En una Salta tendencialmente aislada y con vocación autárquica, Felipe Briones, Daniel Patrón Costas, Francisco García, Ernesto Azurmendi y otros fueron los inspiradores y creadores del GEICOS y lograron algo inhabitual en la Salta contemporánea: Crear un amplio consenso empresarial, social y político alrededor de ideas operativas que integraban las cuestiones puramente económicas con las preocupaciones comunitarias y sociales.
Estos consensos se reflejan en los documentos y en las sucesivas reuniones de la Feria Internacional del Norte Argentino (FERINOA) cuya primera edición -vale la pena recordarlo aquí- contó con el entusiasta apoyo del gobernador peronista doctor Miguel Ragone, de su ministro de economía ingeniero Jesús Pérez y de su secretario de planificación Francisco Álvarez Leguizamón.
Este apoyo del peronismo setentista -que vivía una época turbulenta- a una iniciativa empresarial que claramente alentaba una economía de mercado con componentes sociales y territoriales, es un dato que cabe valorar desde una contemporaneidad signada por grietas, enfrentamientos y desprecio por el diálogo entre personas u organizaciones nacidas del más saludable de los pluralismos.
El GEICOS no solamente articuló debates en el espacio del Norte Grande, sino que fue capaz de convocar a empresarios, intelectuales y gobernantes del norte de Chile, del sur y oriente de Bolivia y del suroriente de Paraguay; dialogar con ellos y generar los consensos que permitieron larga vida al emprendimiento salteño.
Pero el GEICOS tuvo otra singularidad: En lugar de presentarse como el resultado de una idea original (como es habitual en una provincia donde reina una suerte de adanismo figurado), recorrió la histórica económica salteña para emparentarse con el Informe Económico (1) que, en 1852, un grupo de empresarios vinculados al comercio exterior y a otros sectores productivos, presentó al triunfador de la batalla de Caseros, el general Justo José de Urquiza.
Victorino Sola, Juan Galo de Leguizamón, Atanacio Ojeda, Vicente Anzoátegui y Segundo Días de Bedoya, en nombre de la Junta General de Comerciantes de Salta, se dirigieron al gobierno emergente (tras el largo interregno seudo federal que encabezó Juan Manuel de Rosas) indicándole cuál era el potencial económico de Salta y cuáles sus necesidades de reformas que le permitieran salir del aislamiento, integrarse en el Norte y vincularse al mundo, comenzando por el circundante (2).
Estamos frente a un más que centenario ensayo regional de lo que Pablo Gerchunoff llama “coalición exportadora” que aparece hoy como la herramienta para salir -con parámetros del siglo XXI- del subdesarrollo que genera pobreza y desigualdades que avergüenzan a unos y dejan indiferentes a muchos.
Pero volvamos al lenguaje GEICOS y a sus prioridades y preocupaciones; para ello, nada mejor que transcribir un párrafo expresivo:
“…se estima que existe una estrecha vinculación entre el crecimiento del sector externo del NOA y el desarrollo económico y social de esta región que, en cierto sentido, se encuentra asfixiada dentro de fronteras que inhiben su dinámica de desarrollo. Esta situación de relativo aislamiento y los recursos naturales disponibles, en cierta forma, han creado la falsa imagen de que es posible lograr un proceso de desarrollo autosostenido a través de un modelo de autarquía…”.
Esta posición, delineada por empresarios e intelectuales salteños hacia 1970, interpela drásticamente al actual estado de cosas caracterizado por la fuerza del unitarismo de la zona núcleo consentido por las élites locales, así como por el perverso consenso que intercambia estancamiento e intervencionismo centralizado por bolsos de alimentos y ayudas que no hacen sino amortiguar miserias y perpetuar exclusiones.
El actual “modelo de desarrollo” salteño (por llamar de alguna manera a este engendro anacrónico) es el resultado de una forma de definir políticas públicas locales, de gestionar los recursos naturales y de dar por inamovible el techo de cristal (3) que nos condena al atraso.
