Jorge Raventos

 

Las últimas encuestas -enmarcadas en la, por varias semanas, serena navegación del dólar y en la atmósfera de apertura suscitada por la incorporación de Miguel Pichetto al vértice oficialista- alimentan el optimismo del gobierno.

 

 

Fernández pierde los estribos, discute con los periodistas y termina evocando las actitudes de las que quiere tomar distancia.

 

 

La firma del acuerdo estratégico borra de la campaña la discusión entre la gestión del gobierno de Mauricio Macri y los modales y prácticas de la gestión anterior. El nuevo escenario impone un debate sobre el hoy y el mañana, obligando a la Argentina a involucrarse en el flamante bloque con sus socios y vecinos.

 

 

 

La candidatura del liberal significaba un problema para el Gobierno, que vería reducido su caudal electoral. Para luchar contra esa posibilidad se valieron de Alberto Assef, veterano político que estuvo con Perón, Seineldín, Menem, Kirchner y Massa. Marcos Peña y Máximo K tuvieron un rol clave en la conformación de las listas.

 

 

 

Pichetto sería una bisagra para permitir que el nuevo período sea una transición normalizadora.

 

 

El compañero de fórmula de Mauricio Macri bien pudo haber estado en la lista de Alternativa Federal. Pero siempre le tiró centros al área al Presidente, que terminó incluyéndolo en el binomio oficialista para satisfacer las demandas de apertura de la UCR. La figura del nuevo candidato tuvo un efecto inmediato en la cotización del dólar y en las expectativas de triunfo de la coalición gobernante.

 

 

La visita de Jair Bolsonaro puede ser considerada como un capítulo más de la campaña electoral. Mauricio Macri llamó a un acuerdo en el que la base era que Cristina Kirchner no volviera a gobernar. La jugada táctica de CFK al armar la fórmula es un modo de saltar la valla que le impide competir mano a mano con el Presidente.

 

 

Cambiemos con Macri, los K con la fórmula Fernández-Kirchner (el Fernández-Fernández es un gambeta de su pasado), Consenso 19 con Lavagna, Alternativa Federal con Schiaretti o Urtubey, Massa buscando su lugar... Todas las estrategias valen para intentar llegar a la Casa Rosada.

 

 

 

El terremoto que provocó la jugada de Cristina Fernández de Kirchner no sólo le ha empezado a dar rédito en las encuestas, sino que ha provocado un temblor político que afecta a propios y a adversarios. ­La mentada polarización puede desvanecerse hasta transformarse en un mano a mano, un truco gallo o un triángulo de cuatro.

 

 

Acusaban a la Corte Suprema de haber "votado" por Cristina Fernández Kirchner, pero el proceso contra la ex mandataria sigue su curso. Mientras tanto, en Cambiemos los radicales quieren forzar un cambio para diluir el manejo hegemónico del titular del Ejecutivo. Sin embargo, a lo sumo sólo conseguirán hacerlo ir a las PASO.

 

 

Al lanzar ahora su convocatoria resumida en 10 puntos, el gobierno confiesa en verdad que necesita esa base amplia para completar el período y abrir sostenidamente una nueva etapa, que pueda continuar después del comicio, sea quien fuera el presidente electo.

 

 

La Casa Rosada cree que ha dado con una estrategia para detener la avanzada del dólar. La imagen de Mauricio Macri está supeditada a los vaivenes de la cotización de la moneda estadounidense. Superar la crisis de confianza que viven los mercados es el desafío para pensar en un segundo mandato presidencial.

 

 

El plan oficial no sólo está expuesto a examen en el día a día, sino que el gobierno debe ya empezar a explicar qué propone para el día después. Y a pensar a qué medicina de urgencia puede recurrir el día menos pensado.

 

 

Si se estudia con atención y sin preconceptos los resultados electorales provinciales ofrecen indicios más ricos que muchas encuestas para palpitar la pulseada política nacional de octubre y noviembre.

 

 

Para el partido fundado por Macri ya no se trata, por otra parte, de confrontar prioritariamente con interlocutores del kirchnerismo, sino de potenciar sus lazos con los radicales. Francisco aguarda el fin de la crispación social para visitar su país.

