Viernes, 17 Septiembre 2021 10:11

A las puertas del cementerio - Por Omar López Mato

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Dicen que los peronistas te acompañan hasta la puerta del cementerio, pero no entran al mismo. Así pasó con López Rega e Isabelita en 1976, mientras Casildo Herrera se borraba y muchos adláteres buscaban un bote para salvarse.

 

Lo mismo aconteció cuando el inefable Herminio Iglesias, valga el paralelismo, quemó un ataúd con el escudo del partido radical. No fue el único en ese palco, pero fue señalado como el adalid de la derrota. Murió solo y olvidado por sus compañeros a quienes, si les preguntan hoy, dirán ¿El Brujo? ¿Isabelita? ¿Herminio? ¿De qué partido eran? 

Una vez más se disponen al rito tribal de llevar al altar de los sacrificios partidarios a la nueva víctima propiciatoria, fuente de todos los males que liberará con su inmolación al partido de culpas, pesares y derrotas. Y acá no ha pasado nada…

Antes de la ofrenda ritual, habrá una hecatombe ministerial, una simbólica repartición de culpas y la solución mágica a todos los problemas. Tal o cual será el artífice de la recuperación milagrosa de la economía, de la salud y la industria, aunque el elegido sea una figurita repetida que ya ha demostrado su ineptitud en otro puesto u otro tiempo. Es como una fiesta de disfraces donde todos cambian su máscara…

En escasos 2 meses, tiempo que tienen antes de la procesión hacia la necrópolis, deben disminuir la pobreza, resucitar la industria, reducir el desempleo, repartir vacunas a troche y moche y convertir a los muertos por COVID en cosa del pasado (mientras machacan los supuestos treinta mil desaparecidos que no fueron).

Al igual que los decadentes emperadores de Roma, repartirán monedas entre la plebe, la forma más antigua de comprar lealtad. La comparación viene al caso porque Malraux decía que Argentina era un Imperio que nunca fue… y las cosas tienden a resolverse, como los antiguos romanos, con pater familiae que lideran grupos afines (al igual que los punteros), con una notable tendencia a repartir favores y distribuir cargos. En el caso de los pater familiae locales, se agrega la facultad de otorgar planes para aumentar el peso electoral. La dádiva romana tiene su versión folklórica en el “Imperio que nunca fue”.

La actual crisis electoral ha creado la imperiosa necesidad de aumentar el distribucionismo prebendario so pena de repetir la derrota en noviembre (las PASO son y han sido una gran encuesta, ya que los muestreos de distintas consultoras no siempre reflejan lo que necesita la clase política para definir su discurso). Sin medios, ni posibilidad de cambios de envergadura, han decidido, en un esfuerzo de imaginación, seguir haciendo más de lo mismo. Léase, repartir crematístico a cambio de votos.

El problema que han detectado es que gran parte de la plata que repartían no llega a los efectores (votantes) y quedan en la interminable cadena alimenticia de intermediarios (los tiburones se comen a las mojarritas). Distribuir la enorme cantidad de billetes que deben repartir excede la capacidad logística del aparato prebendario.

Por tal razón el gobierno se debate en el dilema del príncipe de Dinamarca ¿Me concentro en la Provincia de Buenos Aires con más de 20 millones de almas o salgo de shopping por las provincias a adquirir senadores? To be or not to be.

Suman y restan, total un senador riojano o catamarqueño sale menos plata que un intendente del conurbano.

De una forma u otra, vamos al entierro del “culpable” de la debacle electoral que se está jugando una última carta: mostrarle a la sociedad que él es distinto a su jefa y un “baluarte de la moderación”. De no lograrlo le espera el purgatorio peronista compartido con Lopecito, la viuda del general, Herminio, Casildo y demás miembros que no supieron ganar una elección en esa aceitada máquina de "conquistar " votos que es el justicialismo.  

Omar López Mato

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