Eduardo van der Kooy

El Presidente electo mueve demasiadas piezas para armar su gabinete. Genera tensiones libertarias y con sus socios del PRO. Paga su primer derecho de piso. 

Hace muchos días que la motosierra de la campaña no aparece en escena. Las últimas estridencias de Javier Milei se escucharon en la arenga del domingo a la noche cuando gritó “Viva La Libertad, carajo!!”. En las varias entrevistas periodísticas concedidas estos días el Presidente electo nunca elevó la voz ni hizo gestos ampulosos. Habló sentado (costumbre llamativa) siempre sobre el borde de la silla o sillón. Con riesgo de caerse. Algo de la estética va mutando en el dirigente libertario. 

La sociedad pareció buscar el epílogo del ciclo kirchnerista que empezó en 2003.
Fue clave la fiscalización del PRO en la provincia de Buenos Aires. 

La Argentina se enfrenta a su elección más dramática. En la campaña prevaleció la confrontación sucia que profundizó la grieta. Milei se apropió de la demanda de cambio. Massa ocultó a los K y al Presidente. 

Pese a su actuación en el debate, al ministro-candidato le pasan números donde persiste la paridad. Y no tiene un día sin malas noticias. El libertario insiste en que le harán "trampa". Qué papel juega Macri. 

Se advierte un nítido contraste en el último tramo de la campaña que desarrollan Sergio Massa y Javier Milei. El ministro-candidato está embarcado en una actividad frenética, que combina un sinfín de recorridas, apariciones mediáticas, actos oficiales y promesas de buenaventura si se convierte en presidente. Transmite la impresión de estar jugando todas sus fichas. ¿Señal de que no se siente ganador o simple arremetida para intentar sacar una ventaja indescontable a su adversario? 

El caso de espionaje ilegal que involucra a dirigentes del oficialismo golpea al ministro candidato. 

El último tramo de la campaña muestra la metamorfosis impúdica de los candidatos para decir y hacer. Uno que gobierna se hace el distraído. El otro, debió asociarse a la que se suponía combatía. 

Busca mostrar la dependencia que el libertario tiene con Mauricio Macri, mientras el ministro-candidato afirma sin ruborizarse que no es kirchnerista. El estilo turbio, el papel que jugó Barrionuevo y el cara a cara que se viene en el debate. 

El estallido de Juntos por el Cambio fue una gran noticia para el ministro-candidato. Ocultó la crisis económica que empeora. Parece una ayuda para el balotaje contra Milei. Disimuló diferencias políticas con la vice, en caso de que triunfe en noviembre. 

El libertario flexibilizó sus mensajes y el ministro-candidato usa la unidad como bandera. 

La reconfiguración política que consumó la Argentina en las elecciones de ayer estaría certificando la aseveración que en los últimos días realizó el consultor Guillermo Oliveto. Habló de una sociedad con una “crisis de sentido”. Que en medio de una decadencia acentuada no alcanza a divisar un horizonte. Los resultados del domingo, que conducen a un balotaje en noviembre entre Sergio Massa y Javier Milei, parecerían otorgar vigencia plena a aquel diagnóstico. 

Las elecciones se realizan con dos coaliciones políticas rotas y otra, la de Milei, que es un enigma. ¿Qué sucederá mañana si Massa queda fuera del balotaje? 

Ninguno de los principales encuestadores deja de contemplar la posibilidad de una sorpresa en la elección del domingo.
En las PASO, nadie había visto venir el fenómeno en que se convirtió Milei. 

Hace 55 días que está recluida. Massa se esfuerza por ordenar al PJ. Lograrlo con La Cámpora y los K es más difícil. 

Bullrich empieza a hacer en campaña lo que a Massa le cuesta horrores: intentar discutir de economía con el candidato libertario. La elección de Melconian fortalece ese flanco de Juntos por el Cambio. Milei estaría esquivando el reto. Cualquier vuelco electoral dependería mucho de sus propios errores. 

El libertario descansa en su triunfo en las PASO y cedió a sus voceros la defensa de sus ideas. El desconcierto en el oficialismo y la oposición. Los índices que inquietan a Massa y el apuro en sacar a Melconian a la cancha. 

El libertario se modera para ahuyentar su principal enemigo en campaña: el miedo que provocaría su personalidad. 

Las PASO dejaron un Gobierno ahuecado, la oposición tradicional en shock y a un triunfador sorpresivo. La indefinición y la dura crisis económica hacen más difícil el camino a octubre. La tensión social, las acusaciones y una pasividad peligrosa. 

Fue el único que enfrentó la debacle electoral. El Presidente, Cristina y Máximo estuvieron borrados. También la CGT. La profundización de la crisis económica favorece a Milei. Es una pesadilla para la campaña oficial. Incomoda a Bullrich. 

A su consistencia mediática, Milei tendrá que añadir precisión en sus propuestas. 

Con el dramático broche de violencia y muertes por la inseguridad, el Gobierno juega su supervivencia en las PASO. La oposición necesita recuperar confianza popular para regresar al poder. 

El ministro-candidato no pudo evadir las preguntas sobre la situación económica. Cristina lo apoya pero a distancia y tiene deferencias con su jefe de campaña, Eduardo De Pedro. Preocupación en Buenos Aires. 

