Miércoles, 16 Agosto 2023 11:27

La realidad se impuso a los políticos - Por Carlos Berro Madero

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Dice Jaime Balmes que no todas las cosas de este mundo se han de mirar del mismo modo, sino de la manera en que cada una de ellas se vea más claramente.

Para lograr lo que propone el filósofo catalán, hay que dirigir el entendimiento por el camino que conduce a la verdad, que es la única realidad. Y lo que se nos ha puesto al frente en las elecciones del domingo, es que de nada sirve discurrir con sutileza o supuesta sabiduría, si ambas no están de acuerdo con aquella. 

Esa que preanunciaba el hartazgo de muchísima gente respecto de un estado de cosas que la mantenían atada a la injusticia, la ingratitud, la arbitrariedad y la destemplanza de políticos que nos han encerrado en el mundo de sus propios intereses personales, haciéndose ricos a costa de la desdicha ajena.

Si los propósitos del kirchnerismo hubieran estado presididos por preceptos basados en el sentido común, habrían podido reconocer que empujar ciertos límites más allá de lo razonable suele ser casi siempre el preludio de un fracaso.

Pero ellos y sus “asesores” (¿) creyeron que la sociedad estaba resignada a aceptar mansamente sus promesas “gattopardistas”: que todo cambie, para que nada cambie; olvidando que es de la mayor importancia atender lo que se analiza, no solamente desde el punto de vista instrumental, sino de acuerdo a lo que ocurre psicológicamente en el ánimo de quienes juzgan una propuesta y obran en consecuencia.

La buena elección de Milei y la muy mala del kirchnerismo peronista, poniendo al mismo tiempo en un limbo a Juntos por el Cambio, indican también que muchos políticos y analistas se dejaron llevar por generalizaciones poco profundas, tratando de convencernos que lo impredecible se mantendría siempre en la órbita de lo imposible.

Pero la palabra imposibilidad aunque suene como negativa, agrega Balmes, expresa muchas veces una idea que a nuestro entendimiento se presenta como positiva; ya que la repugnancia entre dos objetos funciona como una especie de exclusión y nos ayuda a concebirla como muy beneficiosa.

Algo de esto, sin tanta sofisticación intelectual por supuesto, habrá pasado por la cabeza de quienes sintieron un mensaje de su propio cuerpo: la cárcel conceptual como destino permanente (esa era la propuesta K), no debe aniquilar jamás la voluntad y las ganas de luchar por un destino mejor.

Son los que le dieron una bofetada al sistema político imperante, sintiendo al votar que ninguna causa puede durar indefinidamente, si solo sirve para mejorar la vida de quienes se pasean orondos propiciando su impunidad a todo evento, instándonos a obedecer un discurso que humillaba nuestro orgullo.

El triunfo de quienes votaron a Milei parece haberle dicho a los integrantes de un gobierno diabólico que nos tiene atados: “levántate de la poltrona en la que te has acomodado y vete a tu casa. Porque tus teorías conceptuales atrabiliarias solo han servido para condenarnos a la miseria, como único curso regular de vida”.

Parecería así que la sociedad ha decidido escribir por ella misma las características de su apuesta al futuro, y no hace falta ser adivino para comprender que sus razones interiores tienen mucho “peso específico”.

Lo que ha ocurrido no significa que en octubre se repitan los mismos resultados; a pesar de lo cual es razonable intuir que los vencedores probablemente reafirmen su apuesta a lo que sienten como la entrada de un renovado “aire puro”. Los demás, deberán dedicar tiempo y esfuerzo para “pescar” nuevos adeptos a propuestas que no parecen haber satisfecho a una gran mayoría de ciudadanos que parecen haber visto en ellos “más de lo mismo”. Es decir, lo que nadie quiere: pugilatos y slogans vacíos de contenido.

A buen entendedor, pocas palabras.

Carlos Berro Madero

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