Lunes, 12 Diciembre 2022 10:11

Messi, la paranoia argentina y cómo correr el eje de las cosas - Por Hugo E. Grimaldi

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Si bien una alegría entre tanta malaria sería algo más que deseable que llegue a esta altura de la función de la mano de un título mundial, han sucedido y suceden cosas de fondo en el país que generan más preocupación que el fútbol, aunque el influjo de un torneo de este calibre, ya en los tramos finales, es algo irresistible para quienes hacen de la manipulación de la opinión pública un arte. Si hasta Lionel Messi ha quedado atrapado en el medio de la grieta. Moraleja: siempre se le puede dar a este tipo de fenómenos una vuelta más. 

Como si a esta altura la Argentina no tuviera demasiadas aberturas que suturar, acaba de aparecer hace un par de días otra zanja bien transversal, la que acaba de generar políticamente las actitudes no futbolísticas del capitán de la Selección argentina y de muchos de sus compañeros en el último encuentro mundialista frente a Países Bajos. Tras las provocaciones de ambos bandos que se vieron al final de tan caliente partido, en la Argentina ya hay opiniones irreconciliables entre quienes dicen que les gusta el Messi chabacano y provocador a lo Diego Maradona ("qué mirás, bobo"), frente a la visión más técnica del otro lado, la que expresa "Messi seguí escaneando el partido con tu visión periférica que así sos genial". 

Como la primera opción late siempre vibrante en los genes de cualquier argentino que se precie, hasta muchos notorios anti-K que critican los procedimientos maradonianos, obviamente salpimentados por la cuota necesaria de paranoia que hace del argentino un eterno perseguido por poderes que aparecen de improviso para jugarle en contra, hasta muchos críticos del kirchnerismo se confundieron y acaban de saltar de vereda.

Es algo archisabido que el fútbol es siempre fuente de manipulación política y por eso, el zafarrancho qatarí del viernes pasado sirvió para darle mucho material a quienes se sirven de ese tipo de procesos. "Acción sicológica" se lo llamaba en tiempos del rumor boca a boca y de plasmar "con tiza y con carbón" las consignas en las paredes. Hoy, a través de las redes sociales, de los recortes informativos, de la proliferación de "fake news" y sobre todo de la viralización, se puede construir una novela en horas apenas. Y en eso anda el kirchnerismo, en edificar una realidad paralela que tanto le gusta a los estrategas de opinión pública. Todo lo que distraiga, mejor: no está mal mitigar el grave presente de horrores de gestión y de mandobles judiciales.

Desde lo estrictamente político, económico y social, falta un año para que termine el gobierno de Alberto Fernández (25%) y el saldo es hasta ahora negativo, de una gestión (75%) cruzada por la parcelación de áreas, la pandemia, la invasión de Rusia a Ucrania, la inacción (y las peleas) derivada del poder tricéfalo, la pérdida de tiempo que significó Martin Guzmán y la ratificación del singular fracaso económico de un modelo que ya se había caído del mundo. Con la inflación al tope (gasto público y emisión que apenas recién ahora se empieza a restringir algo) y sin dólares en la caja, aunque sin capacidad tampoco de generarlos por falta de crédito y de inversiones, dicen las encuestas que el Gobierno luce un aplazo fenomenal potenciado por la pobreza y el ajuste que nunca creyó que iba a tener que hacer.

Después está el caso de la vicepresidenta la Nación, tras el fallo que la condenó prima facie a seis años de cárcel, a no poder ejercer más cargos en su vida y a perder buena parte de su patrimonio. Faltan los tiempos de apelación, pero Cristina no se rinde para tratar de sacar su imagen a flote. Lo más desesperanzador es que la hendidura que divide a la sociedad es monumental y no sólo sirve para separar las opiniones, sino que impide cualquier atisbo de diálogo. "Últimamente, ni con un megáfono nos escuchamos", dice un radical de mil batallas legislativas, quien habla de "acercamientos", pero consiente que hay quienes buscan hacer de la cesura un negocio, aún dentro de su propio espacio político. "Estoy seguro de que la riegan a diario y que inventan escenarios para mantenerse en el candelero", agregó. ¿Macri?, pregunta el periodista. Prudente, no sabe, no contesta.

Esto lleva a explorar la cuestión desde un costado diferente y va otro interrogante: - Si se dice que lo que hasta ahora se conoce como el renunciamiento de Cristina elimina la grieta... ¿Macri se perjudica o se beneficia? "Como ex presidente tiene chapa propia y no debería necesitar ningún contrapeso. Primero, deberá revalidar adentro del PRO y después contra nosotros. Pero creo que finalmente se va a llegar a algo mixto, con mucha mayor presencia de la UCR que en el gobierno anterior", desliza.

