Política

Nadie sabe aún si la cuarentena masiva será tan exitosa como se desea para aplanar la curva de contagios del nuevo coronavirus, pero sí hay consenso en que era el camino más aconsejable para tratar de evitar una escalada incontrolable.

 

El ministro y el Presidente coordinan las próximas medidas. El impacto ambiental de las cuarentenas mundiales. Y la vuelta de la vice de Cuba.

 

Si el precio para suprimir la grieta es semejante crisis, menos mal que esto no pasa todos los días. La analogía con Malvinas.

 

Alberto Fernández los incluyó en tareas sociales, pero ha ordenado que no participen de la seguridad.

 

Es un dato recurrente recordar, y nunca como en estas horas que vive el país viene al caso, que detrás de toda gran crisis se esconde una gran oportunidad.

 

Hasta Vilma Ibarra creyó el rumor falso que había hecho correr el Presidente. La cuarentena obligatoria comenzaría, decía la versión, a las cero horas del sábado. El borrador del decreto se había redactado con esos datos.

 

No se oye una voz angustiada. Era esperable en un jefe del Estado que ha tomado decisiones dramáticas e inéditas en la Argentina, para intentar que la pandemia no repita aquí postales de tragedia como en Europa.

 

El presidente asumió con una debilidad congénita, el patronazgo político de su vice. Pero la crisis sanitaria le abre una chance sorpresiva para generar un liderazgo individual y autónomo.

 

Oportunidad. La crisis del coronavirus le abrió una puerta impensada a Alberto Fernández. La economía pasa a un segundo plano y le permite seguir afinando su relación con la oposición. Además, es una manera de perfilar su gobierno y definir su papel en el peronismo.

 

Una evidente soberbia retrasó la prevención para enfrentar la pandemia. Los números de la economía llevaron a la cuarentena.

 

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