Alfredo Leuco

La banda de delincuentes liderada por Cristina perpetró la estafa más grande de la historia democrática. Nadie robó tanto durante tanto tiempo como los Kirchner. La verdad, el juicio y castigo por semejante cleptocracia está en marcha. El primer paso fue la condena a 6 años de cárcel por corrupción en la causa Vialidad. Pero hay otros expedientes, menos avanzados, pero más graves como “Los cuadernos de las coimas K” o los casos conocidos popularmente como “Hotesur” o “La Ruta del dinero K”.

Cristina quiere dinamitar la democracia. Siente que no tiene otro camino para salvar su pellejo. Su plan golpista aparece entre líneas en todos sus discursos y en las declaraciones de sus talibanes. Es muy probable que fracase en su intento, pero no van a aflojar. Jorge Fernández Díaz, fue muy preciso en La Nación cuando la caracterizó como “autócrata en grado de tentativa”.

Los jueces lo explicaron con toda rigurosidad en más de 1.600 páginas de fundamentos. Pero lo central es que Cristina fue condenada a 6 años de cárcel porque, puso “al estado al servicio de la consumación del delito”. Esto permite llamar delincuente a la vicepresidenta que, según el escrito conocido hoy, mantuvo “relaciones económicas promiscuas con Lázaro Báez”, con el que además, hizo “todo tipo de acuerdos espurios”. Eso dice el expediente. No es una opinión de un periodista. El robo que les produjo a todos los argentinos supera los 80 mil millones de pesos, solo en esta causa.

Es tan grande la derrota cultural de este cuarto gobierno kirchnerista que acaba de evidenciar que perdió hasta el olfato popular. Frente a la vuelta olímpica más grande del mundo, por tierra y por aire, Alberto y Cristina quedaron atontados, sin saber bien que decir ni dónde ponerse. La reacción ciudadana ante la victoria deportiva más importante de todos los tiempos produjo una concentración multitudinaria jamás vista en la historia, de alrededor de 5 millones de personas, que se repitió en casi todas las ciudades y los pueblitos de la Argentina.

Dos conocidos cristinistas insultaron, amenazaron e intentaron golpear al fiscal Diego Luciani. Las agresiones protagonizadas por el encuestador militante Artemio López y Clara Abelenda ocurrieron en el restaurante Lo de Fran en Mar del Plata. Muchos se preguntan si no fue una emboscada, o algo preparado. Llamó la atención la complicidad de uno de los mozos con la señora que desde el minuto uno provocó a Luciani, su esposa y dos matrimonios amigos más que habían ido a comer pescado.

La democracia no se terminó. Todo lo contrario. Las sagradas instituciones republicanas salieron fortalecidas. La condena por corrupción a Cristina implicó derrotar dos de los principales venenos del estado de derecho: la impunidad y el miedo. Son dos tóxicos poderosos.

El último papelón de Cristina es que, después de 20 años en el poder, recién ahora descubrió que la inseguridad es un drama en la Argentina. Recién ahora se enteró que los que más sufren los robos y los asesinatos son los más pobres y los más vulnerables, que son los jubilados. Nunca les importó el tema. Todo lo contrario.

¿Evitar todo tipo de insultos y descalificaciones? ¿Buscar consensos mínimos y administrar con racionalidad y sin agresiones los disensos? En eso estoy de acuerdo. Ninguna familia, ninguna empresa o país puede crecer sin cohesión. Para desarrollar con inclusión y en forma igualitaria a la Argentina, necesitamos tirar todos para un mismo lado y no ventear la energía en peleas fratricidas.

Una vez más, Cristina utilizó la figura de Juan Domingo Perón para sus propios intereses y obsesiones. El acto en La Plata tuvo como excusa que hoy se cumplen 50 años desde el retorno de Perón a la Argentina pero el verdadero motivo es la búsqueda de la impunidad para Cristina.

Hace casi dos décadas que el cristinismo tiene secuestrado al peronismo. La gran incógnita que surge después de analizar lo que pasó es si el kirchnerismo, finalmente, le dará el tiro de gracia para matar al peronismo. El 17 de octubre de 1945 fue el día del parto, el momento fundacional y del nacimiento del peronismo. ¿El 17 de octubre de 2022, será el día del fin del peronismo tal como lo conocemos?

