Mauricio Macri no cederá protagonismo en la interna de Juntos por el Cambio a pesar del anunció sorpresivo de esta mañana. El expresidente sorprendió a todos, inclusive a la versión original de esta columna, con un video de renunciamiento que potencia tanto las chances de captación de Juntos por el Cambio entre moderados y duros, como la interna propia del grupo que ahora se acelerará. Macri actúa, aunque sin ser candidato desde hoy, como si se tratara de un presidente en ejercicio que debe mantener su poder hasta el último momento para evitar sufrir el síndrome del pato rengo, no va a aflojar en su decisión de mantenerse como el conductor que decidirá a quien bendecir como candidato.
En ese rol toda la política argentina seguirá cada uno de sus movimientos quizás hasta con más intriga que hasta ahora. A quién apoye Macri o como intentará moldear la PASO de Juntos por el Cambio quizás definan el futuro de esta elección 2023. El expresidente volvió al país dando muestras claras de esas intenciones. Hasta ahora recibió, escuchó, repartió fotos con cada aspirante a candidato que la pida, aunque no todas con el mismo ímpetu, desde Horacio Rodríguez Larreta, hasta María Eugenia Vidal (anoche en su casamiento), Patricia Bullrich o cualquier radical menos Gerardo Morales. Una de esas fotos se volvió ahora esencial para adivinar el futuro: la que deben tener Rodríguez Larreta y Jorge Macri. Será un indicio claro sobre la existencia de algún acuerdo en solucionar la elección porteña, que es la que hoy mueve la mitad de los problemas de la interna del PRO. También hará falta seguir más de cerca a Javier Milei, gran contenedor desde hoy de voto duro que miraba a Macri como candidato.
De ahí que una de las obsesiones que se le escuchan en esas reuniones gira sobre la Ciudad de Buenos Aires. El público en general no sabe que la sucesión del control de la Ciudad es un paso previo, esencial y clave para el PRO, antes de avanzar con la presidencial. Macri en esto es inflexible, al punto que Martín Lousteau ya sabe hace rato que Rodríguez Larreta no le cumplirá la promesa de una alternancia con los socios radicales en el Gobierno porteño. Nunca fue posible esa chance. La foto de Larreta con Jorge Macri aparece ahora en muchas agendas de las oficinas de Uspallata.
En la agenda de Macri de este mes aparece una fecha clave en la que todo el mundo económico puso la mirada. El expresidente había conseguido, al menos hasta el 12 de abril, generar intriga y quedar en el centro de la escena. Ese día hablará ante el Consejo Interamericano de Comercio y la Producción, más conocido como el CiCyP. No existe otro grupo de mayor peso económico en la Argentina, sin mencionar AEA. Para hablar en lenguaje más llano: el círculo rojo elevado a su máxima expresión. Tras el renunciamiento la fecha ahora es viste como uno de los posibles momentos en que Macri de alguna señal sobre sus preferencias en la interna entre Larreta y Bullrich.
Esta vez Macri se garantizó no solo una platea exclusiva como Carlos Bulgheroni, Eduardo Eurnekian, Adelmo Gabbi, Marcos Pereda, Daniel Funes de Rioja; Gustavo Weiss y todo el empresariado argentino, sino que lo hará con audiencia extendida.
La puesta en escena será especial. El CiCyP se reúne normalmente para escuchar a la personalidad estratégica del momento en almuerzos que se realizan en el Salón Versalles del Hotel Alvear. Allí Sergio Massa habló el 22 de noviembre pasado, en la reunión con que la organización cerró el año.
Macri abre la temporada 2023 hablando en un almuerzo que cambia de sede a la Rural, ya que la SRA, ahora a cargo de la presidencia del CiCyP decidió organizarlo en casa propia. Toda la movida, obviamente, es con agenda coordinada y pedida por el propio Macri.
Mientras Macri se asegura mantener el centro de la escena con impacto de anuncios y presentaciones ante el mundo económico, Alberto Fernández se mantiene a la cabeza de su Gobierno en agonía, pero sin ceder. El kirchnerismo comienza a darse cuenta de que lo que pensó como un ridículo político imposible podía llegar a hacerse realidad: una PASO en el Frente de Todos con el presidente en competencia.
Cristina Fernández de Kirchner tiene por delante el iceberg económico más grande que debió enfrentar el kirchnerismo en su historia. No hay consultora internacional o local que pronostique un 2023 que pueda llegar con calma a las elecciones de octubre. Un promedio de 6% de inflación hasta junio sería solo el preludio de otro de 7% hasta diciembre. Y con ese número el anualizado estaría largamente por encima de 120%.
Es imposible pensar que ese número pueda resultar social y políticamente sostenible y sin efectos letales sobre la campaña electoral del oficialismo. El problema es que, a pesar de los esfuerzos y las peligrosas medidas de venta de bonos a pérdida para financiar tanto el mercado del dólar Contado con Liquidación como la caja del Tesoro, no aparece avance alguno en materia de precios. Todo el oficialismo está nervioso y lo hace ver en cada discurso.
Alberto Fernández, entonces, apela a la misma y vieja medida de todo mandatario en crisis: abrazarse a la agenda internacional. República Dominicana es una escala. Washington y la administración Biden están tan preocupados ante la mínima posibilidad de un derrumbe serio de la Argentina que cederán en cualquier terreno, incluido abrir las puertas de la Casa Blanca como se confirmó, hasta ahora, la semana pasada.
Alberto, por las dudas, pidió que en Buenos Aires lo esperen: la presidencia quiso postergar hasta después de Semana Santa el acto de inauguración de la nueva terminal de Ezeiza, ya conocido como el "Zeppelin". Cree que para ese momento podrá disfrutar más el acto.
Rubén Rabanal