Roberto García
Mejor decir que tiene astucia a llamarla astuta, como se ufanaría la recordada Mafalda. Broma menor a quien se responsabiliza de la treta que le permitió dividir como una ameba al bloque oficialista en el Senado para obtener un delegado propio en el Consejo de la Magistratura.
Además de propiciar una interna en su partido, ahora se dispone a presidir una de las fracciones postulantes a encabezar la formula opositora en el 2023.
Aunque la próxima semana, juran en los mentideros, habrá novedades en el cuadro gobernante de la Argentina. Mientras, nadie echa a nadie, ni el cuzquito al titán, ni el gigante a la mosca.
Justo cuando cree que merece una cocarda, aplausos y confetti, por mitigar la falta de gas en el próximo invierno acordando con el Brasil de Bolsonaro y por haber evitado el default argentino al convenir con el FMI, Martín Guzmán sufre y padece el acoso cristinista, el reclamo inclemente de su renuncia. Es el muñeco a pegarle en el parque de diversiones.
Cristina Kirchner y Alberto Fernández titubean ante sus propios dilemas por la sucesión, al igual que el jefe opositor, al que el tema del 2023 lo agobia.
La vicepresidenta impulsó el nuevo blanqueo para bienes en el exterior con el FMI de excusa.
Cristina recurre al "eje del mal" para buscar a los fugadores de dólares negros - Por Roberto García
El embajador de Estados Unidos Marc Stanley alabó a la reina del Senado, quien dijo que "no está en contra de yanquilandia" y pidió apoyo para el blanqueo encubierto.
Alepo-Ucrania-Argentina. Semeja el letrero de una terminal de tren esta curiosa continuidad militar y política. Si Putin en Siria y ahora en Ucrania rodea las ciudades, bombardea y obliga a la fuga masiva de sus habitantes como objetivo superior, más de uno tuvo la ocurrencia de comparar ese cerco castrense al exultante cristinismo que hoy acecha al gobierno de Alberto Fernández desde el terreno político.
"Tierra o nicho" para Alberto y Guzmán, el deseo cristinista que abre la pregunta: ¿Llegó el momento "Isabelita" de Alberto Fernández?
Cuando se sufre 2% de suba semanal en los alimentos como ocurre ahora –en estos últimos quince días del mes– la única alternativa del Gobierno es declarar la guerra a la inflación. Aunque no alcance con el pronunciamiento ante la deprimente noticia de un índice, en ese rubro, superior al 8% mensual.
Mientras los guerreros del gobierno la emprenden contra la inflación, a uno de ellos lo buscan como al soldado Ryan. No está en Ucrania. Para muchos, Máximo Kirchner es un desertor.
Ni el vesánico Putin dispone de tantas garantías de impunidad en su invasión bélica a Ucrania. Era necesaria demasiada imaginación para suponer que el frente opositor en el Congreso le obsequiase el permiso para matar al 007 argentino: Alberto Fernández.
Cristina motorizó la opinión contraria al acuerdo. El fundamento de la dama dice: con ese acuerdo no se triunfa en las elecciones. Pero el mandatario impuso su voluntad opuesta. Sabe que el default sería el principio del fin.
Ya no quedan margaritas ni para arrojarle a los cerdos. De ahí que Martín Guzmán no puede deshojar las florcitas y preguntarse: “¿Me quedo?”, “¿Me voy?”, “¿Me echan?”. Como si el Ministerio de Economía fuera su amada y, sus tribulaciones, una ronda interminable de la mañana a la noche.
Macri supone que los desvaríos oficiales lo favorecen y que alcanza un premio político este fin de semana luego de extensas vacaciones. Típico de un país que siempre le paga al que no trabaja. O trabaja poco.
Empezó la hora de los halcones. Podría ser una pregunta y no un acierto. Pero, como el pronóstico viene acompañado por la reaparición del aparato militar-industrial en el mundo, tal vez se vuelva certeza. Más gasto bélico para complicar la economía de todos, según ya se comprometen en Francia, Gran Bretaña, obviamente China, EE.UU. y otras naciones: el rédito al miedo. Obra imprevista quizás de Putin al avanzar sobre Ucrania.
El vínculo renacido entre Sergio Massa y Máximo indica que algo se mueve en el interior del oficialismo: el mismo Massa reconoce que si él hubiera intervenido, el heredero K no hubiese abandonado la titularidad del bloque
Volátil como los mercados, Sergio Berni anunció primero que se alejaba del kirchnerismo. Como se siente heredero no deseado de Cristina, quien considera imperdonable un incidente físico que tuvo con su hijo Máximo, sostuvo el jefe de los policías: “Es hora de cortar el cordón umbilical”. Médico al fin para explicar sus acciones políticas.
