Miguel Wiñazki
Los festejos por la Selección convocaron a una multitud inédita que no exhibió ningún estandarte partidario, pero fue un gesto político en un sentido amplio.
A lo largo de su vida, tuvo la valentía de enfrentar los palazos policiales, pero luego viró a una macabra sumisión a la política más rapaz.
El look de Luana Volnovich y Martín Rodríguez son la imagen viva de la Cámpora hoy.
Legisladores de Juntos votaron en favor de la continuidad de las oligarquías dominantes.
Alberto Fernández y Macri se bombardearon entre sí, acusándose de mentirosos. Frente a tantos desatinos, la sociedad se mantiene en pie, contra viento y marea.
La falta de vacunas propicia las restricciones, la cerrazón y el acorralamiento social.
La oferta de Soledad Quereilhac a la ensayista fue el intento de sumarla a un discurso tramposo. La vacunación racional y democrática continúa siendo una farsa.
La ofensiva anti periodística retrospectiva y resurrecta ha mutado en una concreta amenaza de cárcel contra los informadores no oficialistas.
La ex presidenta maneja muy bien el deporte de irrumpir con palabras que atraen aunque no denoten nada.
Barrionuevo apareció al comando del partido y distribuyendo nuevos espacios de poder.
Rossi, Filmus, Kicillof y Moreau actuaron en el Congreso bajo las órdenes directas de Cristina.
La filosofía comunicacional del Gobierno se evidenció zigzagueante.
Los notorios voceros, beneficiarios y ganapanes K durante largos años de alabanzas al modelo desde Martín Sabbatella, Gabriela Cerrutti, los glamorosos Nancy Duplaa y Pablo Echarri o Daddy Brieva, entre otros personajes aun menores que ellos, han elucubrado un nuevo relato: “no sabíamos”, “estamos atribulados”, “es una estrategia para atacar al proyecto nacional y popular” y otras excusas oportunistas y huecas.
Hay una correlación indudable entre el populismo norteamericano del siglo XIX y el triunfo de Donald Trump.