Opinión

La condena a Cristina Fernández en la causa Vialidad es un punto de inflexión en la política argentina. Este repliegue de la vicepresidente implica, en principio, el final de un ciclo de dos décadas completas en que la familia Kirchner en general y la propia CFK en particular (en especial a partir del deceso de su marido, el 27 de octubre de 2010) ocuparon el podio de los líderes más relevantes del país.

Alberto Fernández va y viene con Perú y recibe a mapuches. Es el único que no se entera de lo que le está pasando.

- “Si el doctor dice que estás bien, no lo contradigas” -le dijo la esposa al moribundo. Esa sensación se tiene al leer los índices, datos y titulares, que no tienen que ver con la realidad

¿Fue una simple puesta en escena para victimizarse y agregarle dramatismo a su situación personal y procesal? Es una posibilidad que no debe descartarse. Pero pudo haber sido -por qué no- un rapto de histeria, propio del personaje en cuestión. O, quizá, fue parte de una estrategia diseñada con el propósito de insuflarle aire al Operativo Clamor, que algunos de sus fieles intentarán poner en marcha en el curso de esta semana o la que viene.

Falta un año para que asuma el próximo presidente o presidenta. Con el 75 % de la gestión de Alberto ya cumplida, el balance para la mayoría de la sociedad es claramente negativo y, dada la compleja situación económica, será muy difícil que pueda ser revertido. Por eso, la coordenada principal el año próximo será el cambio.

La insaciable pulsión autoritaria del peronismo no cesa. Y no cesa pese a los extraordinarios avances que ha conseguido en base a mantener vigente ese impulso animal de ir por todo.

En 1983 Raúl Alfonsín convocó exitosamente a la ciudadanía para construir una democracia republicana y pluralista, fundada en el Estado de derecho. Afirmó que el Estado así gobernado sería capaz de solucionar las principales necesidades de la sociedad: alimentar, educar y curar.

El 10 de diciembre es una fecha de todos los argentinos. Ese día de 1983 se inició nuestra democracia, que ha atravesado duras pruebas, como las grandes crisis económicas, pero mantiene su vigencia. El año próximo se cumplirán 40 años de esa luminosa jornada, tan cargada de esperanzas.

Frente a las desventuras provocadas por sus graves errores conceptuales, el cristinismo creyó que la solución a los problemas que no conseguía resolver por su propia ineficiencia consistía en apostar a “más Estado”, para lograr resultados políticos sin esfuerzo, duda, ni riesgo, como si fuese posible hacer funcionar una portentosa máquina electrónica automática.

En la cultura política peronista, en el sistema de valores de la tradición populista, el victimismo es un sabroso capital político; escapar de la ley de los hombres es la vía más eficaz para invocar la ley de Dios 

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