Se agrega otro infiel al malón de candidatos, un renegado para la historieta: Sergio Massa. Alguien que aspira a lo que hace años pudo ser y no quiso, la gobernación de Buenos Aires.
Para disipar el disgusto que le produjo a Cristina el entendimiento con el FMI, Alberto se volvió obsequioso en declaraciones con rusos y chinos, una forma de colmar el cuarto de la dama con muñecas, osos de peluche y flores. Y compensar a la engañada esposa por su trasnoche y parranda políticas.
Ninguna duda en los pocos invitados al cumpleaños 63 de Mauricio Macri: reconocen que quiere volver a ser Presidente.
Semana de expectativas: hablará el Presidente luego de su rol de écuyere con dos de los grandes dueños del circo (Putin y Jinping) y, quizás, la misma Cristina, silenciada después que su hijo se apartó del Gobierno. A ella, sin duda, le costará contagiarse del entusiasmo personal que transmitirá Alberto, común a todos los mandatarios cuando regresan de un viaje.
Satisfecho con el acuerdo con el FMI, Alberto Fernández promueve su propia aspiración dormida, el albertismo. Y del otro lado, magullados, madre e hijo iniciaron otra etapa palaciega: un golpe en dos tiempos.
Usted tiene libertad para hablar, el derecho a la palabra. Más que una licencia, la oposición pretende imponerle una exigencia a Cristina de Kirchner: perder por la boca, como los peces. Cree Cambiemos que, si la vice se pronuncia contra el acuerdo con el FMI, puede sellar una divisoria fatal con Alberto Fernández.
Por un punto del déficit, nadie cree que la Argentina vaya al default en marzo. Ni que el FMI habilite ese trauma económico, la quiebra de un país.
Hablaron de Vidal, de Bullrich y, sobre todo, de sus preocupaciones sobre la economía. Los interrogantes sobre el Presidente y su aislamiento. Asistentes controvertidos en ausencia fueron Sergio Massa, los radicales Facundo Manes y Gerardo Morales. El impacto de las grabaciones en el Banco Provincia.
Clave será febrero para Alberto Fernández. A su juicio, la vuelta de su viaje por Rusia y China viene con respirador para oxigenar su gobierno y esa criatura propia que no termina de alumbrarse desde que llegó a la Presidencia: el "albertismo".
El rescate de un alma apartada podría ser un saldo benéfico de la entrevista Alberto Fernández-Xi Jinping. Ambas naciones le deben una reivindicación a Juan L. Ortiz, “Juanele”, un postergado del negocio editorial y de los circuitos literarios, pero considerado por quienes lo han leído como uno de los mayores poetas argentinos.
Poco imaginativa, Cristina recupera la técnica oprobiosa de su difunto marido para invadir la Corte, lo que significa en términos militares una declaración de guerra futura. Hay quienes especulan con otra idea de la dama: como el arreglo con el FMI no será una brillosa copa para presumir en una vidriera, la épica del gobierno requiere de otro enemigo.
Se los puede ver juntos en Punta del Este: Coppola y Stiusso, Guillermo y Jaime, el ingeniero. Uno, experto en Maradona, hablando de Diego y de la muerte del hermano Hugo. El otro, protagonista subdesarrollado de Le Carrè, atendiendo la multitud de rumores que ronda al inestable gobierno de los Fernández. Dicen que parece saber más de lo que expresa: el mito del espía.
Así como Cristina y Guzmán demandan hoy una reparación histórica o una autoflagelación del FMI por haberle prestado dinero a Macri, los revolucionarios rusos se descolgaron con una exigencia no prevista: los prestamistas debían compensar a Moscú por haber financiado las acciones del llamado ejercito blanco que había combatido contra Lenin, Trotsky, Bujarin y Stalin. O sea que nada había que pagar.
De tal palo, tal astilla. El refrán no garantiza que su aplicación mejore la especie. Ni la calidad de la madera. La cita viene a cuento de dos últimas intervenciones, la de Máximo Kirchner en Diputados al hundir el presupuesto propio, y la del ministro Martín Soria ante los miembros de la Corte Suprema.
Si para Cristina el ministro no tiene siquiera "los ojos celestes del padre", mayor desilusión le habrá generado enterarse de que su devoto funcionario, al amenazar a los integrantes de la Corte con sus críticas, no se atrevió a deslizar un discurso de memoria: tuvo que leer su impetuosa "apretada".
