Miércoles, 20 Octubre 2021 06:28

Anarquía en desarrollo - Por Sergio Crivelli

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Antes de que las urnas ratifiquen la derrota del kirchnerismo, los políticos ya planean sus próximas jugadas. Quieren reacomodarse en el esquema de poder que vendrá, premisa con la que deben ser interpretadas las idas y vueltas en torno al pacto de cúpulas que los medios llaman `diálogo', iniciativa que terminó desdibujándose a pocos días de su lanzamiento.

Esto ocurrió, en primer término, porque el escenario político es caótico. En el peronismo cada sector hizo su acto por el 17 de octubre, pero el Presidente del partido no fue a ninguno. Iba en camino a uno, pero se volvió porque los oradores lo estaban matando. ¿Con quién hablar si no se sabe quién manda?

En la oposición Horacio Rodríguez Larreta se ve camino a la presidencia y no quiere que una crisis económica e institucional arrase con todo y como en 2003 un paracaidista polaco se quede con el poder. Por eso les dijo a los empresarios en IDEA que será necesario un `acuerdo' que abarque al 70% del sistema político para asegurar la gobernabilidad. Eso incluye a Sergio Massa y a los gobernadores peronistas. Buscaba blanquear el diálogo reservado que mantiene desde hace mucho con Massa, pero debió abandonar la idea por el rechazo de su propio sector.

El `dialoguista' Massa, por su parte, se está quedando sin votantes, pero tiene vínculos con empresarios y sindicalistas/empresarios que sus colegas aprecian particularmente. Empresarios y sindicalistas que siempre orbitan en torno del poder político.

Por un mito a esta altura incomprensible el `establishment' nativo pasa por antiperonista, aunque es lo contrario. La `causa de los cuadernos' destapó el entretejido de coimeros y coimeados, de funcionarios y hombres de negocios `expertos en mercados regulados'. Los que compran empresas sin poner un centavo. La burguesía nacional.

El gobierno K no fue, obviamente, el único que cultivó el contubernio de las corporaciones con los políticos, pero ahora corre el riesgo de que lo dejen afuera, porque el 70% en el que piensan Rodríguez Larreta y Massa no incluye a la vice y a La Cámpora. Los consideran los mariscales de la derrota, el enemigo perfecto.

¿Por qué Rodríguez Larreta quiere aliarse con una parte del `antiguo régimen'? Primero, porque necesita que se llegue a 2023 sin una crisis terminal que convierta al proceso político en una lotería. Segundo, porque si llega al poder es inevitable un ajuste monumental y sería partidario de un programa de shock en lugar de uno gradualista, lo que requiere amplio apoyo por la turbulencia que genera.

Además de la crisis en curso, el plan de HRL enfrenta otros obstáculos. Por ejemplo, el de María Eugenia Vidal que reclama la presidencia de Diputados en poder de Massa. Elisa Carrió tampoco quiere saber nada con el ex intendente de Tigre. Tampoco Bullrich, Macri, Cornejo, Iglesias y siguen las firmas. Por eso observa con alarma el deterioro del Gobierno que puede convertir el escenario que a él le resultaría más propicio en un teatro de anarquía.

Sergio Crivelli
Twitter: @CrivelliSergio

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