Salud

Dos estudios independientes confirman los beneficios del consumo de estos alimentos en personas con problemas del ritmo cardiaco.

Dificultad para dormir o para conciliar el sueño son síntomas del agotamiento crónico.

La fatiga mental puede disparar el cortisol, sustancia que se libera como respuesta al estrés, pudiendo provocar la pérdida de memoria.
Vivimos en una sociedad cada vez más competitiva, donde el foco está centrado en llenar objetivos laborales y de estudios más que en formar familia y vivir en armonía y saludables.

Se ven personas con trabajos y estudios de manera paralela que, además, son triatletas, corredores, deportistas… y cada vez tienen menos tiempo para estar con su familia o su pareja. Igualmente, los hijos llevan un ritmo de vida apresurado para sus cortas edades: en la mañana colegio, en las tardes tutorías o la práctica de algún deporte.

Cada una de esas actividades se desarrolla en escenarios altamente competitivos que, por ende, exigen cada vez más de nuestro tiempo y de nuestro poder adquisitivo. Entonces, hay que formarse mejor y trabajar más para suplir esas diversas demandas.

Todo ello suena bien si no fuera en detrimento de la salud y de la relación familiar. Una institución, la familia, cada vez más amenazada.

Nos preguntamos, ¿dónde queda el momento de ocio, en familia, de reposo, en fin, el tiempo de recuperarnos de tanta actividad, de darnos más hacia adentro que hacia afuera. De cultivar nuestro espíritu y nuestra mente?.

“Recibimos personas que su principal preocupación es que se sienten cansados, su mente está como aturdida, embotada y que dicen que están teniendo problemas en el trabajo. Esta preocupación les está quitando el sueño. La reducción de la eficiencia en el trabajo, en el estado de alerta y en el desempeño mental está asociada con la fatiga mental. Esto se genera cuando hay un exceso de carga mental debido al esfuerzo que exigen las tareas diarias, principalmente el ritmo de trabajo, la necesidad de atención y la tensión emocional que superan nuestra capacidad de respuesta”, así se explica la doctora Katiuska De Camps Vargas, médico psiquiatra, con maestría en Neuropsicología Clínica.

La especialista abunda que esto puede ocurrir cuando se realizan actividades que requieren una intensa actividad intelectual o emocional. Pero también puede ocurrir cuando se realizan actividades monótonas y repetitivas que requieren de atención constante. En otras palabras, se caracteriza por una reducida capacidad de trabajo, por lo tanto, no se puede terminar a tiempo y se empiezan acumular los trabajos, provocando salidas más tarde y, en algunos casos, llevarse el trabajo a la casa.

“También hay una pérdida de capacidad para responder a la estimulación (sentirse embotado), se les dificulta resolver las situaciones que se presentan, empiezan a tener problemas con la memoria; además, todo esto suele ir acompañado de una sensación de cansancio físico, somnolencia, destructibilidad, baja autoestima, irritabilidad, dolor en diferentes áreas del cuerpo (cefalea, nucalgia, lumbalgia, etcétera)”, apunta la profesional.

La fatiga aumenta la sensibilidad ante estímulos negativos y perturbadores, razón por la cual quien sufre de este problema tiende a perder la capacidad para controlar sus emociones, debido a un desequilibrio a nivel de algunos aminoácidos precursores de neurotransmisores, como también aumenta el cortisol y la hormona grelina, explica la especialista.

La fatiga mental en el trabajo es un problema serio, incluso puede acarrear problemas de seguridad en las empresas y especialmente en los sistemas de transporte, salud y seguridad de una nación.

Esta fatiga, con el tiempo se cronifica, provocando un Síndrome un Burnout, y éste puede estar acompañado de un trastorno del ánimo y/o ansioso, todo porque la persona está expuesta de manera continua a altos niveles de estrés, carga excesiva, horas extras con poca autonomía, se percibe un malestar en las relaciones en el trabajo, si a esto se le suma una falta de apoyo en su entorno general y bajos salario.

De Camps Vargas aclara que tenemos que descartar patologías médicas, (fibromialgia, etc.) y psiquiátricas (Trastornos desadaptativo, de conversión, Facticio, etcétera), utilizando pruebas estandarizadas y una buena historia clínica.

