De esta forma, el obispo de San Isidro complementó con mucha vehemencia y claridad a su colega platense Víctor Manuel Fernández, teólogo de cabecera del papa Francisco, quien un día antes había escrito una suerte de carta abierta al presidente Alberto Fernández donde le decía que él sólo se ocupa de "halagar a los sectores minoritarios que tiene cerca" sin responder a las expectativas y a las necesidades de la ciudadanía. "Eso no es el pueblo argentino y los votos parecen demostrarlo", clavó un estilete el sacerdote, degradando de paso al kirchnerismo gobernante.
Mientras el país está sin rumbo desde hace una semana, ambos curas plantearon desde la cruda reflexión el abandono que siente la sociedad, harta de los desquicios que se manifiestan en las peleas de cúpula. Nadie pareció escucharlos por un buen rato, ya que quienes gobiernan siguieron jugando el enfermizo minué de la rosca política para ocupar los espacios que le garanticen a los unos controlar mejor a los otros. El "sálvese quien pueda" refleja la debilidad que campea en el Frente de Todos y hasta en lo electoral, el Gobierno ha perdido un precioso tiempo para intentar la recuperación.
La locura que atacó al kirchnerismo tuvo el hervor principal el domingo mismo por la noche cuando, al menos por tres fuentes, el Frente de Todos fue informado que los sondeos de boca de urna le daban una ventaja casi indescontable. Así, salieron al escenario a bailar (y los difusores partidarios a desinformar) porque les habían dicho que ganaban las PASO y que se perfilaban para tener mayorías legislativas en diciembre. Nadie pensó en los 115 mil muertos: faltó decoro en ese festejo. La dolorosa escena, un remedo del cajón de Herminio Iglesias, fue la misma vidriera "irrespetuosa de los cambalaches" que anunció Discepolín (aunque para para el siglo anterior), mientras una vez el país miraba desde la platea.
Ya van tres veces que el kirchnerismo se engancha en la estupidez de vender la piel del oso antes de haberlo cazado y ¡sigue sin aprender!, por lo que la amargura de todos ellos fue mucho peor después mientras los pases de factura empezaban a circular encima del mismo escenario de las caras compungidas.
Por entonces, el Presidente ensayó un discurso bastante coherente con promesa de remontar la cuesta desde el mismísimo día siguiente y empezó a hablarse de traición de los intendentes, de "ir a buscar" a quienes no votaron y de plata desparramada entre la gente, casi como una compra de voluntades.
La revisión del Presupuesto que pidió Cristina irá en ese sentido y hasta la maniobra contable que se ha hecho con los DEGs del FMI es para gastar lo que sobra en esos menesteres. En tanto, al Banco Central se le ha dado un hermoso papelito de colores, uno más. En este punto bien vale recordar un famoso discurso de Juan Perón del año 1946, cuando aconsejó a los peones de campo: "rompa el candado de la tranquera o corte el alambrado, pase... y luego haga su voluntad en el cuarto oscuro".
A partir de entonces apareció el segundo problema que hace a las mentes y a las personalidades de los dirigentes K, ya que después de la paliza electoral la ansiedad del "ya, ya, ya" que domina a la vicepresidenta se cruzó peligrosamente con la tendencia a dilatar que tiene Fernández. Como "azules y colorados" volvieron a tallar las peleas de cúpula y así empezó a cocinarse la ruptura. Al día siguiente no pasó nada y ningún ministro renunció, tal como se lo había imaginado Cristina, pese a que el Presidente (y Sergio Massa también) le habían dicho que consideraban que era mejor esperar a las elecciones legislativas para cambiar. "Si perdemos en noviembre habrá que despedir a los nuevos y será un doble desgaste", alguien le dijo a ella con toda lógica.
Alicia Kirchner primero y Axel Kicillof también le pidieron las renuncias a sus ministros, mientras que "Wado" de Pedro hizo punta y puso su renuncia "a disposición" de Fernández junto a otros nueve funcionarios del riñón cristinista, entre ellos las titulares del PAMI y de la ANSeS, dos cajas más que apetecibles hoy en manos de La Cámpora que, además, utiliza esas estructuras a lo largo y a lo ancho del país como verdaderas Unidades Básicas partidarias. Allí, comenzó formalmente la movida destinada a incendiarle el rancho al Presidente y el país ingresó en un período de turbulencias institucionales que fue escalando hasta que se conoció la carta de Cristina (ahora nuevamente "Kirchner") cantándole las cuarenta al Presidente, mientras que en simultáneo, se hizo circular, no por casualidad, la cruda exposición de la fractura que hizo la diputada Fernanda Vallejos.
Tiene razón Cristina cuando le dice a Fernández que no lo jaquea, sino que fue "el resultado de la elección" quien lo ha puesto contra la pared. Sin embargo, y desde su microclima, la vice parece no querer entender que el responsable de la goleada del domingo pasado en contra del Gobierno que ella integra no ha sido sólo la economía, tal como mandó a difundir, sino una serie de graves elementos que se alinearon para que 70 por ciento de los ciudadanos no haya votado por los candidatos oficiales: la malísima gestión de la pandemia desde lo sanitario (Vallejos dixit), con la tardía provisión de vacunas cargadas de ideología y demasiados fallecidos, pero también el caos productivo que puso en la lona a empresas y puestos de trabajo, mientras campeaban los vacunatorios VIP's y las reuniones festivas en Olivos, más la inseguridad, las declaraciones irritantes de los funcionarios y también los indicadores socio-económicos, como la inflación, la pobreza, la falta de inversión y de empleo, la presión impositiva, el cierre de exportaciones, el cepo, etc. etc. etc.