Sin más, él decide volver a la pregunta anterior: "Dijiste renunciamiento. ¿Vos estás seguro?", mete púa. - ¿Por qué... hay dudas?, va la repregunta. "Las calenturas son malas consejeras", añade. "A nadie le disgusta un operativo clamor y estaba preparado todo para este lunes (por mañana), pero el coronavirus lo postergó, aunque te voy a decir que no creo mucho en lo del bicho". Otra vez lo mismo: - ¿Por qué? Y el hombre apunta a un tema que, sugiere, que es algo vox populi dentro del palacio del Congreso, aunque él habite en el edificio anexo: "Porque Cristina juega al ajedrez (político) todos los días y tiene un grupo asesor cuya gran misión es mostrarla cómo víctima de todo. Están (Oscar) Parrilli y (Leopoldo) Moreau como sus consejeros de primera línea quienes, para ejecutar los planes, toman contacto con las áreas de Seguridad, Justicia y la SIDE", dice utilizando el viejo nombre de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).

Otra vez aparece en el juego la "acción sicológica", tablero donde las mentes más afiebradas meten tres temas cuyo motor en los medios afines y en las redes sociales (es notable el grado de uniformidad que hay en los difusores, alineamiento que a nadie le permite salirse de lo libretado y que deja en evidencia la maniobra) parece ser esa mesa que funciona en el Senado, cuyas obsesiones serían:

  • a) batallar a favor del lawfare para justificar la "persecución judicial y mediática" de Cristina
  • b) insistir con la excursión de jueces, fiscales, integrantes del gobierno de la CABA y empresarios periodísticos a Lago Escondido, situación que surgió de filtraciones internas o de inconcebibles hackeos que el Presidente avaló por cadena nacional
  • c) avanzar sobre la periferia con muchos puntos nunca aclarados del gravísimo episodio de "los copitos" y todo lo que se busca hacer trascender sobre eventual financiamiento del atentado
  • d) empezar a organizar el Operativo Clamor, con gente en la calle y en las redes, situación que ya se había puesto en marcha para mañana, pero que se pasó para el lunes siguiente cuando en el CCK, Cristina y el Presidente por separado reciban a los amigos del Grupo Puebla.

Desde lo estrictamente "parlamentario" (así lo dice, aunque la Constitución no habla de Parlamento ni de un régimen de ese estilo, sino de Poder Legislativo), el diputado admite que el barullo de hace un par de semanas va en vías de superarse: "Lentamente, porque (Sergio) Massa necesita de nosotros y él no es Cristina" - Ni (Cecilia) Moreau, acicatea el periodista. "Lo más reprochable es que ella perdió la noción de cuerpo", dice en relación a la acción de embarrar la cancha retirando a los representantes de la Cámara Baja en el Consejo de la Magistratura. Quiso decir, seguramente para justificar, que, si en el Senado hubo división de un bloque para conseguir dos representantes, aquí pasó lo mismo. Pero no tuvo en cuenta que Juntos por el Cambio funciona en Interbloque desde el minuto cero".

Luego, pone paños fríos y dice que el fallido de su colega (a quien hace dos semanas JxC le negó la reelección en una bochornosa sesión por haberse alineado con Cristina) bien "podría ser fruto de su inexperiencia". - Justamente, ése no parece ser el caso de (Cristian) Ritondo, mete púa el periodista y el radical puso sus dedos sobre los labios y los selló.

Ya sea porque de ellos depende mantener la llama fiscal y cambiaria encendida, entre los temas críticos que busca aprobar el ministro de Economía está el blanqueo que surgiría del convenio firmado con los Estados Unidos, cuya reglamentación está redactando la AFIP pero que requerirá el visto bueno de la Embajada americana ("Braden o Perón" ya pasó a la historia). Se trata de cuentas de particulares en ese país, ya sea como individuos o siendo parte de sociedades o trust, que serán informadas desde octubre próximo. La sensación es que se mete miedo a priori para inducir a la exteriorización, pero falta esa letra chica que se espera para la última semana del mes y sobre todo la Ley que la oposición probablemente no vote, pero que Masa necesita que no se trabe. Sin un paso atrás de Moreau, dicen para condicionar seguramente, será "imposible" esa colaboración.

Tras el Mundial, el Gobierno espera que la inflación le dé una mano, pero nada podrá seguir un curso lógico al estilo que espera Massa y su gente si la política de ruido en la calle se torna ingobernable, ya sea porque se la propicia para meter miedo o porque los movimientos sociales salen a sumarse. Ya se sabe que fin de año siempre es un tiempo problemático, sobre todo para fogonear reclamos sociales. Y ya no estará Messi para desviar la atención.

Hugo E. Grimaldi

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