 

 

El Gobierno empieza a darse por enterado de que hay un malestar creciente en la calle y alcanza a su propio público. La actitud presidencial de afrontar con vehemencia estos momentos especialmente aciagos es probable que no sea suficiente para recuperar terreno perdido.

 

 

La situación política comenzó a dar señales de tomar velocidad. La polarización entre Cambiemos y el kirchnerismo va quedando relegados en algunos distritos. En otros, la división entre la Casa Rosada y la UCR se hace evidente y en el medio surge la figura de Lavagna y la invitación para que Bergolgio llegue al país.

 

 

El comicio que el próximo domingo decidirá quién ha de ser el próximo gobernador de la provincia de Neuquén inaugura en la práctica el año electoral.

 

 

Mauricio Macri dará su discurso ante la Asamblea Legislativa. quizás se incline por hablar como candidato a la reelección más que como presidente que transita su cuarto año de gestión. También apelará a la crisis venezolana para ensanchar la brecha que tanto alimenta en su compulsa con Cristina Kirchner.

 

 

La derrota de Carlos Javier (El Colorado) Mac Allister en la interna de Cambiemos de la provincia de La Pampa para nominar al candidato del oficialismo nacional a la gobernación representó una señal ominosa para los estrategas de Balcarce 50.

 

 

Para beneplácito del Gobierno, los medios más influyentes han desplazado de sus pantallas y sus primeras planas las amarguras que suele deparar la economía. Se multiplican las noticias sobre crímenes y delitos, el avatar venezolano que el oficialismo ha conseguido instalar propagandísticamente como contracara y, por cierto, sobre la temática de la corrupción K.

 

 

Los fuertes liderazgos de Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner obligan al peronismo alternativo a diseñar estrategias para posicionarse como tercera opción. Otras fuerzas progresistas de oposición también juegan su partido tratando de encontrar un candidato. Si Lavagna va a ser candidato, sólo lo será de una coincidencia de esa naturaleza.

 

 

La decisión de la Casa Rosada de no desdoblar el comicio bonaerense, interpretada a dúo con la gobernadora, despejó una de las incógnitas principales de cara al proceso electoral de octubre.

 

 

El Gobierno decidió imponer por decreto de necesidad y urgencia una iniciativa que impulsó ya cinco años atrás el renovador peronista Sergio Massa. La única diferencia es el formato legal: aquél era un proyecto de ley, mientras el Ejecutivo prefirió la vía del decreto. ­ En tanto que una salida de baja violencia a la crisis venezolana necesitará más jugadores.

 

 

Tanto uso de la urna no es necesariamente sinónimo de democracia plena. Según el estudio más reciente sobre el tema de The Economist Intelligence Unit, Argentina es una "democracia defectuosa"

 

 

La política internacional no es un juego de visitas sino una tarea colectiva que se hace en casa. El país debe afrontar esos desafíos acelerando reformas que impulsen el incremento de su productividad, ofrezcan seguridad jurídica a mediano y largo plazo.

 

 

La Argentina no pudo con el Superclásico por la final de la Copa Libertadores, pero acoge a los principales líderes del mundo. La frustración­ del partido tuvo­ hasta ahora más­ repercusión en la­ opinión pública­ que la cumbre.

 

 

De tanto trabajar las fallas que, a los ojos de los estrategas oficialistas, fracturan la geología peronista, el Gobierno descuidó las fisuras propias de su coalición que, de improviso pero no sorpresivamente, se empiezan a dejar ver en la superficie.

 

 

Dentro de diez meses casi exactos, el 11 de agosto de 2019, las elecciones primarias definirán los candidatos que competirán en octubre por la presidencia.

 

 

Cada vez que Brasil crece, ese crecimiento económico se ve reflejado en la Argentina. En esas condiciones, convertir a la corrección política en un obstáculo para las relaciones más estrechas sería una torpeza imperdonable.

 

 

Tanto en las filas de la oposición como en el oficialismo hay miradas -si se quiere, complementarias- que prefieren que al país le vaya mal así los votantes aprenden. La misa en Luján y los incidentes en la Plaza del Congreso.

 

 

Al menos durante cierto lapso, todo indica que el ex militar se consagrará en la segunda vuelta electoral y que junto, a su par argentino, están llamados a trabajar en un espacio compartido.

