para la lectura “al día” de sus jerarcas.

Más todas las evidencias escandalosas de las pruebas acumuladas en los expedientes donde se juzga a los que ellos llaman “presos políticos” (¿).

Durante sus ciclos de gobierno, los Kirchner fomentaron la mediocridad en lugar de promover el surgimiento de nuevos emprendedores, recogiendo con su medio mundo pescador a todos aquellos que creían –y siguen creyendo-, que el Estado es una nodriza a tiempo completo, sin vacaciones ni aguinaldo.

Por ello, solemos recordar una frase agudísima del inolvidable filósofo y economista Ludwig von Mises: “el incomparable éxito del marxismo (a él le rinden homenaje solapado los “camporistas” revolucionarios de la vanguardia K), se debe a que ofrece la perspectiva de satisfacer las aspiraciones y sueños de venganza tan profundamente consustanciados con el alma humana desde tiempo inmemorial. Promete un paraíso en la tierra y, lo que es más grato aún para los perdedores en el juego de la vida (la mar de veces por voluntad propia), la humillación de todos los que son mejores o más fuertes que la multitud”.

Las supuestas estrategias de igualdad del kirchnerismo involucraron a sus gobiernos en la redistribución de impuestos de inspiración “benefactora”, restringiendo la libertad económica POR MEDIO DE LA LEGISLACIÓN Y CIERTAS TÁCTICAS COERCITIVAS DE LOS SINDICATOS, PARA APODERARSE ASÍ DE LOS SECTORES VITALES DE LA ECONOMÍA, MIENTRAS EXPROPIABAN INTEMPESTIVA Y TORPEMENTE LAS DEUDAS DE LA NACIÓN.

Quizá por eso la lapicera de Cristina ha impuesto hoy una enorme mayoría de “militantes” en las listas de candidatos para la futura legislatura nacional y las provinciales. Militantes que persiguen “ideales” (¿)

infestados de una ideología abandonada por el 90% de los países del orbe, que decidieron desarrollarse al compás de la modernidad, abandonando sus carretas tiradas por “percherones”.

Y no hablamos de Asia, Europa y los Estados Unidos solamente, sino de nuestros vecinos, que, salvo dos o tres excepciones, lograron sacarse de encima los berrinches populo-marxistas de algunos inadaptados.

Intentando reorganizar una vez más sus “topos de jardín” -los “camporistas”-, el kirchnerismo intentará el acceso de centenares de ellos al Congreso Nacional y las legislaturas provinciales, para el caso de que “los Fernández” reciban un cachetazo en los próximos comicios, bloqueando desde allí como “ultima ratio” cualquier iniciativa que no les satisfaga.

Esa es la verdad y ninguna otra.

A buen entendedor, pocas palabras.

Carlos Berro Madero
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