Antes, un alto cargo de la Administración Biden detalló que esas operaciones podrían incluir, «actividades de sabotaje y operaciones de información, con acusaciones a Ucrania de preparar un ataque inminente contra fuerzas rusas en el este del país». Esto podría tener la forma de un ataque violento a un edificio consular ruso en el país, que Moscú atribuiría a extremistas ucranianos.
Estas operaciones de ‘bandera falsa’ se desarrollarían semanas antes de la posible invasión rusa, que podría comenzar desde mediados de enero a finales de febrero.
Según Kirby, ya hay «indicaciones de que actores de influencia rusos han comenzado a fabricar la provocación ucraniana en medios estatales y en redes sociales para justificar su incursión militar».
Invasión de Crimea
«Ya vimos este guion en 2014», dijo el día anterior el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, en referencia a la invasión de Crimea por parte de Rusia. «Están preparando el mismo guion otra vez».
Rusia, al igual que ha hecho sobre las acusaciones de que el reforzamiento de su presencia militar en la frontera con Ucrania responde a planes para una invasión, lo niega todo. El presidente del país, Vladimir Putin, en boca de su portavoz, Dimitri Peskov, dijo que son informaciones «infundadas» y «sin confirmación».
Los avisos llegan después de una nueva ronda de negociaciones infructuosas entre diplomáticos rusos y estadounidenses y cada vez con más dudas sobre la capacidad de evitar un conflicto armado. Según ‘The New York Times’, la Administración Biden ha lanzado una nueva advertencia al Kremlin: considera apoyar a la insurgencia ucraniana que aparecería tras una potencial invasión rusa de regiones del este del país.
En las últimas semanas, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, y el jefe del Estado Mayor, el general Mark Milley, han advertido a sus homólogos rusos que una incursión en Ucrania provocaría una insurgencia similar a la que tanto la URSS -en la década de 1980- y EE.UU. -en los últimos veinte años- sufrieron en Afganistán, con resultados calamitosos para ambos países.
El apoyo a los insurgentes podría ser con armamento militar, entrenamiento en países de la región, apoyo en inteligencia, equipamiento médico y amplios recursos financieros. Estos planes no están detallados ni decididos, pero solo su consideración subraya la gravedad de la situación en el este de Europa.