Lunes, 01 Noviembre 2021 03:49

La dirigencia actúa como si el oficialismo ya hubiese perdido - Por Sergio Crivelli

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Todos se preparan para el día 15. La vice quiere avanzar sobre el gabinete, el Presidente sigue sin rumbo, el PJ evalúa a Massa y Manzur y la oposición ya largó la interna para 2023.

La derrota en las PASO terminó por romper el GPS de Alberto Fernández que hasta ese fatídico domingo de septiembre daba señales de desorientación, pero que a partir de entonces deambula sin dirección previsible. Tampoco lo ayuda la cada vez más palpable disolución del Frente de Todos.

Ha quedado a la vista una combinación de anarquía política y desorden administrativo: Fernández tiene piqueteros que lo "ayudan" a controlar los precios y otros que le toman Desarrollo Social revoleando polenta; acepta que los legisladores le bajen impuestos o condonen deudas fiscales al mismo tiempo que evalúa aumentar el arancel a la importación de computadoras; se niega a elevar a juicio una causa contra los "mapuches" y después los querella, etcétera.

La marcha en zigzag obedece a, por lo menos, tres factores: el shock que le provocó la paliza electoral, la existencia de capillas peronistas con visiones antagónicas sobre el rumbo a seguir y la disputa de esas facciones de cara a la preservación del poder. Le restan dos años de mandato al Frente de Todos, previsiblemente turbulentos por el ajuste que ya no se puede seguir postergando mucho más.

Después de las primarias Cristina Kirchner fue la primera en reaccionar precipitando la crisis de gabinete. Alberto Fernández resistió en parte la embestida reteniendo la conducción económica y cediendo en algunas políticas como la del congelamiento de precios, pero de confirmarse la derrota, el sector de la vice tendrá menos contemplaciones. Máximo Kirchner apunta a terminar con el doble comando en la economía e instalar uno con todavía mayor injerencia estatal.

Créase o no, la vice se autopercibe opositora. No concurrió al homenaje a Néstor Kirchner e ignora tanto al PJ como al Presidente que, en un intento de mostrarse como un "duro", dijo en esa ocasión que no se iba a "arrodillar" ante el FMI. Su retórica copia la nada brillante de Oscar Parrilli, un experto en complacer a la jefa.

Al "establishment" ya no le queda otra que confrontar. Los empresarios locales "off the record", mientras los extranjeros perdieron todo sentido de la diplomacia. La cámara de empresarios norteamericanos opinó que el congelamiento de Feletti, hombre de Cristina Kirchner, es una "bomba de tiempo".

Como se ve, el lenguaje desmesurado dejó de ser exclusivo de los camporistas que creen haber bajado de la Sierra Maestra. El clima se está enrareciendo.

Los gobernadores tampoco creen en el futuro del Gobierno. Algunos avisaron que no participarán en el control de precios, otros como el santafesino Omar Perotti sufrieron en carne propia el repudio popular. No pueden salir a la calle sin un entorno protector en plena campaña. ¿Qué resultado pueden esperar de las urnas?

Con la CGT, los jefes provinciales constituyen la segunda facción en la disputa oficialista. En ese sector ya nada esperan del Presidente, pero hay quienes confían en que o bien Juan Manzur o bien Sergio Massa pasen a liderar el Gobierno. Ambos quieren ser candidatos en 2023. Massa fracasó en un intento de formar un superministerio de Economía con Hacienda y Producción. Manzur va perdiendo protagonismo -su poder real siempre fue una incógnita- pero no se rinde.

En suma, la unidad del oficialismo está en terapia intensiva a lo que hay que añadir que, si no consigue levantar la puntería en la provincia de Buenos Aires, entrará en discusión hasta el liderazgo de Cristina Kirchner. En ese caso, el vacío de poder se convertirá en algo más que una hipótesis.

La oposición también entró en estado deliberativo, aunque con tendencia a la unidad antes que a la dispersión. Nadie renuncia al éxito y tanto los radicales como el PRO lo ven al alcance de la mano.

El mejor termómetro de esa interna estuvo el jueves en Dolores. La torpe maniobra judicial contra Mauricio Macri fue un anabólico para sus chances que todos los opositores detectaron.

Macri hizo su peregrinaje al juzgado sólo acompañado por los "halcones". Con distintas excusas se apartaron Horacio Rodríguez Larreta y los radicales. No estuvieron ni Mario Negri, ni Alfredo Cornejo. Algunos miembros de la rosca "nosiglista" directamente lo atacaron como Gerardo Morales y Facundo Manes.

El antimacrismo de JxC tiene dos problemas. Uno, que la imagen del ex presidente crece a medida que se hunde la del kirchnerismo. Más lo ataca el peronismo, más crece en la opinión pública. El segundo problema es el repudio a los políticos. Tanto HRL como los radicales son parte de la "rosca" que cierra acuerdos de poder como los que históricamente llevaron al país de crisis en crisis. Perotti comprobó en vivo y en directo que hay un clima fuerte de "que se vayan todos". Milei, que el voto bronca contra "la casta" aumenta. Al que mejor le cuadra este escenario es a Macri.

Sergio Crivelli
Twitter: @CrivelliSergio

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