El Comité Nacional de la Unión Cívica Radical tomó distancia de las críticas de Facundo Manes contra Mauricio Macri.  No lo nombraron, pero en un comunicado formal, aseguraron que ese partido “trabaja cotidianamente para fortalecer Juntos por el Cambio” y que “cualquier manifestación que se aparte de ese rumbo, no importa de dónde provenga, lesiona la esperanza que venimos construyendo”.

Los cuatro gobiernos kirchneristas quebraron económicamente a la Argentina y la sometieron a la mega corrupción y a un régimen nacional populista con fuertes sesgos autoritarios. En el plano de las relaciones internacionales, cometieron el peor de los pecados.

Estela Carlotto, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo llegó a decir: “No vamos a permitir que condenen a Cristina Kirchner”. O que “Patricia Bullrich tendría que estar en la cárcel”. O que a “Cristina la protegió Dios”. Estela estuvo en el senado con Cristina y en la mesa a la que convocó Alberto en la Casa Rosada.

Roberto Navarro es el empresario de medios que más rápido se hizo millonario. Recibió montañas de pauta publicitaria por parte del kirchnerismo. A cambio, se transformó en una suerte de vocero informal de Cristina. En su rol de para periodista de estado, fue el autor material de la tristemente célebre operación para ensuciar a Enrique Olivera horas antes de las elecciones. Difundió una información falsa con real malicia, a pedido de Alberto Fernández que en esa época era jefe de gabinete de Néstor. Elisa Carrió no lo olvidará jamás.

Están todos borrados. Nadie quiere poner la cara ni por el desastre actual de este gobierno ni por la hecatombe que viene. Hasta el obediente Gustavo Béliz se fue del desgobierno con un portazo.

Las relaciones carnales de los gobiernos kirchneristas con los países que más violan los derechos humanos, ya son una política de estado. Tal vez comenzaron con los negociados de dólares sucios de la megacorrupción disfrazada de Patria Grande, que parieron el concubinato de Hugo Chávez y Néstor Kirchner.

Argentina atraviesa el peor momento del peor gobierno de la historia democrática. En medio de un tsunami de pésimas noticias, Alberto Fernández le entregó el bastón presidencial a Cristina. De los atributos de mando, a Alberto solo le queda la banda.

Alberto está perdido en la neblina de sus papelones seriales. No para de cometer errores no forzados. Todos los días le prende fuego a un pedazo de su investidura. El Presidente de la Nación no sabe ni lo que quiere. Esta mañana se comportó como el jefe de campaña de Patricia Bullrich. Le subió el precio.  Había mucha expectativa por la primera audiencia de conciliación presencial.

El golpe de Cristina contra Alberto está en la última etapa, la del tiro del final. A esta altura, solo falta que la vice en persona le dé el empujón y lo arroje al abismo institucional. Hoy Cristina dijo que “se puede ser legal y legítimo de origen, pero no de gestión”. Fue al estilo de aquel sablazo de “que te pongan una banda y te den un bastón no es todo el poder”. ¿Se acuerda?

Los argentinos que valoran y defienden la República han recibido una buena noticia. Prácticamente, la totalidad de los bloques opositores, se pusieron de acuerdo en impulsar la Boleta Única de Papel. Es un hecho político que les hace mostrar racionalidad democrática, diálogo y les permite marcar agenda y recuperar la iniciativa.

 

Juntos por el Cambio carece de un líder capaz de ganar por sí mismo las elecciones del año que viene. Y si llegara a triunfar, producto de la división del kirchnerismo, la actual oposición no tiene la solidez para gobernar y producir las profundas transformaciones que necesita la Argentina.

 

Aquellos que son capaces de prender fuego a un diario o a la sede de una institución del gobierno, son capaces de incendiar la democracia.

 

 

Con valentía y excelencia jurídica, el fiscal Diego Velasco reclamó que Cristina y sus hijos sean sometidos a juicio oral y vayan al banquillo de los acusados. La minuciosa apelación de Velasco, en 249 páginas, también le pidió a la Cámara de Casación que anule el sobreseimiento de los integrantes del Cártel de los Pingüinos Millonarios y que aparte a los dos jueces que cometieron semejante atropello.