Lo cierto es que casi en simultáneo las dos mujeres se pronunciaron para demoler con mayor o menor grado de cordura no sólo al Presidente sino a la investidura que le otorgó la ciudadanía y quedó en claro que las dos hablaban de la economía únicamente como la gran responsable de haber perdido las elecciones porque aún las apasiona el "modelo de acumulación de matriz diversificada con inclusión social", el mismo que oscureció la segunda presidencia de CFK sobre todo desde lo económico y la dejó al borde del aplazo. Para ambas, no hubo suficiente dinero circulando en la economía, tal como indica la teoría que las subyuga y por eso dicen que Martín Guzmán no cumplió el Presupuesto en cuanto al déficit. "Hay equilibrio fiscal. Equilibrio fiscal..." se escandalizó Vallejos en el audio, en tanto fustigaba al ministro de Economía diciendo que es un doble agente al servicio del FMI.
En su autismo, la diputada fue más allá cuando dijo que es el Presidente quien se tiene que "allanar" a lo que diga su vice porque es ella quien manda. Este punto tiene como condimento de refutación un par de verdades incontrastables, una que data de un par de años atrás cuando se decía que "con Cristina sola no se puede", por lo que su representación necesitaba de otros peronistas que la forzaron a buscar aliados, el bueno de Fernández entre otros, para "volver mejores", los mismos personajes que ahora Vallejos y la vice quieren desechar. Muy lanzada, la diputada llegó a decir alegremente que por la boca de Cristina "habla el pueblo argentino", aunque los números de la elección del pasado domingo no dejen demasiado margen para tomarla al pie de la letra.
Tras varios días perdidos y por lo que fuere, el Presidente decidió no tomarle la palabra a la mayor parte de los conjurados que amagaron renunciar para condicionarlo (ni mucho menos se animó a quedarse con las cajas del PAMI y la ANSeS ya que eso hubiese sido la guerra total) y desplazó a varios otros ministros que le habían sido leales. De cara a las elecciones, los nuevos funcionarios deberán pasar ahora por el escrutinio público y se analizará su trayectoria, ya que al menos cuatro de ellos fueron soldados de Cristina cuando ella prometió ir "por todo" y el kirchnerismo perdió las elecciones de 2015. Juan Manzur y Aníbal Fernández, sobre todo, tienen un pasado lleno de oscuros lunares, mientras que el gobernador de Tucumán, aunque desconfía de tantas manos que le han pasado por el lomo, abandona la provincia que lo votó y la deja con graves problemas institucionales que él busca arreglar al modo kirchnerista. En tanto, Julián Domínguez es lo poco que se ha podido hacer para darle una señal a Francisco y a los obispos que acaban de lapidar al kirchnerismo
Fue patético también leer o escuchar en estos días los apoyos que le brindaron al Presidente algunos gobernadores, intendentes y sindicalistas sobre todo, tal como si una fuerza de ocupación extranjera o los viejos militares o aún una pueblada lo hubiesen desplazado, cuando el serrucho de estos días estuvo siempre en manos de otros compañeros y compañeras. Pese a la toma de posición, ninguno se animó a decir explícitamente que la cosa venía de golpe de Palacio.
En su confusión, el Presidente tiró por la borda a Felipe Solá quien fue a México a representar a la Argentina en un foro y cuando estaba en viaje se enteró que no seguía y que en la Cancillería lo iba a reemplazar nada menos que Juan Pablo Cafiero, para Cristina uno de los responsables de todos los males que aquejan al Frente de Todos.
Las imágenes del video institucional que difundió el gobierno mexicano con su recepción muestran lo patético de la situación y cómo se ha degradado la Argentina en el mundo: Felipe en camperita y zapatillas frente a los trajeados diplomáticos que lo fueron a buscar al aeropuerto. Fernández también eyectó a Juan Pablo Biondi, el secretario de Comunicación y Prensa, su amigo y chofer ocasional, quien fue el fusible que la vice eligió para pegarle por elevación a su disminuido socio electoral. En el Instituto Patria se sigue creyendo que la gran cantidad de movidas que hubo antes de las PASO para desgastar al Gobierno fueron orquestadas adrede por la Casa Rosada para condicionar a la jefa con un resultado electoral adverso. Para ellos, detrás de los cortinados aún se agitan sombras y de allí los controles cruzados que la han puesto al Presidente a su alrededor.
Una arista sicológica más de todo este triste culebrón, que para Máximo Kirchner fue "tergiversado" por los medios, es que seguramente en el entorno de Cristina ya están recelando de los cambios que se acaban de disponer para intentar superar la crisis que provocó la tremenda paliza electoral: la paranoia es así. Y pese a que Alberto se asustó demasiado con la carta incendiaria de Cristina Fernández, abdicó en toda la línea y le entregó al kirchnerismo el sillón de Rivadavia (y como se vio hasta a algunos de sus amigos) con pertrechos, bandera y banda, la cosa no ha terminado porque la manía persecutoria siempre tiene un nuevo costado que atender. Quien se siente acosado nunca se conforma del todo con los tabiques que ha logrado colocar, sobre todo cuando lo que se busca es demostrar a como dé lugar ("Caiga quien caiga", hubiese dicho el viejo General) que se es el dueño del poder.
Hugo E. Grimaldi