Domingo, 10 Septiembre 2023 12:57

Se alarga el enigma sobre la dolarización: ¿a quién complica más? - Por Rubén Rabanal

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La realidad impiadosa de la economía argentina complica a todos los candidatos y no solo a Sergio Massa. El dilema de una dolarización imposible impactó a Javier Milei, pero aún no a su electorado. Patricia Bullrich atada a su apuesta por Carlos Melconian. El temor diario de todos los argentinos. 

Decenas de malas noticias se acumulan día a día sobre el mal humor de los argentinos y parece que por ahora no darán respiro. La política las recibe y siente algún alivio ya que la mufa va cayendo bajo la mediocre regla del “mal de muchos, consuelo de tontos”. Javier Milei, Patricia Bullrich y Sergio Massa reciben a cuentagotas señales sobre su futuro electoral, pero ninguno de ellos muestra hoy la misma fuerza en planes y convicciones que parecían tener antes de las PASO. Y eso se refleja en números y proyecciones que, por ahora, parecen poner a Juntos por el Cambio en el medio de la crisis más compleja. 

La dimensión del dilema político argentino es de tal dimensión que la incógnita más grande que tiene en vilo al mundo económico no gira sobre los que pueden perder, sino precisamente sobre el que puede ganar. Es un fenómeno que el país vio en casi ninguna ocasión. Habría que remontarse al triunfo de Carlos Menem en 1989 para tener un ejemplo de la falta de certezas que existen sobre como se manejaría un candidato con Milei en caso de ganar y mucho menos como se comportaría el resto de la clase política. El problema de esa imperfecta comparación es que detrás de Menem y sus gaseosas ideas iniciales que terminaron en una reforma integral del Estado, es que después de todo estaba el peronismo detrás aportándole el poder. Ahora no está para nada claro el contexto que rodeará al libertario.

Casi la totalidad de las propuestas con las que Milei sedujo a su electorado desde hace dos años hoy están en duda.  No está claro que eso sea una preocupación para él después de haberle sacado con su estilo hasta la centralidad en el escenario a Cristina Fernández de Kirchner. El candidato libertario había logrado imponerse en una dinámica casi única en nuestra historia: lo apoyó un electorado múltiple que incluyó todas las escalas de la economía, desde acomodadas familias que temen por el futuro de sus nietos en esta Argentina que destruye riqueza todos los días, hasta las clases más desesperadas que no llegan ya a mediados de mes para cubrir su canasta de alimentos. El peronismo, y hasta La Cámpora, dejaron de contener inclusive a su público cautivo de toda la vida y Juntos por el Cambio en medio de sus incompresibles desaguisados hartó hasta el extremo a muchos de sus votantes.

El dilema de la dolarización

Este fin de semana hubo una prueba de eso en un restaurante de Yerba Buena en Tucumán: empresarios del sector agrícola debatían sobre chances electorales, ganadores y perdedores posibles. Es la misma discusión de todas las mesas argentinas hoy. El resultado del debate tucumano era incierto y sin definición entre Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza, pero cuando se acercaron los mozos a la mesa la balanza se inclinó inmediatamente: todos votaban a Milei. 

El peronismo tucumano, para continuar con el ejemplo, mira esta realidad con espanto, pero sabiendo que en el medio tiene una chance nacional y eso también preocupa hoy al menos a la mitad del país. Solo faltan 40 días y aún todo está en juego en medio de una crisis económica impiadosa. Lo mismo se vio ampliado en un mega encuentro de empresarios en Burruyacu, en el noreste de Tucumán. Mientras Sergio Massa y Máximo Kirchner sumaban foto con gobernadores peronistas en el hipódromo de San Miguel y el ministro de Economía sostenía que "lo peor ya pasó", los hombres del campo se debatían en medio de incertidumbres.

Se sabe que Milei avanzó su campaña con una batería de propuestas que tenían como punta de lanza a la dolarización. Sería difícil afirmar que todos los votantes seducidos por el libertario comprenden con precisión el proceso y las consecuencias de atar el bolsillo al billete verde y eliminar el peso o cualquier otra moneda nacional. El libertario ofreció un cambio violento contra la probada ineficiencia del sistema político argentino y la desesperación de nuestros habitantes hizo que se abrazaran a esa propuesta. La idea de cambiar los gastados billetes argentinos por lustrosos dólares prendió inmediatamente, sin razonar en el medio a que tasa se haría ese canje y con qué proyección futura. Los resultados de pobreza, indigencia y desamparo de más de la mitad de la población jugaron a siempre a favor de Milei, pero como toda promesa siempre llega el momento de probar si se puede cumplir o no.

Sobre ese punto hace 15 días que Milei no deja de recibir malas noticias, aunque no está claro si alguna de ellas logró impactar en su electorado. La dolarización hoy no solo está en duda como plan sino que está reconocido entre la dirigencia de LLA que será imposible aplicarla, al menos en el mediano plazo. Todo el almirantazgo dolarizador de Milei lo confirmó, revelando además que la interna en ese tema es feroz dentro de los libertarios.

