Opinión

La chirinada que activaron el último fin de semana en Brasilia algunas centenas de fanáticos bolsonaristas no llegó a ser una explosión porque los conjurados tenían la pólvora mojada, pero mostró los riesgos potenciales que asechan a una sociedad política y socialmente dividida.

El doble discurso en materia de defensa de la democracia volvió a quedar de manifiesto a partir de los graves incidentes ocurridos en los primeros días del año en Brasil

Lo que ha ocurrido en Brasil debe ser un llamado de atención sobre los problemas que la democracia liberal está teniendo para llevar un mensaje claro a la población sobre cuáles son los valores en los que se basa y cómo funciona el sistema para, de ese modo, sacar de él lo mejor que tiene, esto es, elevar la condición social de la enorme mayoría de la población y hacerlo de una manera tal que las infaltables (y necesarias) diferencias entre los seres humanos no sean visualmente percibibles de modo autoevidente sino que, siendo todos diferentes, parezca que son todos iguales.

La tibia referencia del Papa argentino al fallido golpe de estado brasileño del domingo podría ser vista como la más clara demostración de la dificultad de hallar respuestas concretas a la crisis de las democracias.

La idea de que vivimos gobernados por una “casta” no es argentina, ni sólo latinoamericana, y si ella se ha extendido tanto, por tantas partes, casi al mismo tiempo, es porque encierra algo que en demasiados lugares se reconoce como cierto.

El kirchnerismo es incompatible con la independencia judicial. En esto, es coherente con los peores aspectos que exhibió desde su fundación el peronismo. Una de las primeras acciones que llevaron a cabo, con distintas modalidades, Perón, Menem y Kirchner fue embestir contra la Corte Suprema. Cada uno de ellos consiguió, con mayor o menor extensión, sus objetivos. La particularidad de Alberto Fernández es que lo intenta en el crepúsculo de su gobierno y sabiendo que no lo va a lograr.

Es necesario rechazar en los más firmes términos toda acción golpista que implique un ataque a las instituciones de un país hermano

Los que produjeron los disturbios en Brasilia serán identificados, juzgados y condenados

Los acontecimientos sociales que se llevan a cabo en Brasil tienen la génesis en un gobierno autoritario y claramente antidemocrático como el de Jair Bolsonaro, un sujeto que se resiste a perder el poder y envía a sus “simpatizantes” a sembrar el caos y desmembrar un gobierno electo en las urnas, el cual, nos guste o no, proviene de la voluntad popular.

Un fastuoso salón del hotel Pompadour, en Fontainbleau, los dos mariscales –munidos de sus respetivos bastones de mando– se encontraron por fin a solas y hablaron sin eufemismos.

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