Lunes, 24 Enero 2022 10:05

Fernández, cada vez con menos reacción, autoridad y tiempo - Por Sergio Crivelli

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El presidente sigue enredado en la negociación con el FMI. Cafiero oyó de Antony Blinken lo de siempre: armen un plan, pero para eso le hace falta autoridad. La cuenta regresiva 

En menos de cinco días vencen más de 1.000 millones de dólares de deuda con el FMI. La suma no es comparable con los vencimientos de marzo que resultan impagables, pero representa un porcentaje mayoritario de las reservas del Banco Central. Si el gobierno del Frente de Todos decide pagar, que es lo que ha hecho desde que asumió, su capacidad de control del mercado cambiario bajará a niveles críticos. 

Esto pudo notarse el viernes cuando el “blue” escaló en pocas horas hasta los 219 pesos, mientras el riesgo país superaba los 1.900 puntos, consecuencia de la mezcla de incertidumbre y pesimismo detectable en los operadores. No por azar las encuestas sobre expectativas respecto de la economía futura son negativas en un 60%.

En resumen, Alberto Fernández tiene cada vez menos tiempo para cerrar un acuerdo en medio de las presiones del mercado por un lado y de Cristina Kirchner por el otro. En ese difícil escenario dispone de una sola certeza: los dólares están a punto de acabarse y la cuenta regresiva no se detiene.

El hecho político central de la semana, la entrevista del canciller argentino con su par norteamericano, describió de manera acabada la situación de Fernández y de su fracaso en conciliar lo inconciliable.

Mandó a Santiago Cafiero a Washington porque es su hombre de mayor confianza. De tanto hacer piruetas entre el presidente y la vice a Martín Guzmán ya no le cree nadie, por lo que Fernández necesitaba un mensajero que lo representara sin generar la menor duda. Pero el problema no es el mensajero, sino el mensaje: quiere que el Fondo difiera los vencimientos de la Argentina sin reducción del gasto público. Lo mismo pedía Guzmán.

En última instancia, lo que Fernández pretende es que el gobierno norteamericano le arregle el problema que tiene con Cristina Kirchner, pero esa no es tarea de la Casa Blanca. Conclusión: Cafiero se volvió como se había ido. Le pidieron un plan y lo despacharon sin más.

Fernández pareció creer que lo podían dispensar del ajuste si acompañaba a los Estados Unidos en la OEA y así lo hizo. Votó a favor del repudio a la presencia de un terrorista iraní --que es alto funcionario del régimen islámico-- en Nicaragua durante la reasunción de Daniel Ortega. También pidió su detención a Rusia en una sobreactuación que terminó en el ridículo. Su talento para los errores es asombroso.

Para empeorar el cuadro decidió visitar Rusia en un momento crítico de la relación entre el gobierno norteamericano y el régimen de Vladimir Putin. La política económica y la exterior parecen competir por el récord histórico de desaciertos.

Las equivocaciones del presidente y su fracaso electoral del año pasado minaron naturalmente su autoridad. Los ejemplos de desautorizaciones por parte de voceros de la vice, por ejemplo, Axel Kicillof, han sido señalados con frecuencia en este espacio. Pero ahora le marcan el rumbo o lo dejan mal parado personajes de tercera fila.

El ex piquetero Carlos Alderete presentó un proyecto para hacer obligatoria la vacuna anticovid. La vocera presidencial aclaró que no se trataba de una iniciativa del gobierno y la ministra Carla Vizzotti la rechazó también alegando “que no es el momento”, pero acto seguido el ministro de Salud de Kicillof, Nicolás Kreplak, refutó a la ministra. Opinó que estaban dadas las condiciones para que fuera el momento de la obligatoriedad.

Un conventillo por los medios sobre una cuestión prioritaria en plena ola de contagios.

Otro ejemplo de desautorización fue el de los ministros De Pedro y Gómez Alcorta fotografiándose con Milagro Sala después de que el radical Gerardo Morales, archienemigo de Sala, se inmolara en la interna opositora por operar a favor del presidente. Los funcionarios de la vice no sólo contradicen a Fernández; también le apuntan a los pocos aliados que consigue.

Esta suma de reveses no sólo desgasta al presidente, sino que empieza a sembrar también la inquietud en opositores como Horacio Rodríguez Larreta. El jefe de gobierno porteño ve con preocupación que el desgaste de Fernández es tan acelerado que las etapas de la carrera de 2023 se adelantaron.

Esperaba mantenerse en segundo plano observando la erosión del peronismo, pero deberá dar un paso adelante y exponerse como candidato. De allí sus incipientes críticas al gobierno, su acercamiento a Morales y su diálogo con Mauricio Macri que como señaló el nuevo “armador” de Rodríguez Larreta, Emilio Monzó, le ganaría a cualquiera la candidatura de Juntos por el Cambio si decidiese competir.

El ex presidente no cree, sin embargo, que sea el momento para su candidatura. Todavía su imagen negativa es alta. Pero parece dispuesto a jugar su papel de gran elector. Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich están seguros de que lo hará.

Sergio Crivelli
Twitter: @CrivelliSergio

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