Opinión

Hubo, en el curso de la semana pasada, una coincidencia entre tres figuras políticas de distinta relevancia, que a nadie medianamente informado en los avatares de la política le pasó desapercibida. Lo notable del caso es que, entre ellos, no se pusieron de acuerdo para confesar en público lo que dijeron y -con toda seguridad- no especularon en lo más mínimo al adelantar su voto. Omar Perotti, el gobernador de Santa Fe; Maximiliano Pullaro su sucesor si en los comicios del próximo domingo no ocurre un milagro, y Martín Tetaz, el economista más mediático del equipo de Patricia Bullrich -fuera de Carlos Melconian- se inclinaron por Javier Milei en una eventual segunda vuelta en donde sus candidatos no compitiesen.

“Dolarización” versus “Bimonetarismo” sean tal vez una de las grietas más clarificadoras de lo que la Argentina está viviendo y de lo que su gente está pidiendo a gritos: el fin de la inflación

Con más de un 140% de inflación anual, 43% de pobreza y casi 10% de indigencia, las condiciones de rebelión en los barrios populares de los grandes conurbanos son elevadas, pero no inexorables.

El proceso electoral en marcha está operando como un acelerador de la reconfiguración del sistema político. Ese cambio ya estaba en marcha, impulsado por la evidente decadencia económica, el empobrecimiento social y la creciente parálisis institucional (leyes que no se producen o que, producidas, no se cumplen; juicios que no se concluyen y a menudo ni siquiera se inician; conflictos de poderes, etc.), pero a partir del resultado de las elecciones primarias de agosto, que produjeron un inesperado cambio de color en el mapa del país, el proceso ha adquirido un ritmo vertiginoso.

Victoria Villarruel es una versión pulida de Cecilia Pando. No mucho más que eso. Además, es la compañera de fórmula de Javier Milei. Por tradición familiar, por decisión política, oscila en lo que muy bien podría calificarse la derecha. Una derecha política que a veces disimula su simpatía por la última dictadura militar. A veces, no siempre. Villarruel es de derecha, no lo disimula. Y se me ocurre que en su intimidad está orgullosa de serlo. Otras observaciones son precisas para que me entiendan. Ser de derecha, no es sinónimo de criminal, genocida, incluso explotador. La "derecha" es una tradición política legítima de la modernidad. Además de una tradición, es una presencia histórica y un campo teórico.

Los tres candidatos que encabezan las preferencias populares para octubre próximo se presentan como “regeneradores sociales” asegurando que saben cómo ejecutar cambios revolucionarios de tipo profiláctico.

El delincuente terrorista Fernando Vaca Narvaja, asesino montonero de los años ’70, condenado por la Justicia e indultado por Menem en aras de un supuesto proceso de “reconciliación nacional”, dijo, el día en que Victoria Villarruel rindió homenaje a muchos de los que él asesinó, “nuestro pueblo está construyendo la línea de trinchera por la cual no van a pasar. Nosotros venimos a repudiar a la casta económica, a los verdaderos responsables de lo que nos está pasando al país (sic), los grupos económicos concentrados, diversificados (sic) aliados de la oligarquía aliadas al imperio. Eso que se llama ‘círculo rojo’, que se llama el ‘mercado’, son los verdaderos responsables del genocidio del terrorismo (sic) en la Argentina”.

El acto libertario para recordar a las víctimas del terrorismo generó una disputa que nos retrotrae a los 70. La comparación en espejo de Javier Milei con Néstor Kirchner en la construcción de la identidad política. 

La clave consiste en hallar un equilibrio que enganche el despliegue en los mercados internacionales con la remisión de dos terceras partes de los excluidos y la integración de los hijos del tercio irreductible

En el mundo democrático y republicano de la política argentina resultaron de alto impacto las insólitas declaraciones de Javier Milei respecto del sindicalismo argentino. No quiero generalizar porque el que generaliza discrimina y porque conozco gremialistas honestos, pero hay una mayoría de jerarcas que son millonarios y que hace más de 30 años que están atornillados a sus cargos. Sin embargo Milei, que suele tener el gatillo fácil para la descalificación y el insulto, cuando se le preguntó sobre ese entramado de negociados y extorsiones dijo, casi en voz baja, que es un problema de los sindicatos y que se tienen que arreglar entre ellos.

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