Según un estudio publicado en Analytical Chemistry, se está analizando cómo detectar a tiempo la fatiga mental, antes de que las personas empiecen a tener serios problemas laborales. Refirieron que una prueba de orina puede usarse para ayudar a monitorear los niveles de fatiga y potencialmente disminuir los errores relacionados con ésta. Los resultados sugieren que los metabolitos de la orina pueden proporcionar una nueva pista completa de la bioquímica para comprender, controlar y manejar la fatiga mental humana, aunque todavía se necesitan más estudios para confirmar los hallazgos.

Este estrés les provoca, en el tiempo, un aumento en la ansiedad, trastornos en el patrón del sueño y alimentario, también refieren dificultad en recordar informaciones, y esto, a su vez, les provoca dificultades en poder tomar algunas decisiones, algunos inclusos llegan a presentar trastornos depresivos y/o ansiedad con ataques de pánico”, resalta.

“Entendemos que no todas las personas tienen la misma tolerancia hacia el estrés y sabemos que algunas personas presentan patrones de conductas inadecuados, tanto en el ámbito laboral, familiar y el social, dificultándoles adaptarse en su entorno y disminuyéndoles su rendimiento laboral y/o familiar”, agrega.

Asegura que lo primero que “nos informan, es que la calidad de sueño está deteriorada, esto se debe a la intervención del hipotálamo anterior, que es quien regula ciclo de sueño- vigilia y libera melatonina. Es importante saber que el hipotálamo se encarga de controlar el sistema nervioso autónomo y el sistema endocrino, regula el hambre, la saciedad, como también mantiene la temperatura corporal, además de participar en la regulación de las emociones y el apareamiento”, enfatiza.

En otras palabras, el insomnio impide restaurar y reorganizar las capacidades cognoscitivas e intelectuales, como también las funciones psicológicas y físicas utilizadas durante el día. “Por lo tanto, con el tiempo aumenta el agotamiento físico (dolores musculares) y el agotamiento mental (distractibilidad, entre otros), como respuesta al estrés se dispara el cortisol y éste, a su vez, puede provocar la pérdida de memoria”.

Cuando nuestro nivel intelectual y nuestra memoria están afectados, es entendible que no podamos tomar buenas decisiones en el área laboral y/o familiar, por lo tanto, aumenta la ansiedad, activando más todas las áreas ya mencionadas. Con el tiempo algunos llegarán a presentar trastornos depresivos y/o de ansiedad.

Asegura que la depresión y la ansiedad provocan cambios en el cerebro, principalmente en la forma en que las personas procesan las recompensas y toman decisiones (las áreas que trabajan en las tomas de decisiones son la corteza frontal orbital y corteza ventrolateral prefrontal).

En algunos casos, los cambios en la toma de decisiones pueden ser de moderados a extremos, “sabiendo que el eje que controla nuestras respuestas al estrés es el ‘Hipotálamo– Hipófiso-Adrenal’, es entendible que cuando un individuo padezca sintomatología provocada por un nivel de estrés prolongado, lo correcto y recomendable es que consulte al psiquiatra”, subraya.

Saber

Dado que el cerebro no está diseñado para tanta carga de estrés, la doctora recomienda, en los adultos, dormir ocho horas de manera ininterrumpida y en los niños de 10 a 12, dependiendo la edad. Menos de ese tiempo no contribuye a un descanso verdaderamente reparador.

Procurar hacer al menos una de las tres comidas en familia y, si hay hijos, dedicarles los fines de semana.

No llevar el trabajo a la casa y tomar vacaciones.

Tener la capacidad de saber que no todo se puede ni se debe hacer.

No sobrecargar a los hijos con tantas actividades. Darles a ellos también su tiempo de descanso.

Saber medir las cosas. Si no se sabe afrontar la carga emocional las consecuencias directas serán los trastornos en la salud.

Norys Sánchez

Fuente: www.elcaribe.com.do

Un científico israelí dialogó con La Prensa acerca de los conocimientos que se tienen sobre esta alternativa terapéutica y sus posibles aplicaciones en una variedad de patologías que van desde el cáncer y la epilepsia hasta el Alzheimer, el autismo y los trastornos del sueño.

