Las maniobras entre las tres Armadas cerca del estrecho de Ormuz, en Oriente Próximo, se producen días después de otras similares celebradas frente a las costas de Sudáfrica, también con navíos de guerra rusos y chinos. Pekín y Moscú parecen querer transmitir el mensaje de que tienen amigos y aliados en puntos muy estratégicos y alejados en el globo, en un momento de especial tensión con Occidente por la guerra en Ucrania y las amenazas sobre Taiwán. A la alianza no tan santa se ha sumado Irán, la otra potencia 'paria' en los círculos diplomáticos occidentales, objeto también de periódicas sanciones por su política nuclear y la represión de los derechos humanos.

Iniciativa china

La iniciativa de este bloque tripartito parece estar en manos de China, que a diferencia de Rusia e Irán se siente más fuerte, también por la ausencia de 'casus belli' con Europa y con Estados Unidos. La diplomacia de Pekín acaba de anotarse un tanto importante con el acuerdo de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí, en el que actuó como mediador.

En este juego de artificios, militares y diplomáticos, que da la bienvenida al eje tripartito anti-Occidente cabe incluir también el encuentro de este miércoles en Moscú de representantes rusos, iraníes y del Gobierno de Bashar al Assad para impulsar el fin de la guerra civil en Siria. El objetivo en realidad es proclamar vencedor a Al Assad -apoyado desde el principio por Rusia y por Irán- por «abandono del contrario», tras la decisión de europeos y norteamericanos de dejar a su suerte al frente rebelde no yihadista en Siria.