 

 

Desde el retorno de la democracia en 1983, nadie le hizo tanto daño a la República como Cristina. Y nadie está en condiciones de seguir haciendo más daño todavía.

 

 

Para Cristina y Máximo hay dos clases de periodistas: sus empleados y los enemigos. Esto es así desde la génesis de ese ladri feudalismo nacido y criado en Santa Cruz. La intolerancia, el autoritarismo y la censura están en el ADN del kirchnerismo.

 

 

Volvieron mucho peores. Por eso perdieron 5 millones 200 mil votos en dos años, un récord histórico. Como precisó Carlos Pagni, el gobierno de los Fernández perdió el 40% del apoyo en las urnas que habían logrado en el 2019.

 

 

Del creador de “La inseguridad es una sensación”, ahora llega “La inseguridad es una enfermedad endémica”. Sin que se le cayera la cara de vergüenza, Aníbal Fernández, el responsable máximo de la seguridad del país, apeló a otra mentira.

 

 

La alarmante inseguridad que estamos sufriendo los argentinos no es un fenómeno natural. No es una tormenta. No cae del cielo, ni surge de un virus que no conocemos. Los crímenes brutales y los robos cotidianos no nacieron de un repollo. Son una construcción del hombre o mejor dicho, son una destrucción del hombre.

 

 

El gobierno de los Fernández quiere que vote la menor cantidad de gente posible y que haya la mayor posibilidad de hacer trampas en las elecciones del domingo. Por eso hay que estar alertas y fiscalizar con pasión y rigurosidad.

 

 

No quiero dejar pasar algo gravísimo que dijo Máximo Kirchner en Escobar. El príncipe heredero de la Reina Cristina culpó a los medios de comunicación de “ser el caldo de cultivo” para “que la gente actúe así”. Se estaba refiriendo al balazo que el diputado nacional, Miguel Arias recibió durante un acto proselitista en el interior de Corrientes. Con una irresponsabilidad sumamente peligrosa hizo responsable al periodismo crítico de que alguien haya disparado un arma desde las sombras. Máximo aseguró que el odio es el combustible que fomenta estos delitos y aberraciones absolutamente condenables.

 

 

Según los diccionarios de lunfardo, el adjetivo “chanta”, viene del genovés, chantapufi, como se denomina al que no paga sus deudas. Enseguida aparecen otras acepciones: fanfarrón, que alardea de lo que carece y tramposo, de poca credibilidad.

 

 

Sin tobillera electrónica y en libertad. Espero equivocarme, pero toda la información que dispongo dice que, en unas horas, Amado Boudou quedará en libertad y eso es una señal peligrosa de gravedad institucional.

 

 

Los kirchneristas liderados por Cristina, que perpetraron el robo del siglo, el más grande de la historia democrática… O esos productores agropecuarios auto convocados para mañana en San Nicolás que apuestan todos los días a la cultura del trabajo, el esfuerzo, la innovación tecnológica y el mérito.

 

 

Nicolás Maquiavelo escribió que “la multitud es más sabia y constante que el príncipe”. Yo no creo demasiado en eso. Sería como decir que el pueblo nunca se equivoca y yo creo que, a lo largo de la historia, el pueblo se equivocó muchas veces. Y en varios momentos, como durante el nazismo, nos abrió las puertas del infierno.

 

 

Todas las fuentes consultadas en la justicia dicen que solo un milagro la puede salvar de ir a una prisión federal. Estamos hablando de Milagro Sala, la comandante de la agrupación kirchnerista Tupac Amaru. El gobernador de Jujuy, Gerardo Morales pidió que Sala cumpla un total de 7 años en la cárcel de General Güemes, en Salta. Es por la condena que ella sufrió por haber amenazado y agredido a huevazos y sillazos y con elementos contundentes al actual jefe provincial en el año 2009. Su defensa presentó un pedido de prescripción, pero fue rechazado.

 

Sergio Massa es el autor material de un crimen de lesa constitucionalidad. La autora intelectual de ese intento de someter a la justicia es Cristina, quien, además, es su principal beneficiaria con la impunidad que tanto la desespera.

