Una de las tantas paradojas tuvo como protagonista al papa Francisco. En el principio del discurso el presidente le agradeció el apoyo en las gestiones por la deuda y en el final le anunció el envío del proyecto de legalización del aborto. Durante su pontificado y en su país el gobierno con el que se identifican políticamente tanto él como la mayoría del episcopado le hizo ese insólito reconocimiento.
En materia de “wishfull thinking” Fernández habló de “incipientes resultados para bajar la inflación” al tiempo que amenazaba a los formadores de precios calificándolos de “pícaros que no tienen cabida en la Argentina”. Después convocó a todos los argentinos a participar de la gesta de poner al país de pie. Los supermercadistas se deben estar preguntando si forman parte de los invitados o del grupo de los pícaros.
Más allá de la retórica, la remarcación es parte del problema de la inflación, cuya principal causa es el déficit fiscal que cómo se recordará reapareció en enero, primer mes completo de gestión del nuevo gobierno, a pesar del supercepo cambiario, el impuestazo y el congelamiento de las tarifas. Curiosamente Fernández también habló de “condiciones macroeconómicas sostenibles” y de mesas de acuerdos “que funcionan”. Uno de sus principales referentes en la materia, el ex ministro Roberto Lavagna, le dijo hace pocos días por los medios que se olvide de la idea del acuerdo económico social, porque nadie quiere ceder en la puja distributiva. ¿Qué hizo Fernández? Anunciar que mandará un proyecto para que el Congreso apruebe ese consejo. Un entretenimiento para legisladores.
Pero el presidente no sólo ve reactivación donde otros ven estancamiento y baja de precios donde otros ven remarcación. Llamó a una nueva batalla del petróleo con Vaca Muerta parada e internas por el control del área energética en el gabinete.
Respecto de las proyecciones económicas para este año quedó claro que no habrá presupuesto 2020. El presidente navegará de acuerdo con la dirección de la que sople el viento sin previsiones legales que le marquen un rumbo obligatorio. También quedó claro que la renegociación de la deuda se presenta complicada y el gobierno se prepara para lo peor. Fernandez dijo “nosotros estamos del lado del pueblo” e invitó a la oposición a definirse. El nacionalismo y la deuda hacen una pésima combinación.
Aseguró además que se acabó el ajuste. “Preferimos una solución ordenada (de la deuda)”, aseguró, pero eso también sonó a expresión de deseos, porque si con la poda de jubilaciones y el aumento de la presión fiscal no consigue superávit para pagar en algún momento la deuda, ningún acuerdo con los acreedores parece alcanzable.
Sergio Crivelli
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