Navidad con sorpresas: alboroto en la Casa Rosada, amenazas, dimisiones o pedidos de renuncia.
Culpa de la genética familiar. O víctima de una compadrita leyenda. Así acaba de proceder Máximo en Diputados, calcando a Néstor, quien, exasperado por el conflicto con el campo, invitó en el 2008 a pelear o a votar en el Senado –venía a ser lo mismo– para ser derrotado por apenas un “no positivo” de Julio Cobos.
Coinciden este fin de semana en elegir nuevos jefes los peronistas bonaerenses y radicales de todo el país. Casi seguro se consagra Máximo Kirchner en un lado y Gerardo Morales en el otro, ambos con mayoría discutida y judicializada.
Mérito de La Cámpora: juntó más gente que los hinchas de River que el día anterior festejaron una victoria de hace tres años. Y no son los de la banda la mitad más uno en el fútbol. Igual costó demasiado cara esa ventaja numérica; en un lado se pagaba la asistencia, en el otro fue gratuita, voluntaria.
Se suceden los acontecimientos en la semana: el viernes habla Cristina en Plaza de Mayo, en un acto preparado por la propia “platita” de La Cámpora o del gobierno, difícil que en esa evocación sobre la vuelta a la democracia le diga orgullosa a la multitud: “Le vamos a pagar al Fondo”.
Sueño. Insaurralde llegó a la Jefatura de Gabinete bonaerense y aspira a pelear por la gobernación.
Al reaparecer Elisa Carrió, estalló el gallinero de Juntos. La misma explosión que se produce en el vestuario del Frente, un cabaret como un jugador alguna vez definió a Boca, cada vez que Cristina escribe una carta.
“Alberto cumple, Cristina dignifica”. Remedo del slogan peroniano que alimentaba los libros y las cabezas escolares a mediados del siglo pasado. Hoy se aplica a quienes creyeron, cuando la viuda de Kirchner anunció la candidatura presidencial de Fernández, que ese obsequio suponía un compromiso: resolver en la Justicia las causas que la complicaban.
El Grand Albert con capa, galera y cuatro kilos menos: se ha remasterizado. Exclama "ya ganamos": le chupamos la sangre al FMI. La repetición circense se aguarda para el momento en que cierre un acuerdo con el organismo internacional.
De pronto, los argentinos se van a convertir en expertos sobre Islandia, Congo, Ucrania y Seychelles, cuatro de los ocho estados en el mundo que han celebrado con el FMI un acuerdo en base a las facilidades extendidas. Naciones con problemas en la balanza de pagos o estructurales.
El acto fue por la unidad, no por la militancia: el gobierno quiere evitar gajos sueltos para el 2023. Pareció un fracaso el intento, aunque hasta una Cristina embroncada simulo aceptar la nueva alternativa.
País volátil. Ni se acuerda la gente que hace seis meses la obsesión opositora reposaba en un solo argumento: impedir que los Fernández alcanzaran quórum propio en Diputados, descontando que el Senado se mantendría como una escribanía exitosa de Cristina mientras la provincia de Buenos Aires consolidaba un santuario para La Cámpora y su protectora. Diagnóstico erróneo, al parecer.
Cuando Mauricio Macri invitó a Javier Milei para conversar ya conspiraba contra la lista de María Eugenia Vidal. Y de Horacio Rodríguez Larreta. Ahora que habla a favor del belicoso economista, el complot se multiplica.
La estrategia porteña de Horacio Rodríguez Larreta contra el fulminante avance electoral de Javier Milei. Hoy, al jefe capitalino le conviene más que salga segundo el mixturado radical-peronista Leandro Santoro y no el fenómeno exótico del libertario.
Como más de uno lo vio hace 72 horas a Daniel Scioli en Pizza Cero, justo donde alterna Horacio Rodríguez Larreta (vive en ese edificio), prosperaron los interrogantes. ¿Se ve con el jefe de Gobierno, lo convocó Alberto antes de viajar a Roma o acaso lo citó Cristina de Kirchner?
Otra vez Cristina debió reparar su testamento: sacó al “chiquito” Kicillof de la sucesión presidencial —al revés de lo que había prometido en público hace unos meses— y le quitó a Alberto Fernández la posibilidad de reelegirse. De un saque y sin anestesia. Victimas opacadas, apocadas, no dan la talla.
“Después de las elecciones, vamos a sacar a todos los de La Cámpora”. Lo dice un sector del gobierno que involucra a intendentes, gobernadores y sindicalistas. Cercanos a un líder presunto, Alberto Fernández.