Miércoles, 27 Septiembre 2023 11:11

Corriendo presurosos a ninguna parte - Por Carlos Berro Madero

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Nuestra sociedad, despavorida ante lo que ocurre, se repite a sí misma espantada que vivimos los albores de un desastre total, cuyo resplandor comienza a aportar nuestro sentido común al comprobar que la fiesta ha terminado.

Quizás sea éste el valor que tiene la irrupción de Javier Milei en el escenario político, aunque sus propuestas choquen con los prejuicios que tiene mucha gente, haciendo hincapié en las formas y no en el contenido. 

Habría que preguntarse: si el candidato libertario es solamente el “loco de la motosierra”, ¿cómo deberíamos calificar al kirchnerismo? ¿“Ali Baba y los 40 ladrones”?

Muchos sectores sociales abandonaron durante años los principios que rigen la buena moral, para contribuir a depositarnos en el fondo de una cisterna, mientras nos fugábamos sistemáticamente de la realidad quedando presos de innumerables inconsistencias conceptuales, aceptando las narraciones de gobiernos guiados por su interés en ocultar la verdad en aras de la defensa de una supuesta “soberanía” (¿) y unos derechos humanos sin pies ni cabeza. Una auténtica entelequia en fin, con la que encubrieron tropelías de todo tipo, color y forma.

¿Cómo nos hubiera sido posible reconocer la verdad “verdadera” por más desconsoladora que ésta fuese?

Muy simple: sospechando siempre de quienes la abultan, la exageran, la disminuyen o la desfiguran, como señaló Balmes alguna vez. Sobre todo, en casos en el que la impudicia se ejercita desde la función pública.

“El hombre de mala fe, sin convicciones de ninguna clase, sin religión, sin moral, ¿creéis que será consecuente con los principios políticos que aparenta profesar, y que en sus palabras y promesas puede descansar tranquilo el gobierno que se vale de sus servicios? ¿Creéis que renunciará a su libertinaje cuando se vea elevado a la magistratura, y que de su corrupción y procacidad nada tendrán que temer la inocencia y la fortuna de los buenos y nada que esperar la insolencia de los malos?” (Jaime Balmes).

Por otro lado, algunos medios audiovisuales no suelen decir todo sobre lo que conocen de primera mano, influidos por las presiones que reciben de gobiernos que practican la censura encubierta, haciéndose cómplices de situaciones que intentan “acomodar” a sus intereses de subsistencia.

Lo que creemos es que el tiempo perdido -que jamás vuelve ni tropieza-, será implacable con todos los políticos que creyeron que la sociedad estaba genuinamente interesada en el tenor de sus reyertas cuasi “conyugales” y en algún momento pagarán por ello.

¿Estaremos viviendo el preludio de este escenario?

Muy difícil saberlo con precisión, porque parece que los fracasos no hubiesen hecho mella aún en las convicciones bastante débiles de una sociedad que corre a la deriva.

A buen entendedor, pocas palabras.

Carlos Berro Madero

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