El ministro-candidato busca apoyo en caudillos peronistas provinciales. Su convivencia en campaña con el kirchnerismo es difícil. Grabois tiene ayudas impensadas. ¿Cristina continúa confiando en el líder renovador? 

Los resultados de las elecciones provinciales muestran una reprogramación del mapa político en la Argentina. Y un inédito retroceso peronista desde la vuelta de la democracia. En esa aridez y golpeado por la crisis económica que no da respiro, tiene que salir a buscar votos. 

El acuerdo con el FMI le dio aire a corto plazo. Luego de las PASO deberá hacer otros ajustes, tema que excluye de la campaña. Ahora se recuesta en el PJ tradicional para ver si logra un repunte electoral. Inquietud por Buenos Aires. 

El organismo le tendió una mano al ministro-candidato que hace campaña en La Rural y en las provincias peronistas. La Cámpora lo mira de reojo y apenas pone su energía en bolsones del conurbano. 

El FMI demanda medidas que Sergio Massa no puede cumplir. La campaña lo condiciona. El kirchnerismo lo limita. Está como un rehén. Analiza decisiones para recaudar dólares. Tendrán secuelas negativas en la economía. Sus maniobras políticas le hacen perder fiabilidad. 

Massa acelera su kirchnerización. Igual que hizo el Presidente en sus primeros tiempos. Utiliza la negociación con el FMI como bandera de campaña. 

En el massismo nadie niega que Amado Boudou esté trabajando para destrabar el acuerdo con el FMI. Y ahora Máximo Kirchner subió al barco a Julio de Vido. De condenados a indultados, ¿vale todo en nombre de la unidad? 

Testea a Massa en la difícil negociación con el FMI. No quiere que se repita lo de Guzmán. Tiene decidido regular su campaña hasta las PASO. Junto a La Cámpora dará vía libre a Grabois. 

Ni Cristina ni Máximo hicieron esfuerzos para bajar la candidatura del dirigente social, que arrastra votos de izquierda y del kirchnerismo duro. La mala relación de Massa con el Papa y el papel del nuevo arzobispo de Buenos Aires. 

Massa aparece como salvador del oficialismo con una economía con más del 100% de inflación. Boudou ahora defiende el acuerdo con el FMI.  

Según el relato de la Vicepresidenta, el ministro de Economía era la tercera opción para candidato a presidente. El recelo con lo que lo sigue mirando el kirchnerismo y la variante de Grabois para contener voto duro. 

Gobernadores e intendentes exigieron a la vicepresidenta la candidatura de Massa. El ministro utilizó el momento para una extorsión. Hundió a De Pedro. 

Los incidentes en Jujuy quedaron hilvanados con las elecciones PASO en Chaco, atravesadas por la desaparición y muerte de la joven Cecilia Strzyzowski. 

La vicepresidenta dejó en evidencia su declive al no poder evitar las PASO. Ese desafío la enoja. Sus candidatos están obligados a barrer a Scioli. Para terminar también con Alberto. 

El libertario no consiguió hacer pie, ni siquiera cuando apoyó abiertamente a un candidato. Del amesetamiento a la teoría de los tres tercios y los triunfos de los oficialismos. 

La presión del ministro para que no haya PASO en el oficialismo se diluye. La amenaza de una ruptura del FR con el kirchnerismo, también. 

La crisis hace crujir la unidad en la oposición. El jefe de la Ciudad pone en juego su rol de conductor y el ex presidente no quiere ser espectador de la pelea que mutó de rivales a enemigos. 

La vicepresidenta no logra politizar la causa del magnicidio. La definición de candidatos está entre brumas. Máximo viajó a China como vigía de Massa. 

El ministro de Economía es una especie de premier: usa el nuevo avión presidencial y Alberto Fernández debe ir con uno viejo a Brasil. Pero su impulso como candidato está muy condicionado. 

El diputado es mano derecha de Cristina para definir candidatos. Tuvo un duro diálogo con Kicillof para que piense en ser presidenciable. Apoya a De Pedro. Protege a Massa, cuya postulación depende de factores económicos. 

El Presidente invitó al acto al que no irá y le bajó el precio a la vice, que será la única oradora. Además, la vinculó a la corrupción de Lázaro Báez. Nafta para el fuego interno donde varios se animan a candidatearse. 

Ratificó que no será candidata. Describió una emergencia electoral para el Gobierno. No piensa ceder su papel de electora, aunque tiene dificultades para moldear un candidato competitivo. 

Nunca el kirchnerismo se sintió más huérfano que en este presente, con su jefa corrida. La inflación que amenaza con llegar a los dos dígitos y la decisión de la vicepresidenta, parecen dejar al ministro de Economía en un contexto de soledad política. 

La inflación horada la candidatura de Massa. Genera la incertidumbre que el ministro reclama en el plano político con el fin de borrar las PASO para ser proclamado. 

La decisión del máximo tribunal de suspender las elecciones de gobernador en San Juan y Tucumán encierra un fuerte significado político-institucional. Es un primer límite al oficialismo que motoriza el juicio político contra sus miembros. 

La vicepresidenta observa que la realidad económica estraga la candidatura del ministro. No puede con la inflación. A casi un mes del cierre de listas no asoma una estrategia. 

El ministro acompaña a Fernández en Brasil, en busca de financiamiento. Su potencial candidatura presidencial genera cortocircuitos en la CGT y desnuda las carencias políticas del oficialismo. 

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