 

 

En la perspectiva de una dura lucha electoral, el Gobierno sabe que no puede perder ni un voto. En ese contexto, trata de que el aporte del FMI le permita llegar a los comicios de 2019 en una situación económica más aliviada. Pero, al mismo tiempo, enfrenta las tormentas desatadas por Elisa Carrió.

 

 

El oficialismo pretende una polarización en, la que el eje anticorrupción prevalezca sobre el eje económico.

 

 

Que el gobierno use al kirchnerismo como el kirchnerismo usó en su momento la evocación del gobierno militar y la represión desbocada de los años 70 para estimular una, digamos, "polarización positiva", sigue apareciendo como la principal estrategia electoral del oficialismo.

 

 

Una golondrina no hace verano. El dólar se serenó en los últimos días hábiles, en las conversaciones con el FMI imperaron la comprensión y el ánimo flexible y Mauricio Macri se comunicó una vez más con Donald Trump para conseguir el apoyo de Washington (y consiguió renovarlo). Todo bien.

 

 

El miércoles último, "el mejor equipo" delegó en su jefe, el Presidente, la función de fusible y lo dejó expuesto a un deterioro formidable de autoridad. Con la confianza minada, sería más fácil para el Gobierno actuar buscando soluciones que no sean simples instrumentos electorales.

 

 

El "Gloriagate" impacta en los cálculos de 2019.

 

 

El Peronismo Federal no puede repetir la actitud pasiva del último miércoles sin pagar un costo político por ello.

 

 

Mientras la media sanción en Diputados funcionó como un despertador para los cuadros de las iglesias (en primer lugar, la católica) que decidieron empeñarse a fondo para frenar la legalización del aborto, el Gobierno sigue buscando su lugar en el mundo y el escándalo de la corrupción K siembra dudas sobre la economía.

 

 

Más allá del juicio sobre la intención de la Casa Rosada, habría que admitir que la discusión del rol que el país reserva hoy a las Fuerzas Armadas resulta algo demasiado importante para encogerlo al tamaño de un subterfugio.

 

 

Mantener en pie a CFK sigue siendo un elemento central de la estrategia del Gobierno. Mientras tanto, Para Pichetto no es viable un amontonamiento peronista con el kirchnerismo y Solá no quiere una elección con "dos peronismos" porque eso beneficiaría a Macri.

 

 

Masculla que el peronismo es poco confiable y carece de una cabeza reconocida. Pero ante los efectos de la crisis, el influjo de las encuestas y los reclamos que recibe, el Gobierno parece explorar una nueva sintonía con la realidad y trabajar por, al menos, un acuerdo básico que permita atravesar los próximos dos trimestres

 

 

La crisis ha revuelto al oficialismo y ha mostrado diferencias disimuladas. Por supuesto, también hay cruces fuertes con la oposición. Este contexto se da en un momento en que la necesidad de alcanzar acuerdos se hace cada vez más imperiosa.

 

 

El anuncio del FMI y el cambio de rango otorgado eran cuestiones que se aguardaban con gran expectativa. Pero no todo lo que brilla es oro y esas buenas nuevas tienen un costo: el Gobierno debe actuar con fuertes límites.

 

 

El tema del aborto fue lanzado en momentos en que los traspiés económicos ocupaban el centro en las preocupaciones. También reveló una grieta diferente de la que había demarcado la política kirchnerista. Mientras tanto, se acerca el 2019 y el Gobierno no logra alcanzar acuerdos básicos y el PJ busca construir una alternativa electoral válida.

 

 

El Gobierno­ necesita un­ programa más­ atractivo que­ el mero ajuste.

 

 

Sin duda el país afronta una situación difícil. Los obstáculos al diálogo no alientan buenas expectativas.

 

 

En las últimas semanas han empezado a invertirse tendencias en el oficialismo y la oposición. Hasta no hace mucho en el gobierno se regocijaban con las divisiones del peronismo (y las estimulaban, dentro de sus posibilidades). Entretanto, el oficialismo gozaba de la relativa unidad que ofrecía el ejercicio concentrado del poder.

 

 

El Presidente­ acaba de poner­ la luz de giro­ y ya insinúa­ un viraje.­ Tarde, pero seguro, Mauricio Macri entendió que debe orientarse por el camino de la política, el acuerdo y la participación.

 

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