¿Cuál es salida? El sistema provee una, las elecciones, que todavía no se sabe cuándo se harán. El cronograma dice PASO en agosto y generales en octubre, pero al Gobierno se le ocurrió la idea de postergarlas para ver si la situación mejora de manera milagrosa en un mes. Entretanto amenaza empresas para que no suban los precios, pisa el dólar, congela tarifas, etcétera. La estrategia de cortísimo plazo que dará los resultados de siempre: entre malos y peores. En economía Fernández y el peronismo también tienen una sola marcha.
LAS ENCUESTAS
Frente a este cuadro podría pensarse en una segura derrota del kircherismo, pero las encuestas no dicen eso. Muestran un 40% dispuesto a votar al kirchnerismo y satisfecho con su gestión, otro 40% que quiere que pierda y un 15% que, aunque en su mayoría no aprueba la gestión de Alberto Fernández tampoco dice claramente que le votará en contra. Es un error considerar a ese clave 15% como votante seguro de la oposición.
En su mayoría estos votantes se inclinan por variantes del peronismo que son primas hermanas del alfonsinismo. Una socialdemocracia fané que habla de tercera vía y sigue sin metabolizar la caída del Muro. Una forma de sentimentalismo político que se autopercibe como "progresista", pero que termina indefectiblemente haciéndole el juego al peronismo retrógrado y caudillesco.
Estos son los que predican la "avenida del medio" hasta que consiguen un cargo, por ejemplo Sergio Massa. Los hay en todos los partidos. Son los Monzó en el PRO, los Ricardo Alfonsín en el radicalismo, las Stolbizer en la centroizquierda, etcétera, etcétera. Ellos también tienen una sola marcha. En síntesis, no forman parte de la solución, sino del problema.
Si en política son minoritarios, no puede decirse lo mismo en los medios. Son la abrumadora mayoría de las voces que militan contra la grieta, que igualan a Macri con Cristina Kirchner, que profesan la "corrección política".
Hay un 5% restante que está formado por lo que los sociólogos de los años 50 llamaban "the lunatic fringle of society" que puede votar al trotskismo o a personajes dudosos de extrema derecha, muchas veces funcionales a los gobiernos peronistas.
Como se ve el problema no se reduce a un presidente con una sola marcha o a una vice sólo preocupada por su situación penal. Tampoco a la casta política que vive en su mundo de privilegios y vacunas vip. Está en una sociedad que en su mayor parte no se anima a usar la caja de cambios y cuando cansada de fracasos lo hace, rápidamente, vuelve a poner la marcha atrás y se queda atascada en el peor de los mundos.
Sergio Crivelli
Twitter: @CrivelliSergio