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Martín Simonetta destaca el concepto de inteligencia que tenía Stephen Hawking como la capacidad de adaptarse a los cambios.

El reciente fallecimiento de Stephen Hawking ha despertado diversos aspectos de su vasto legado. Uno de ellos, no tan enfocado en el cosmos, es su concepto de inteligencia como "la capacidad de adaptarse a los cambios".

En su visión, no es más inteligente el mejor matemático, el mejor científico, literato, músico o empresario, sino que pueden serlo todos en la medida en que tengan la capacidad de adaptarse a los cambios de circunstancias que el entorno les impone. La clave es adaptarse al cambio, del contexto personal y del contexto de nuestra especie.

Hawking hace referencia a lo que se conoce como inteligencia adaptativa, pone el énfasis en un punto diferente al que tienen otras visiones sobre ese tema. Algunas concepciones previas han asociado a la inteligencia con la capacidad de resolución de problemas lógico-matemáticos, tradicionalmente vinculada al coeficiente intelectual-IQ.

Otras, a la capacidad de desarrollo de relaciones interpersonales y el conocimiento intrapersonal, como el concepto de inteligencia emocional desarrollado por Daniel Goleman. Del mismo modo, otras vertientes han puesto el énfasis en la existencia de múltiples inteligencias (lógico-matemática, literaria, musical, deportiva, interpersonal, intrapersonal, etcétera), como el caso de Howard Gardner.

Adaptación y creación del cambio

La inteligencia adaptativa pone su acento en la capacidad de adaptarnos a un contexto crecientemente cambiante, lleno de desafíos, incierto, impredecible, donde buena parte de los viejos patrones de comportamiento son puestos en cuestionamiento. El fin de la era del statu quo exige poner el énfasis en nuevas características, muy distintas, o no tanto, a las que se ponía énfasis en momentos previos de la historia de nuestra especie. En este marco, son otros los activos estratégicos que posibilitarán la supervivencia: la flexibilidad, la creatividad, la capacidad de innovar.

Sin querer volvemos al pensamiento de Charles Darwin y su visión respecto de la evolución y la supervivencia de las especies. Darwin, entre 1832 y 1834, cuando tenía 23 y 25 años aproximadamente, durante su viaje por las costas patagónicas de las actuales Argentina y Chile, fue analizando evidencia que lo hizo pensar que las especies iban desarrollando pequeñas adaptaciones según el contexto en el que le tocara vivir, lo cual le posibilitaba la supervivencia.

No sobrevivían las especies más lindas ni las más fuertes, sino las que desarrollaban habilidades para adaptarse a los desafíos de un medio que podía ser cambiante.

Nunca la humanidad ha vivido un proceso de cambio tecnológico tan profundo y a un ritmo tan rápido como el que estamos viviendo en estos momentos. No podemos imaginar cómo serán nuestras vidas en 10 o 20 años. Ni la vida de nuestra especie en 50 o 100 años. Los humanos estamos generando cambios tecnológicos que incrementan la productividad, abren las puertas para innovaciones y despiertan nuevos desafíos.

En este marco, la inteligencia se asocia con la capacidad de generar nuevas soluciones ante nuevos escenarios, tal como sucede en el mundo de los negocios, donde clara.

Martín Simonetta destaca el concepto de inteligencia que tenía Stephen Hawking como la capacidad de adaptarse a los cambios.

El reciente fallecimiento de Stephen Hawking ha despertado diversos aspectos de su vasto legado. Uno de ellos, no tan enfocado en el cosmos, es su concepto de inteligencia como "la capacidad de adaptarse a los cambios".

En su visión, no es más inteligente el mejor matemático, el mejor científico, literato, músico o empresario, sino que pueden serlo todos en la medida en que tengan la capacidad de adaptarse a los cambios de circunstancias que el entorno les impone. La clave es adaptarse al cambio, del contexto personal y del contexto de nuestra especie.

