Viernes, 08 Septiembre 2023 13:09

Perotti, Pullaro y Tetaz – Por Vicente Massot

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Hubo, en el curso de la semana pasada, una coincidencia entre tres figuras políticas de distinta relevancia, que a nadie medianamente informado en los avatares de la política le pasó desapercibida. Lo notable del caso es que, entre ellos, no se pusieron de acuerdo para confesar en público lo que dijeron y -con toda seguridad- no especularon en lo más mínimo al adelantar su voto. Omar Perotti, el gobernador de Santa Fe; Maximiliano Pullaro su sucesor si en los comicios del próximo domingo no ocurre un milagro, y Martín Tetaz, el economista más mediático del equipo de Patricia Bullrich -fuera de Carlos Melconian- se inclinaron por Javier Milei en una eventual segunda vuelta en donde sus candidatos no compitiesen.

Por supuesto, Perotti aclaró que votaría el 22 de octubre a Massa, de la misma manera que Pullaro y Tetaz no dejaron dudas de que lo harían en favor de la Bullrich. Era obvio que se cubrieran y no dejaran dudas al respecto. Pero el dato distintivo del asunto es que el líder libertario sigue en boca de todos y hasta suscita confesiones como las comentadas antes, que no hacen más que poner de manifiesto —por si faltasen evidencias sobre el particular— que su performance en las primarias recientemente substanciadas se parece más a una ola que a cualquier otra cosa. 

Sus competidores no saben cómo enfrentarlo y las estrategias que han imaginado hasta el momento para detener su marcha y generarle un tropiezo, dan la impresión de que lo han fortalecido más de lo que lo han debilitado. Sumar a una personalidad de los kilates de Carlos Melconian fue una decisión inteligente de parte de la candidata de Juntos por el Cambio a condición de entender que, aun si estuviese Milei dispuesto a discutir con él -lo que no parece ser el caso- de resultas de una polémica por el estilo el líder de La Libertad Avanza no perdería un solo voto. Lo mismo cabria sostener de la táctica massista tendiente a meter miedo diciéndole al electorado que, si ganase el libertario, perderían sus empleos los estatales, sus beneficios sociales los jubila- dos, y correría sangre en las calles. Con tonterías de semejante porte el ministro de Economía del oficialismo podría transformarse en el mejor jefe de campaña del ganador de las PASO.

Les cuesta comprender a los asesores de la Bullrich y a los de Massa que el fenómeno al que se oponen les lleva una ventaja difícil de descontar: Javier Milei encarna en el imaginario colectivo la idea de un cambio radical, mientras ellos están asociados a la idea de la casta. Una parte considerable de la ciudadanía se halla harta de los políticos -a los que responsabiliza, no sin cierta razón, de sus males. Pero en tanto uno de los competidores de la próxima puja presidencial se encuentra a cobijo de esa indignación, los otros dos no terminan de convencer a los indecisos, a los que deben seducir, para entrar en la segunda vuelta, de la validez de sus credenciales.

Tal es el desconcierto visible en las tiendas de campaña de Patricia Bullrich y de Sergio Massa que, en lugar de enfrentar a Javier Milei, en Juntos por el Cambio parecen decididos a apostar al descontento que generan las medidas tomadas por el gobierno para entrar al balotaje. Por su parte en la Unión por la Patria apuestan sus fichas a la fuga de votos que se estaría produciendo en las filas cambiemitas en pos de los libertarios. Dicho de manera distinta: descuentan que La Libertad Avanza será la fuerza más votada en octubre y todo lo que pretenden es ir a su zaga.

En realidad, tanto las especulaciones de los cambiemitas como las del kirchnerismo no lucen descaminadas. No son creaciones arbitrarias o fantasías de mentes desesperadas. Que la administración presidida, al menos nominalmente, por Alberto Fernández, lleva las de perder en materia de economía, es algo que a esta altura del año sabe cualquiera. Massa no acierta con una sola de sus medidas y su poder de fuego se desfleca día a día, como alpargata vieja. El bono que lanzó con bombos y platillos cosechó críticas de todos lados y dejó al descubierto algo llamativo: ni los gobernadores, ni los intendentes, ni los empresarios están dispuestos a llevarle el apunte. Las amenazas de la AFIP, de la cartera de Hacienda y del Ministerio de Trabajo -que hasta hace unos meses los hubiesen disciplinado- ahora los han envalentonado. Son catorce las provincias que, a la fecha, han anunciado que no pagarán los bonos. Si no bastara este dato, téngase presente que sólo dos municipios bonaerenses afines a los K -el de Ensenada y el de San Martín- han cerrado filas con el ministro–candidato.

En atención al hecho de que la inflación de septiembre y la de octubre serán de dos dígitos y orillarán entre 12 % y 15 %, hay razones de sobra para pensar que quienes no se acercaron a las urnas en septiembre, en tren de elegir descartarían, el 22 de octubre, a los responsables de la catástrofe económica en la que nos metió la administración populista. En esto, Patricia Bullrich le saca unos metros de ventaja a Sergio Massa. De su lado, éste considera -como también su equipo- que la probabilidad de que sus fieles le dan la espalda, para abrazarse a cualquiera de sus dos opugnadores, resulta remota aunque la situación social sea una calamidad. En cambio, que haya corrimientos de Juntos por el Cambio en beneficio de Milei les parece algo más que posible.

Milei se ha transformado en la voz del descontento social, del hartazgo con la casta política y de la esperanza de un cambio drástico de este sistema político, social y económico inaguantable. Desde la madrugada del 14 de agosto se ha dado cuenta de que no tiene que modificar ni un punto ni una coma del libreto que puso en circulación desde su ingreso al ruedo político. Su rédito está a la vista. Es consciente de que la entrada a la segunda vuelta y hasta el ganar en la primera -una posibilidad que habrá que monitorear- depende de él, y que -de no mediar un error auto–infligido- sus chances de sentarse en el sillón de Rivadavia son claramente superiores a las de sus adversarios. Por lo tanto deja que éstos se desgañiten acusándolo a destajo, que los intelectuales y periodistas afines a Juntos por el Cambio lo destraten, que duden de su cordura y se pregunten si está capacitado para gobernar. Nada de eso le quita el sueño. Hasta aquí, parece blindado.

Vicente Massot

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