El primer indicio lo dio el que por una semana fue nuevo jefe del proyecto de dolarización: Emilio Ocampo. Su propuesta, abrazada por Milei como superadora, desapareció de escena en pocos días. Carlos Rodríguez, jefe de asesores económicos del candidato, salió a aclarar sobre la situación de manera contundente: "Milei lo apoya, yo lo asesoro y no estoy en la línea ejecutora", dijo sobre el plan de Ocampo y luego lanzó una frase que, al menos, provoca pánico entre los entendidos: "La única posibilidad rápida de dolarizar, y un poquito, es permitir que los dólares blancos que ya están puedan circular sin trabas. La única propuesta factible para despesificar rápidamente es una hiper o un Bonex". Es un horizonte conocido y temido para un país que hoy navega con una inflación anualizada que supera el 160 %.

El debate se vuelve más caliente dentro de los libertarios sobre todo porque las críticas a las debilidades de la propuesta dolarizadora no llegan desde el peronismo o la izquierda, sino del propio corazón del pensamiento liberal. Así otro ejemplo llegó dentro del durísimo artículo de la revista The Economist que calificó esta semana a Milei como "un riesgo para la democracia” y criticó desde el funcionamiento interno de LLA hasta la existencia de cinco variantes de dolarización en su menú.

El enfoque de The Economist es un problema real para el libertario que lo obligará a caminar las calles de Washington para convencer al FMI y al gobierno estadounidense sobre su condición de hombre de Estado en lugar de la descripción de un curioso profesor universitario que hizo el prestigioso medio económico londinense. La reacción de Milei tuvo que ser inmediata: salió a confirmar la propuesta dolarizadora. Las dudas crecen ahora a mayor velocidad.

Para el resto de los candidatos el problema sigue siendo la falta de impacto en el electorado. El libertario aún no sufre de frente el embate de las contradicciones en sus propuestas. Para resumir podríamos decir que Milei hoy tiene propuestas, pero es difícil encuadrarlas todas en un plan realizable. Los votantes lo siguen mirando casi en tono religioso y obvian esos detalles, pero nada garantiza que no vaya a suceder algo en ese sentido en los próximos 40 días.

El maldito balotaje

Mientras Milei juega a evitar el balotaje, algo que los números hoy no le garantizan, Bullrich y Massa quedaron relegados a matarse por entrar a la segunda vuelta. La candidata de Juntos por el Cambio no logró todavía que la incorporación de Carlos Melconian como vocero económico, candidato a ministro y cara de la campaña tenga un impacto directo en el electorado.

La propuesta bimonetaria de Melconian es sólida y además conocida por los argentinos. Libertad para contratar, invertir y endeudarse en dólares y al mismo tiempo vivir diariamente en pesos, algo más que posible y que resultó en otros momentos de nuestra historia. El problema es que debe lidiar con la historia reciente de la desastrosa pelea entre Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, la imprecisión hasta ahora de las propuestas del grupo y el peligro siempre latente del voto de radicales y peronistas de JxC que amenazan tener una mirada más contemplativa con el actual ministro de Economía, para el caso que se complique el balotaje. La definición de Emilio Monzó fue en ese sentido: no es el único que parece preferir a Massa antes que Milei en un escenario hipotético que, peligrosamente, muchos mencionan en Juntos por el Cambio.

Massa, por su lado, no tiene demasiado que aportar y solo recibe malas noticias. La inflación que viene en los próximos meses es una sentencia que no puede evitar. La catarata de anuncios que desgrana cada semana no logra generar un impacto directo. Es la primera vez en la historia que la inflación y la mala reputación de la “casta” política se llevan puesto hasta el reparto de fondos que lanza cada semana Massa.

Debe reconocerse, de todas formas, el mérito de mantenerse aún como posible candidato al balotaje en medio de la crisis que vive el país. La semana pasada, además, se sumó la confirmación de otra noticia nefasta para el país con la amplia sentencia por la que la jueza Loretta Preska le reconoció al fondo Burford toda su demanda sobre el caso de la privatización de YPF. Es otro desastre histórico heredado de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner que no impactó directamente en la figura del ministro-candidato, pero sí en el centro del esquema con el que se manejó el kirchnerismo duro en materia económica. Obliga a Massa otra vez a moverse en un terreno diferenciado del de la vicepresidenta que aún continúa haciéndole el favor de mantenerse escondida en esta campaña.

Hay un punto final que podría modificar el horizonte político, al menos en porcentajes que mantendrán la definición presidencial en vilo hasta el último momento. Milei no termina de demostrar que sea un activo propio la ausencia de una estructura política que lo sustente y no solo electoralmente sino con vistas al armado de un hipotético gobierno. En medio de las crisis más duras, la “casta” es necesaria para controlar el incendio e inclusive mantener la gobernabilidad.  Bullrich y Massa lo saben bien, Milei no. Resta saber si lo entiende el electorado.

Rubén Rabanal

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