Lunes, 05 Septiembre 2022 08:08

El escenario político cambia cada vez a mayor velocidad - Por Sergio Crivelli

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Cuando comenzaba a perder la batalla en Tribunales, Cristina Kirchner lanzó una furiosa contraofensiva que le permitió alinear al PJ y llenar la plaza para presionar a la Justicia. 

En Juncal y Uruguay, kilómetro cero de la política desde hace quince días, un personaje marginal apuntó el jueves un arma contra la cabeza de la vicepresidenta. El hecho cambió drásticamente un escenario judicial y político que cada vez se le presentaba más adverso. 

Después de que el fiscal pidiera doce años de cárcel para ella por corrupción y exhibiendo una capacidad de recuperación asombrosa, Cristina Kirchner dio vuelta la situación. Pudo hacerlo a favor de ese episodio inesperado que por razones que aún se ignoran no terminó en una tragedia. Misteriosamente el arma no tenía la bala fatal en condiciones de ser disparada.

CFK retomó la iniciativa, encuadró al peronismo y lo movilizó al tiempo que arrinconaba a la oposición, en especial a Horacio Rodríguez Larreta, a los medios críticos y a los jueces que no le obedecen acusándolos acerbamente de fomentar el odio y la división.

Todo esto al mismo tiempo que se proclamaba tácitamente piedra angular de la democracia y profundizaba la grieta en nombre del amor. Bajo la mirada de sus fieles, la esquina que habita en Recoleta sería una mezcla de santuario oficialista y Woodstock. Lo que empezaron como una reacción desafiante en defensa de su líder terminó convirtiéndose gracias a la oportuna aparición de un marginal de origen brasileño en la acelerada construcción política de una eventual candidatura.

La irrupción del tirador tuvo distintos efectos políticos, pero no produjo ninguna conmoción social. De haberla producido, no hubiera sido necesario el feriado nacional para que “el pueblo” apoyase a la vice. La movilización a Plaza de Mayo fue exclusivamente K y organizada con dinero público por los canales habituales.

Otro efecto que no tuvo fue el de un daño a la democracia. Sí, en cambio, resultó funcional al oficialismo para desplazar de los primeros lugares de la agenda pública los padecimientos económicos que lo desgastan día a día.

En la lista de consecuencias hay que agregar que el kirchnerismo usó la aparición del tirador para polarizar contra Juntos por el Cambio asumiendo, también como es habitual, el papel de víctima.

El resultado general de la estrategia fue una grieta más profunda, una agresividad verbal más ostensible y un retroceso de los “moderados” como Rodríguez Larreta y como aquel personaje hoy ya olvidado que representó Alberto Fernández en la campaña de 2019. Innecesario señalarlo, la grieta es funcional a cualquier campaña de la vice.

Otra consecuencia fue que el relato de la “persecución” contra Cristina Kirchner desplazó de la agenda mediática la imputación penal y la acusación del fiscal. La presión de la plaza es, además, un elemento que no estará en el expediente, pero de gran ayuda para la defensa de la encartada. Habrá que ver qué efectos tiene sobre los jueces.

A lo que hay que añadir el alineamiento vertical (palabra olvidada desde los tiempos de “Isabelita”) de todo el peronismo tanto político como sindical, piquetero, etcétera. El primer paso lo dio Alberto Fernández disponiendo el feriado. El siguiente, los bloques legislativos. La centralidad de la vice en el peronismo se fortaleció y será determinante en el próximo escenario electoral. Las críticas incipientes por el ajuste del gasto público se acallaron por el momento.

En cuanto a la oposición, el “santuario” de la Cámpora tuvo un efecto deletéreo. Al menos para Rodríguez Larreta, cuya candidatura presidencial no acaba de despegar.

Esta vez se topó con Patricia Bullrich que le apuntó el error de haber negociado con el kirchnerismo el orden público. Rodríguez Larreta dispone de un monumental presupuesto para hacer campaña con el que suma dirigentes y genera simpatías periodísticas, pero Bullrich es coherente y sabe dónde pegar. La gran incógnita es Mauricio Macri que asistió a la refriega en silencio. Él también es beneficiario de la polarización. Tiene una baja imagen positiva y Cristina Kirchner sería su adversaria ideal.

Por último, el escándalo del tirador negligente tiene un impacto todavía incierto en Sergio Massa que lucha por frenar la inflación, evitar la devaluación y recuperar reservas para el Banco Central. El círculo rojo le dio crédito –los mercados también—en la creencia de que diseñaría una política más racional y ortodoxa, pero en este marco el fortalecimiento de Cristina Kirchner significa un retroceso para él.

En su visita al FMI deberá explicar de manera satisfactoria que el encuadramiento del peronismo detrás de la vice no significa una mala noticia para los planes de ajuste, que su proyecto de estabilización sigue vivo y que el populismo fiscal no retornará. Tendrá además que conseguir dólares para evitar una devaluación a corto plazo en un contexto político enrarecido por la contraofensiva K.

Sergio Crivelli 
Twitter: @CrivelliSergio

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