Jueves, 11 Mayo 2023 13:43

¿Turbulencias sin cauce? - Por Carlos Berro Madero

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El ilustre pensador, geógrafo e historiador alemán Alexander von Humboldt decía: “para que lo humano se enriquezca, se consolide y se perfeccione, es necesario que existan VARIEDAD DE SITUACIONES”.

Es insensato, agregaba, poner nuestra vida dependiendo de una sola carta o un solo tipo de hombre, creyendo que lo que afrontamos será siempre “una misma situación”. 

Contradiciendo este sabio consejo, todas las dictaduras –aun las que aparecen protegidas bajo la apariencia de una pseudo democracia-, se caracterizan por una pavorosa homogeneidad que resiste el principio de “universalidad” enriquecedora, prohijada por políticos que falsifican la realidad y rechazan de plano cualquier oposición a lo que Ortega y Gasset denominaba “políticas exorbitadas”.

Algo de eso está ocurriendo en el escenario de nuestro país, donde las prioridades verdaderamente significativas que deberían ocupar la mente de los ciudadanos se han mantenido “apagadas” durante muchos años, merced a un gobierno que creó la falsa sensación de que todos los gatos son pardos en medio de las tinieblas que favoreció con la difusión de sus malas artes.

Como consecuencia de su fracaso, dicen hoy: “si vamos a perder, vamos a arrastrar a todos con nosotros”, totalmente concentrados en mantener su habitual pensamiento hermético, cerrado a cualquier instancia superadora. Como si las situaciones que se van presentando diariamente se asemejasen al flujo y reflujo de una marea inexorable, que al retirarse lleva el agua de regreso al fondo del océano.

Su tarea consiste, básicamente, en inspirar temor sobre lo que significa una apertura hacia un cambio, que algunos kirchneristas han definido como un escenario con ríos de sangre corriendo por las calles, donde terminaríamos ahogados sin remedio.

Lo que no comprenden es que las cosas han cambiado y su lucha para sostener durante años una prisión conceptual está perdida y YA NO CABEN MÁS PRESOS EN ELLA, porque las carencias nos impiden movernos sin chocar irremisiblemente los unos con los otros, habiéndose convertido en una suerte de cárcel de condenados a vivir bajo la “vigilancia” de carceleros implacables que nos alcanzan la comida a través de los barrotes que nos separan de la libertad.

Sin embargo, las elecciones de este año parecen haber sembrado en la opinión pública un sentimiento nuevo: todos debemos hacernos cargo de una buena vez de las privaciones necesarias que exige “alumbrar” el cambio radical que anhelamos.

Para ser sinceros, ya conocemos perfectamente bien de qué se trata este asunto. Lo que parecería haber cambiado es la firme resolución de anchas franjas de la sociedad que parecen rebelarse contra una declinación que nos ha puesto en blanco y negro en relación con el standard de vida de otros países del planeta, comenzando a comprender que ingerir cicuta en dosis microscópicas no lleva igualmente a la muerte.

Varios factores han incidido en este sentimiento colectivo y nos ha “tomado” a muchos por igual; y afortunadamente, como dice Ortega y Gasset, “sorprenderse, extrañarse, ES COMENZAR A ENTENDER”.

Quizá hemos comprendido que podemos instalarnos de una buena vez en los lugares “preferentes” de la sociedad que han sido monopolizados por políticos corruptos, banales y mentirosos que nos han llevado a sufrir finalmente dolores y angustias que destrozaron cualquier esperanza de obtener una vida decente.

Si estas turbulencias sin cauce aún se materializan en agosto y diciembre mediante el voto, habremos logrado sacarnos de encima una lápida bajo la cual hemos permanecido sepultados bajo tierra por muchos años.

¿Serán los dolores de un “parto” que nos puede llevar a hacernos cargo de una nueva criatura que está por nacer?

A buen entendedor, pocas palabras.

Carlos Berro Madero

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