Economía

El gobernador pide postergar un pago hasta mayo. El rol de Guzmán y la estrategia del Tesoro de no brindarle auxilio.

 

No son Paul Newman ni Robert Redford, ni tampoco se trata de “El Golpe”, la famosa película en la que había un clásico juego de tahúres: es otro repetido capítulo de la Historia de la deuda argentina, donde cada vez que viene un vencimiento empiezan los tiras y aflojes. Algunas veces el agua no llega al río, pero otras… se termina en un default, y en otro desastre.

 

La decisión del gobernador de no pagar el vencimiento de la provincia de enero sugiere una advertencia de Alberto a Wall Street.

 

Grecia debe el 180, 2 % de su PIB en junio de 2019, el doble que la Argentina aproximadamente o incluso más del triple que nuestro país si se excluye la deuda pública dentro del Estado argentino. Este último dato es considerando la deuda pública neta del país.

 

El político argentino, en general, piensa más en aumentar la presión tributaria que en preocuparse por la eficiencia del gasto público

Lejos de bajar la inflación, el intento del gobierno anterior de combatir una inercia de 10 años en torno al "veintipico" sólo con política monetaria mientras abría la cuenta capital, financiaba con deuda al déficit fiscal, y corregía en simultáneo el dólar y las tarifas, chocó con el corte al crédito en 2018 gatillando un cambio de régimen que instaló la inflación en niveles superiores al 50% anual.

 

Podría llegar a haber quitas del 50% en el capital e intereses para los bonistas. Pero Martín Guzmán quiere que la propuesta sea similar a la Nación

 

La cantidad de dinero en poder del público suele crecer 5% en el último mes del año, pero este año subió 10 por ciento. Los especialistas señalan que el Banco Central va a tener que regular la cantidad de pesos en febrero si no quiere sobresaltos con el dólar paralelo y la inflación

No existe nada más costoso para una nación que un default soberano. Toda reestructuración de deuda soberana implica un complejo juego de Nash entre dos contrincantes con objetivos contrapuestos pero con ciertos incentivos a cooperar: los bonistas que quieren maximizar el cobro con la restricción de no quebrar al deudor en su intento y el gobierno que intenta minimizar la carga futura de pagos con la restricción de no hacer explotar el riesgo país, porque si dicho evento se diese, no tendría sentido reestructurar para terminar con spreads inmanejables que nos alejen nuevamente del financiamiento externo.

Hasta ahora, lo que salió a la luz es un trabajo de albañilería gruesa para “tranquilizar a la economía”, según dijo el titular de Hacienda en Twitter.

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