Viernes, 29 Septiembre 2023 12:25

Tecnocracia o populismo, una opción engañosa - Por Diego Barovero

Escrito por Diego Barovero

La aparición de grupos, movimientos y candidatos "antisistema", que plantean destruir o arrasar con todo lo preexistente identificándolo como causa de fracaso o decadencia, es una constante desde hace algunos años.

En torno a las vicisitudes del proceso electoral argentino presente, me pareció apropiado traer a colación un capítulo del último y magnífico libro del prestigioso escritor, periodista y pensador español Javier Cercas titulado "No Callar" (Tusquets 2023), que consiste en una selección de sus crónicas, ensayos y artículos publicados entre 2000 y 2022.

La lucidez de Cercas aporta claves no solamente relacionadas con la actualidad española y europea sino que su pluma nos acerca a veces a descripciones de notable cercanía o similitud con situaciones que vivimos a diario.

Es que tratándose de cuestiones relativas a problemas de la sociedad, sus ciudadanos, sus gobiernos, pueden parangonarse aún en las diferencias y servir para pensar soluciones a cuestiones que, en definitiva, nos son comunes.

Los argentinos transitamos hace cuarenta años la continuidad de un régimen democrático, de libertades civiles y políticas, pluralismo, renovación periódica de las magistraturas elegibles, en mayor o menor medida es un notable avance respecto de los cuarenta o cincuenta años anteriores a 1983 en los cuales, el signo distintivo fue la violencia, más larvada o más explícita, que aparejó además la inestabilidad del régimen de las instituciones previsto por la Constitución Nacional a través del intervencionismo militar que condicionaba, limitaba o directamente asumía el ejercicio del poder y la autoridad del Estado.

En perspectiva ha sido un cambio copernicano en la matriz cultural argentina hasta hace cuarenta años habituada a la inestabilidad, la intolerancia y la violencia.

Sin embargo, y a pesar de lo señalado, la crítica situación económica y social, la desesperanza de vastos sectores, el hastío y el rechazo a buena parte de la dirigencia en el contexto preelectoral, pareciera haber despertado ciertas pulsiones en actores del proceso político actual que nos retrotraen a experiencias que creíamos superadas.

Pero, ¿es auténticamente una regresión o es una fuga hacia delante, con semejanzas con lo que otros países de la región y del orbe en general han experimentado recientemente?

La aparición de grupos, movimientos y candidatos antisistema que plantean destruir o arrasar con todo lo preexistente identificándolo como causa de fracaso o decadencia, es una constante desde hace algunos años con mayor frecuencia en el último tiempo.

La crisis de la democracia es el tema de nuestra época . Si bien hace pocos años solía aceptarse la tesis de que la democracia liberal se volvía un sistema político irreversible y presupuesto básico del progreso económico y el consiguiente bienestar común.

Refiere Cercas a este respecto nada menos que a Yascha Mounk, teórico y profesor de Havard autor del libro “ El Pueblo contra la Democracia”, en el cual desarrolla una tesis básica: hoy la democracia liberal se resquebraja porque estamos separando sus dos componentes esenciales: la democracia que asegura el respeto a la voluntad popular y el liberalismo que asegura el respeto a las leyes y por tanto a la igualdad de derechos.

Ello da lugar a dos perversiones o deformaciones de la democracia: por un lado un liberalismo no democrático, que más o menos respeta las leyes y los procedimientos como los derechos individuales, pero que apenas tiene en cuenta la voluntad popular o procura ignorarla.

Por otro lado una democracia antiliberal que dice respetar la voluntad popular pero desprecia la ley, los procedimientos y las instituciones independientes que controlan el poder. La primera perversión conduce a la tecnocracia, la segunda al fin de la democracia.

A esta doble amenaza creciente nos enfrentamos dice Mounk: un liberalismo no democrático o derechos sin democracia y a una democracia antiliberal o democracia sin derechos. Tecnocracia o populismo. Y lo peor es que la primera no hace más que alimentar al segundo y viceversa; el típico círculo vicioso.

Quienes defendemos el sistema político que está cumpliendo cuarenta años y que nos dio el período más largo de paz, libertad y vigencia de la Constitución y las leyes, tenemos el deber de defender la continuidad de estos logros, que son de la comunidad en su conjunto y un presupuesto inexorable de cualquier idea de progreso y bienestar que pretendamos para el futuro de nosotros y nuestra descendencia.

Diego Alberto Barovero es historiador. Presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano.

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