Domingo, 15 Enero 2023 10:46

La desinformación y las encuestas - Por Carlos Berro Madero

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“Todo lo que -de cerca o de lejos-, puede afectar a la esfera ideológica, es objeto de la censura y la mentira”
-Jean Revel

No estamos de acuerdo con quienes consideran a los encuestadores de opinión pública como los grandes fracasados del siglo XXI. 

Muchos de ellos hacen su trabajo con seriedad y profesionalismo, pero chocan con un mundo que evoluciona de manera vertiginosa, alimentado por lo que se ha dado en llamar “redes sociales”, constituidas en su mayoría por “sitios” que recogen opiniones desperdigadas de algunos ciudadanos, sin que nadie sepa bien qué tipo de credibilidad puede otorgarle a ciertos espasmos emocionales, muchas veces pasajeros.

En efecto, es tan fácil hoy emitir una opinión parcial y poco veraz -o totalmente falsa-, a través de dichas “redes”, que cualquier individuo puede influir sobre otro u otros al lanzar advertencias que comienzan a extenderse y se convierten en auténticas desinformaciones.

Las mismas consisten en arreglar las cosas sibilinamente para que sea muchas veces un adversario, o en su defecto un tercero neutral, quien haga pública una falsa noticia o sostenga una falsa tesis, para que la misma se propague, señala Revel, sin que nadie llegue a conocer su origen.

Existen también multitud de servicios “para-informativos”, sostenidos por los gobernantes y sus opositores políticos, que usan toda suerte de artimañas -a menudo bastante groseras-, las que a pesar de ser detectadas consiguen sembrar sospechas y terminan por influir en gente que se dice a sí misma: “por si este fuera el caso”, actuando en consecuencia.

En nuestro país, los distintos gobiernos que se han sucedido después de la dictadura militar de los 70, han hecho (y hacen) esfuerzos supremos para influir sobre la prensa audiovisual sin demasiados resultados positivos. Sin embargo, han logrado desatar controversias que se van intensificando frente a la realidad “real” y consisten en un disimulo de la misma, lo que tiene consecuencias devastadoras para el imperio de la verdad.

El año que comienza en enero de 2023, será probablemente un nuevo escenario propicio para que los aventureros, los distraídos y los ansiosos redoblen sus apuestas para crear un clima favorable a sus intenciones -muchas veces inconfesables-, sumergidos bajo una suerte de entramados ideológicos que los llevan a difundir informaciones usadas como instrumentos de combate para derrotar a supuestos “enemigos”.

Quienes le siguen rindiendo culto al sentido común (los menos), consiguen amortiguar los efectos negativos de estas cuestiones, pero la sociedad en general queda sumergida en un estado de temor y confusión.

Eso hace que al momento de recibir las visitas o los llamados de encuestadores no digan lo que piensan o, al menos, no todo lo que piensan, por temor a sufrir consecuencias negativas de origen incierto.

De allí el fracaso de muchos resultados difundidos, que confirma la dudosa efectividad de anticiparse a detectar el humor y la opinión de la gente centrando la cuestión en sus intenciones de voto cuando una elección popular está aún lejana, lo que aumenta muchas veces el descrédito de quienes las recogen y analizan, porque solo son “aproximaciones” sujetas a revisión, y deberían ser comunicadas EXPRESAMENTE de este modo, lo que no siempre ocurre.

En consecuencia, Revel se pregunta: “¿la suerte de disponer de un número de conocimientos y de informaciones incomparablemente mayor que hace solo tres siglos? ¿nos conduce a tomar mejores decisiones? La respuesta es NO.”

A buen entendedor, pocas palabras.

Carlos Berro Madero

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