Cuatro años más tarde se da el fenómeno contrario. El frente ya no es de todos, se dispersa. Se espera que hoy el kirchnerismo no acompañe al Presidente en el Congreso en la apertura de las ordinarias.
El carnaval de militancia a sueldo quedará a cargo de la Casa Rosada. Con su ausencia La Cámpora intenta demostrar "rebeldía" ante un jefe de Estado que promete por su parte un discurso sobre logros de gestión tan alejado de la realidad como sus alardes reeleccionistas.
El conflicto presidente-vice es consecuencia del fracaso de un gobierno del que nadie quiere hacerse cargo. Ni su creadora, ni el presidente, con su mensaje disociado de una crisis económica que ha disparado la inflación al 100% y está entrando en fase recesiva. Una campaña en estanflación es la peor pesadilla de cualquier político.
Esta circunstancia ha dañado también a Massa que se disfrazó de economista/bombero para usar la crisis como catapulta electoral, pero que sigue rodeado por las llamas. Lo que parece no haber medido bien es que el fracaso de los Fernández no obedecía sólo a la extraordinaria incapacidad del presidente, sino a la agonía del "modelo" populista K que entró en su etapa terminal como en 2001 lo hizo la convertibilidad.
El "modelo" de emisión sin freno, déficit imposible de financiar, despilfarro del gasto público y corrupción a gran escala finalmente impactó sobre el peronismo que sigue a pesar de todo siendo competitivo en las urnas por el alto componente de populismo cultural que llega al 50 y en algunos casos al 60% del electorado.
En este marco el antagonismo entre el presidente y la vice es el capítulo más visible de la interna del gobierno, pero no el único. El desastre económico ha impactado en el liderazgo de Cristina Kirchner y disparado una anarquía en la que cada tribu oficialista busca preservar su cuota de poder a expensas de las otras.
Todo el conflicto es por las candidaturas. Mientras la vice quiere imponerlas como hace cuatro años y conservar su parque jurásico en la provincia, el presidente busca acomodar a su tropa en las listas y prolongar la ilusión de poder hasta donde pueda.
Por su parte los piqueteros se ven con problemas de ingresos y pretenden armar un partido político con plata del Estado para presentar listas por su cuenta. Construyen un bote propio.
Algo similar ocurre con las tribus de sindicalistas, gobernadores e intendentes. Por eso la multiplicidad de elecciones separadas de la nacional y la incertidumbre sobre la candidatura a presidente. La combinación de fracaso, crisis y falta de conducción ha sumido al peronismo en una diáspora a la que para buscarle un antecedente hay que remontarse a los años 80.
Sergio Crivelli
Twitter: @CrivelliSergio