Editorial

 

A las 07.59 hrs. del domingo 27 de octubre la suerte parecía ya echada. Tanto los encuestadores como la dirigencia política del Frente de Todos confiaban en un número mágico y temerario: 52 a 36.

 


A solo cuatro semanas de celebrarse la primera vuelta electoral en la Argentina, acorde las encuestas obligatorias consagradas como P.A.S.O. que sólo han servido para precipitar variables sociales en grado incierto y demostrar cómo reaccionaron los mercados financieros ante una eventual victoria del kirchnerismo sobre Juntos por el Cambio, las voces altisonantes de los eventuales triunfadores han sumido a la sociedad en su conjunto en una profunda depresión dominada por el miedo y la disrupción como sombra de un incierto futuro.

 

Tarde primaveral en invierno. Agosto triste que se encamina a su final. Septiembre y la primavera esperan enterrar los fríos palazos políticos.

 

 

Pasaron 5844 días desde que decidimos dar el primer paso de enarbolar “la causa contra el régimen”, histórica frase radical hoy más que nunca vigente para la mayoría del pueblo argentino.

 

 

Desde 1983 en que todos los argentinos recuperamos la República a través de la voluntad popular, nunca hemos atravesado una elección tan disruptiva como la que nos tocará vivir desde el 11 de agosto –a través de las P.A.S.O.- por muchos considerada la primera encuesta seria y para otros la primera vuelta virtual.

 

 

Domingo 9 de junio por la tarde. Llamado telefónico de Mauricio Macri a Ernesto Sanz para intentar por enésima vez convencerlo que lo acompañe en la fórmula presidencial.

 

 

Una salida amañada que resultará un tiro por la culata, o como decía un viejo amigo “un suicidio en defensa propia”.

 

 

Desde el 25 de abril del año pasado el gobierno de Cambiemos que preside Mauricio Macri no ha dejado de padecer conatos de “golpe de mercado” a los que sólo pueden asemejarse los levantamientos militares contra Arturo Frondizi desde el día posterior a su asunción (2 de mayo de 1958) hasta su vergonzante caída.

 

 

El famoso y mediático “Plan V” quedó sepultado este fin de semana en Mar del Plata tras el retiro espiritual de los apóstoles de María Eugenia Vidal.

 

El renunciamiento del Evita tras su cruel enfermedad en 1952 sería la consigna sensiblera para que CFK decidiera bajarse de su candidatura presidencial, colocar a toda su gente (especialmente a sus hijos) para protegerla con los fueros parlamentarios y brindara un mensaje de “unidad peronista” frente a la “derecha liberal” de Cambiemos.

 

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