 

Carlos Zannini es el alter ego, el monje negro de Cristina. Es el autor ideológico de las movidas más extremas y autoritarias del gobierno. Es el que diseñó el plan sistemático para la impunidad de Cristina y del Cártel de los Pingüinos y la venganza contra los jueces y periodistas que se atrevieron a denunciarla o investigarla.

 

Tal vez todavía no tomamos suficiente conciencia, pero estamos entrando en un alerta roja del tablero democrático. Suenan las alarmas porque todos los días estamos utilizando conceptos peligrosos para el sistema menos malo que se conoce y el que todos los argentinos decidimos fortalecer desde 1983.

 

Alberto Fernández suele hacer alarde de lo que carece. ¿Se acuerda cuando dijo que el suyo era un gobierno de científicos? En poco tiempo, se confirmó que era todo lo contrario. La mayoría de los ministros y funcionarios son inútiles, vagos y mentirosos. Y en el equipo de Kicillof, pasa lo mismo.

 

 

La rebelión de las mamis le propinó al gobierno de los Fernández una verdadera paliza política. Armadas apenas con sentido común, amor a la educación de sus hijos y un teléfono celular, vencieron en todos los planos al fanatismo autoritario. En la calle con movilizaciones espontáneas sin camisetas partidarias, en las redes sociales con datos certeros y memes irónicos y en la justicia que le ordenó a Rodríguez Larreta que abriera las escuelas.

 

Nunca es bueno negar la realidad. Y mucho menos cuando los contagiados y los muertos aumentan todos los días. Eso genera angustia. Estamos en el medio de una catástrofe sanitaria. Y todo el mundo se inquieta porque ve al gobierno produciendo una segunda ola de mala praxis. Otra vez, comete los mismos errores.

 

A Sergio, lo agarraron con las manos en la Massa. El Presidente de la Cámara de Diputados cometió un sincericidio al decir que “no hace falta someter a los argentinos a tener que ir a votar dos veces”. Con su cara de “yo no fui”, deschavó el verdadero plan de La Cámpora y de Cristina. Versión uno: que las PASO sean al mismo día de las elecciones. Versión dos: hay muchos contagios y muertos por la pandemia, eliminemos, por esta vez, los comicios de medio tiempo.

 

 

El gabinete está lleno de funcionarios que no funcionan. Gobierno de mediocres más que de científicos. Pero lo que realmente tiene extrema gravedad institucional es que Alberto es un presidente que no preside. Nos estamos acostumbrando, pero se trata de una anomalía que no permite que el gobierno gobierne.

 

Conviene encender una luz de alerta roja en el tablero del gobierno. Además de la hecatombe económica y sanitaria, hay por lo menos, dos cuestiones de extrema gravedad institucional que están ocurriendo en forma simultánea. El plan sistemático de Cristina para poner a la justicia al servicio de su impunidad y venganza. Y la velocidad y ferocidad con que Cristina ha vaciado de poder a Alberto.

 

 

La idolatría de los kirchneristas por los billetes parece empujarlos a cantar siempre la misma melodía: “money, money, money”, aquel viejo tema del grupo Abba. ¿Se acuerda?

 

 

Le confieso que todavía estoy impresionado con la fotografía del Mausoleo de Néstor Kirchner que publicó ayer La Nación.

 

 

El comandante Horacio Verbitsky pasó a retiro. Esa es una y solo una de las consecuencias políticas del tráfico de vacunas del gobierno de los Fernández.

 

 

Una heroica formoseña anónima, con la bandera argentina como poncho y con un cartel de cuatro palabras dijo todo lo que había que decir: “Gildo, sos el virus”.

El discurso de Alberto Fernández describió un país que no existe. Se podría resumir así: "Todos los éxitos son míos y todos los fracasos son de Macri". Un país de mentiras que tal vez solo habita en la cabeza de Cristina Kirchner, porque ni Alberto se cree lo que dijo.

El discurso de Alberto Fernández describió un país que no existe. Se podría resumir así: "Todos los éxitos son míos y todos los fracasos son de Macri". Un país de mentiras que tal vez solo habita en la cabeza de Cristina Kirchner, porque ni Alberto se cree lo que dijo.

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