Miércoles, 05 Julio 2023 13:54

La relación del hombre con la “organización” - Por Carlos Berro Madero

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Existen muestras crecientes que indican que las relaciones del hombre con la organización están cambiando a gran velocidad e impiden que ésta capte su voluntad en forma permanente y sostenida.

Este hecho puede provocar, a la corta o a la larga, que la burocracia atraviese una crisis que la lleve a su destrucción, pulverizando los casilleros correspondientes a funciones “integradas” que dan lugar hoy día a la fortaleza de dicha organización. 

Como resultado, vemos tambalear el mapa fijo de los reglamentos internos de la misma, lo cual afectará, tarde o temprano, las características de su estructura.

Años de un socialismo ineficiente y corrupto han despertado un sentimiento irrefrenable de libertad en el seno de la sociedad, porque finalmente la permanencia de un régimen en el tiempo depende siempre de la abundancia de un buen plato de comida.

Los cargos internos dentro de las estructuras políticas se han visto afectados así por el desplazamiento de responsabilidades que deben reorganizarse constantemente para impedir su desintegración. Algo que ocurre hoy con el kirchnerismo, que se muestra incapaz de retener a su tropa de militantes bajo un mismo techo: la mística con que nació su gran estafa moral ha quedado desnuda y a la vista, y sus “relatos” podrían haber servido para algo si hubiesen dado paso al crecimiento y el bienestar popular.

De nada sirve que sus cabezas, llámense Massa, Cristina, Alberto, o quien se lo proponga, insistan en recoger con un medio mundo plagado de peces apetecibles a quienes ya no están interesados en continuar apoyando una supuesta transformación que no llegó, e intuyen no llegará jamás.

Al mismo tiempo, aquellos que tradicionalmente fueron enhebrando los sucesivos pasos del proyecto político tratando de volverlo apetecible, se encuentran con una realidad que les impide continuar con la difusión del mismo: el desbande de la “tropa propia” ha comenzado a ser multitudinario y ya no es posible combatirlo con nuevas promesas.

Hasta hoy, la sociedad integrada por esta tropa permaneció relativamente inmutable, rutinaria y previsible, siguiendo los dictados de un líder carismático de turno que era seguido con unción, porque el fracaso de gobiernos parlanchines y demagógicos destruyeron la confianza de quienes advierten que su apoyo solo sirvió para obtener soluciones meramente transitorias para sus problemas cotidianos y hoy están mucho peor que hace veinte años.

Ha contribuido a ello en gran medida la historia relatada por generaciones que ya vivieron bajo la asfixia de políticas absurdas y hoy influyen entre sus descendientes como una suerte de testigos próximos decisivos.

Lo que denotamos en estas breves reflexiones, repercutirá no solamente en el kirchnerismo, sino también en todos aquellos movimientos políticos que no comprendan que se terminó la época en que algunos creían tener “la vaca atada” para siempre.

A buen entendedor, pocas palabras.

Carlos Berro Madero

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