Hawking hace referencia a lo que se conoce como inteligencia adaptativa, pone el énfasis en un punto diferente al que tienen otras visiones sobre ese tema. Algunas concepciones previas han asociado a la inteligencia con la capacidad de resolución de problemas lógico-matemáticos, tradicionalmente vinculada al coeficiente intelectual.

Otras, a la capacidad de desarrollo de relaciones interpersonales y el conocimiento intrapersonal, como el concepto de inteligencia emocional desarrollado por Daniel Goleman. Del mismo modo, otras vertientes han puesto el énfasis en la existencia de múltiples inteligencias (lógico-matemática, literaria, musical, deportiva, interpersonal, intrapersonal, etcétera), como el caso de Howard Gardner.

Adaptación y creación del cambio

La inteligencia adaptativa pone su acento en la capacidad de adaptarnos a un contexto crecientemente cambiante, lleno de desafíos, incierto, impredecible, donde buena parte de los viejos patrones de comportamiento son puestos en cuestionamiento. El fin de la era del statu quo exige poner el énfasis en nuevas características, muy distintas, o no tanto, a las que se ponía énfasis en momentos previos de la historia de nuestra especie. En este marco, son otros los activos estratégicos que posibilitarán la supervivencia: la flexibilidad, la creatividad, la capacidad de innovar.

Sin querer volvemos al pensamiento de Charles Darwin y su visión respecto de la evolución y la supervivencia de las especies. Darwin, entre 1832 y 1834, cuando tenía 23 y 25 años aproximadamente, durante su viaje por las costas patagónicas de las actuales Argentina y Chile, fue analizando evidencia que lo hizo pensar que las especies iban desarrollando pequeñas adaptaciones según el contexto en el que le tocara vivir, lo cual le posibilitaba la supervivencia. No sobrevivían las especies más lindas ni las más fuertes, sino las que desarrollaban habilidades para adaptarse a los desafíos de un medio que podía ser cambiante.

Nunca la humanidad ha vivido un proceso de cambio tecnológico tan profundo y a un ritmo tan rápido como el que estamos viviendo en estos momentos. No podemos imaginar cómo serán nuestras vidas en 10 o 20 años. Ni la vida de nuestra especie en 50 o 100 años.

Los humanos estamos generando cambios tecnológicos que incrementan la productividad, abren las puertas para innovaciones y despiertan nuevos desafíos. En este marco, la inteligencia se asocia con la capacidad de generar nuevas soluciones ante nuevos escenarios, tal como sucede en el mundo de los negocios, donde claramente se visualiza esta dinámica desde otra perspectiva. Ya lo dijo Joseph Schumpeter al hablar de destrucción creativa como esencia de la dinámica de la innovación y la mejora.

La historia de vida de Stephen Hawking habla por sí sola. Más allá de su genialidad intelectual, viene a nuestra mente su imagen flotando en el aire en un vuelo de gravedad cero a los 65 años. Esa imagen nos pinta de cuerpo entero su concepción de inteligencia como la capacidad de adaptación a las cambiantes circunstancias.

Hawking ilumina no solo desde sus desarrollos teóricos, sino desde el entusiasmo con que vivió cada instante de su milagrosa vida. Sus innovaciones intelectuales recién han comenzado a dar frutos, cuyos resultados serán vistos incluso por las siguientes generaciones de humanos.mente se visualiza esta dinámica desde otra perspectiva. Ya lo dijo Joseph Schumpeter al hablar de destrucción creativa como esencia de la dinámica de la innovación y la mejora.

La historia de vida de Stephen Hawking habla por sí sola. Más allá de su genialidad intelectual, viene a nuestra mente su imagen flotando en el aire en un vuelo de gravedad cero a los 65 años. Esa imagen nos pinta de cuerpo entero su concepción de inteligencia como la capacidad de adaptación a las cambiantes circunstancias. Hawking ilumina no solo desde sus desarrollos teóricos, sino desde el entusiasmo con que vivió cada instante de su milagrosa vida. Sus innovaciones intelectuales recién han comenzado a dar frutos, cuyos resultados serán vistos incluso por las siguientes generaciones de humanos.

Martín Simonetta

Fuente: www.elcato.org

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