Es cierto que la minería (centrada en el litio, el cobre y el oro), el turismo, las agroindustrias y la producción rural muestran la alternancia de ciclos de éxitos y de crisis cíclicas. Pero, como es notorio, aquellos éxitos son insuficientes para hacer de Salta un territorio de progreso y bienestar general.
Para salir de este círculo vicioso (que, por extraño que parezca, es percibido como virtuoso por las élites gobernantes) es preciso rediseñar nuestras instituciones para que encajen dentro de los principios republicanos y democráticos (4). Y es igualmente necesario poner patas para arriba el unitarismo de modo de caminar hacia un federalismo de base regional centro oeste sudamericana (GEICOS) en donde, por lo pronto Salta y las demás provincias del Norte Argentino, reivindiquen facultades de autogobierno de la economía.
Necesitamos definir un nuevo trato con la Nación que nos lleve a coparticipar en el crédito y en el gasto en infraestructuras (que deberemos rediseñar en función de nuestro nuevo escenario de crecimiento económico, superando los curatos y las rémoras de vías de transporte y comunicación que apuntan hacia el puerto de Buenos Aires).
Necesitamos reglas regionales para el comercio exterior, integración fronteriza y medidas para la complementación económica regional, tratados internacionales que estrechen y precisen lazos con el centro oeste sudamericano. Necesitamos universidades, políticos, sindicatos, intelectuales, colegios profesionales y organizaciones no gubernamentales que revisen su visión para adaptarla a los nuevos desafíos y las nuevas oportunidades.
Parece claro, además, que el nuevo modelo debe incorporar reglas de sustentabilidad ambiental y social y enfatizar en el agregado de valor a nuestra riqueza primaria.
Como atinadamente decía el GEICOS: “La inquietud de los habitantes del NOA por ampliar su mercado internacional, se ha puesto de manifiesto hace más de un siglo, vale decir, desde el momento en que las minas de Potosí dejan de actuar como centro dinámico del crecimiento y comienza a surgir el puerto de Buenos Aires como monopolizador del libre comercio”.
Quizá ha llegado el momento de reencontrarnos con esta inquietud y asumir con madurez las obligaciones y deberes de los cuales depende nuestro desarrollo con bienestar, trabajo decente y sostenibilidad ambiental.
(1) Una suerte de “Representación de los hacendados” que en 1809 elaboró Mariano Moreno para presentar el entonces Virrey
(2) Son muy interesantes las consideraciones que el Informe de los comerciantes salteños formula en 1854 respecto a las relaciones con Europa -monopolizadas por Buenos Aires- y las relaciones con los países fronterizos con Salta.
(3) Un techo que pesa toneladas sobre las atribuladas mentalidades del sector más votado de la clase dirigente y que les impide ver tanto las potencialidades del ideario GEICOS y de nuestros recursos naturales, como de los cambios producidos en el mundo (la nueva globalización que difumina el protagonismo de los Estado en favor de las regiones y otras formas de vinculación transnacional, como lo explica Marcelo Elizondo) y en nuestro propio entorno: Razonan con parámetros válidos cuando Salta, por ejemplo, tenía 500.000 habitantes, y que debe ser revisados a la luz de la realidad de una población provincial de 1.500.000 habitantes).
(4) Gustavo Barbarán, desde una óptica impecablemente regionalista, ha puesto de relieve el costo político que acarrean los gobiernos interminables montados sobre electorados cautivos y adormecidos, enfatizando en la necesidad de perfeccionar instituciones tales como el Consejo de la Magistratura y el Consejo Económico y Social, y de dotar al Poder Ejecutivo de un ministerio de planeamiento estratégico (“Vuelta de tuerca para la Región del Norte Grande”, Diario El Tribuno, 23 de mayo de 2023).
(*) Socio del Club Político Argentino, exministro de Trabajo de la Nación