Miércoles, 07 Octubre 2020 10:49

Liderazgo deteriorado - Por Sergio Crivelli

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Como consecuencia de sus errores de gestión el presidente Alberto Fernández parece tener un liderazgo deteriorado. La suma de equivocaciones más autoridad dudosa le deparan un futuro incierto.

Frente a los problemas ya sean políticos o económicos Fernández repite respuestas que han probado largamente su ineficacia o sorprende con novedades alarmantes. Ejemplo de esto último es el episodio del embajador en la OEA, Carlos Raimundi. Salió en defensa de la dictadura venezolana ignorando instrucciones que le había dado la Cancillería, pero sigue en su cargo. El presidente mandó a decir por un medio `amigo' que estaba enojado, pero no pasó de ahí. Si quería echarlo y no pudo, su autoridad es un espejismo.

Otro hecho parecido es el de la toma de tierras. Los usurpadores capitaneados por el bajo fondo de la política exponen la impotencia tanto del gobierno provincial como del nacional. Se trata de sectores que coinciden políticamente con el oficialismo, pero que están fuera de control. En ese territorio el peronismo gana las elecciones, pero parece no tener `imperium'. Tampoco coherencia: no puede terminar con las tomas y sostener en el gabinete a quien las justifica como Frederic.

De todas maneras, el déficit del presidente no es únicamente de autoridad. También equivoca la solución de los problemas cuando no puede postergarlos. Eso ocurrió con la pandemia. La vio como una oportunidad para aumentar su autonomía y decretó una cuarentena que es récord mundial con resultados económicos catastróficos. Ahora no sabe cómo salir del paso, mientras los contagios y las muertes se mantienen muy altos. El área en la que el gobierno muestra su mayor incapacidad es la económica. Las reservas son mínimas, el supercepo resultó contraproducente y el ministro de Economía dice que no va a bajar el gasto público. Todo esto en medio de una monumental crisis cambiaria. Créase o no, se trata del mismo ministro que dice que la crisis se resuelve generando confianza.

En el único terreno en que el gobierno muestra un liderazgo claro es el judicial, pero es de la vicepresidenta. Su objetivo consiste en demoler la causa de los cuadernos y todos los recursos del oficialismo convergen en esa dirección. La ofensiva ha generado un deterioro institucional sólo comparable con el de regímenes `de facto'. Empezó por tres jueces, pero ahora toda la Corte Suprema está bajo fuego.

Inicialmente, el tribunal intentó mantenerse al margen, pero quedó a punto de ser arrollado porque el kirchnerismo no negocia. Tiene una sola marcha, para adelante, aunque vaya contra una pared. No se sabe si logrará atravesarla, lo único seguro es el choque, lo que no representa ni mucho menos el escenario ideal para poner en marcha hasta el más humilde intento de reconstrucción económica.

El presidente de la Corte ha sido amenazado con juicio político por una diputada camporista y el resto del tribunal por otro diputado muy alineado con la vicepresidenta. El presidente hasta ahora miró sin intervenir.

Sergio Crivelli 
Twitter: @CrivelliSergio

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